Un jubilado de 92 fue víctima del «Cuento del Tío» en su departamento de Las Cañitas. Participó un cerrajero que también cayó en la trampa.

Un jubilado de 92 años fue víctima del delito conocido como “Cuento del Tío” en su vivienda de Las Cañitas del barrio porteño de Palermo.

Los delincuentes llamaron al jubilado por teléfono y se hicieron pasar por su hija, incluso enviaron a un cerrajero para que abriera la caja fuerte de su casa.

De esta forma, despojaron al jubilado, de nombre Osvaldo, de una suma millonaria que tenía en su casa.

“Siento mucha molestia por haber sido la herramienta que arruinó a un vecino”, aseguró Adrián, el cerrajero que participó circunstancialmente del hecho delictivo y sin saber de qué se trataba en realidad.

A partir del testimonio del cerrajero, todo empezó para él cuando una persona llamó a su negocio pidiéndole un servicio para abrir una caja fuerte.

“Me dijo que el padre me iba a estar esperando en la puerta del edificio”, detalló el cerrajero que al llegar, efectivamente, se encontró con el jubilado.

El jubilado también había recibido un llamado y fue víctima de este engaño. Alguna persona, haciéndose pasar por su hija le dijo que tenía “un negocio importante” y necesitaba una documentación que él guardaba para poder completar un trámite.

Fue entonces que el cerrajero subió, abrió la caja como le pidieron y se fue de la casa del jubilado en Las Cañitas.

Pocos minutos después de que estuviera de vuelta en su comercio el teléfono volvió a sonar.

Se trataba la presunta hija de Osvaldo, explicándole que adentro de la caja había un “tesorito” y que los documentos que necesitaban estaban adentro.

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Entonces, Adrián volvió y completó su trabajo en la casa del jubilado, también engañado por este nuevo llamado.

 

Finalmente, fueron a buscarlo la verdadera hija y la nieta de Osvaldo que fue víctima del “Cuento del Tío”.

“Me dijeron lo que había pasado y se me aflojaron las piernas”, se lamentó el hombre, y explicó como fue parte del «Cuento del Tío»: “Fui la mano de obra de un robo”.

“Me enteré que lo internaron”, contó el cerrajero, y cerró: “Cuando Osvaldo tomó consciencia de todo lo que había pasado se descompensó”.

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