Ariana Harwicz por «Matate, amor», Selva Almada por «El viento que arrasa» y Guillermo Saccomano por «77» integran el listado de aspirantes a los Premios al Mejor Libro Traducido (BTBA, por su sigla en inglés) y reflexionan sobre la tarea de traducción, en la que la obra siempre vuelve a escribirse y en la que cada uno de ellos encuentra a sus traductores como aliados.

Se trata de la conocida «lista larga» del Premio que otorga la revista literaria de la Universidad de Rochester, «Three Percent», a la mejor traducción original al inglés del año anterior en poesía y en ficción que fue inaugurado en 2008 y en la que hay nominados 35 libros de autores de 20 países distintos que escriben en 18 idiomas diferentes.

En esta edición, la número 13 del galardón, el listado de nominados incluye traducciones de trabajos de la francesa Virginie Despentes, la polaca y reciente Nobel de Literatura Olga Tokarczuk, la chilena Nona Fernández y del uruguayo Juan Carlos Onetti.

Para Almada es su primera publicación en Estados Unidos hecha por Chris Andrews, a quien define como «un gran traductor de autores latinoamericanos, muy prestigioso» que hizo «un trabajo muy cuidadoso y con mucha entrega».

Sobre ese proceso de traducción, Almada cuenta que Andrews le hizo «algunas consultas» pero indica que no interviene en las traducciones «más de lo que el traductor necesita» de ella.

«Siempre estoy dispuesta a despejar dudas y me divierte hacerlo, buscar la manera de explicar qué quiere decir tal cosa o de qué otra manera puedo ‘traducirle’ alguna expresión o idea que no aparece tan claramente para la traducción. Pero también me gusta pensar que la traducción es una reescritura y entonces prefiero confiar. Me gusta pensar que la versión de un traductor es mejor que mi propio libro. Y como no leo en otros idiomas, me quedo con esa fantasía qué tal vez sea un poco tonta», afirma.

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Saccomano subraya el trabajo de Andrea G. Labinger, quien ya se ocupó de traducir su novela «Cámara Gesell» y está trabajando en traducir «El oficinista», y asevera que «es muy cuidadosa porque pesca la sutileza de la lengua, tiene un manejo del inglés y cuando tiene dudas consulta a otra traductora muy cuidadosa como Alicia Plante».

«Recibo esta noticia en un contexto muy complicado, me siento un privilegiado, estoy en la casa de mi pareja, tenemos libros, escribimos, no tenemos necesidades urgentes. Me preocupan los lugares en los que hay hacinamiento, donde hay pocos recursos. Me preocupan los trabajadores de la salud, tengo una hija que trabaja en un hospital público, otra hija que está en Londres y se pescó el coronavirus y se está recuperando, un hijo chico al que no puedo puedo ver», relata el escritor sobre el contexto en el que recibe la noticia.

Para Harwicz «por el contexto de encierro en el que estamos todos, recibir una noticia literaria del exterior suena como recibir una buenas noticias del frente» y advierte que «escribir es un acto político pero traducir doblemente y cada traducción es una única obra aunque haya varias versiones de una misma novela en un mismo idioma».

«Ahora que estamos en una temporalidad tan extrañada, pienso que cuando escribí esta primera novela no había conciencia de que era ficción, ni que estaba ejerciendo el acto de escribir como una escritora. En ese sentido, también tiene un carácter único la traducción, que al inglés fue la segunda, la primera fue al hebreo e inauguró una serie de pensamientos sobre la traducción y la escritura porque siento que cuando escribo, traduzco y que mis novelas ya son en la primera versión una novela traducida», describe desde Francia, donde reside hace 13 años.

La autora explica que cuando Carolina Orloff y Sara Moses emprendieron la traducción de «Matate, amor» estaba «muy feliz» porque siempre le gustó estar en editoriales independientes y Charco Press -el sello que la publicó- justamente empezó con esta novela entonces era todo muy inaugural y una aventura como tiene que ser la traducción y la escritura».

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«Recuerdo largas noches, semanas, corrigiendo detalles, comas, giros. La traducción y la escritura tienen un hermana en común que es la música. No sé quien es subalterno de quien, quien es el primer personaje o el segundo. Me gusta pensar en eso. En este caso hubo un gran trabajo para ir afinando la música», explica Harwicz.

Almada, para quien también la nominación es por su primera novela, sostiene que «el camino de los libros es un misterio», porque se trata de su novela «con más traducciones, la que más lectores tuvo y sigue teniendo también en castellano». Y dice también que se trata de una historia de la que no esperaba nada y le sigue «trayendo cosas».

La traducción y la escritura tienen un hermana en común que es la música. No sé quien es subalterno de quien, quien es el primer personaje o el segundo. Me gusta pensar en eso. En este caso hubo un gran trabajo para ir afinando la música

Ariana Harwicz

«Soy bastante desapegada: una vez que termino un libro y se publica empiezo a pensar en otro proyecto y no siento nostalgia de lo anterior. De todos modos algo debe haber en ese libro que sigue resultando atractivo para los lectores», afirma Almada, que celebra este reconocimiento «para la literatura argentina» y que los tres nominados sigan escribiendo.

Saccomano señala que «escribir tiene que ver con escuchar, con el silencio», advierte que «este contexto impone un tiempo que te obliga a pensar tu estar en el mundo» y dice que los premios que vienen cosechando representantes de la literatura argentina no tienen que ver con un boom, por eso pide «rescatar las individualidades».

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Harwicz dice que «hay que preguntarse qué lector es el traductor, también qué lector es el escritor» y rememora que «alguien dijo que traducir es una escuela de lectura entonces ¿qué relación se establece entre traducir y el texto, entre el traductor y el escritor?» y reafirma:

«Traducir es un acto de enamoramiento, como son los enamoramientos intensos, fatales. Alguien también decía que es un acto de adicción, sacerdocio, demanda, esclavitud. Todo en torno al deseo».

La lista corta del premio, por el que tanto los autores y los traductores recibirán cada uno 5000 dólares, está previsto que se conozca en mayo.

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