Cada vez más personas se animan a tener una huerta propia y muchos están queriendo incursionar en esa experiencia. En esta nota todos los tips para hacerla.

Una huerta en casa aporta más beneficios de los que se creen. Por suerte, las personas se volvieron más conscientes y se animaron a cultivar sus propios alimentos. Seguramente se preguntarán cuáles son esos beneficios y cómo empezar la propia huerta.

Se consultó a Florencia Gallino, especialista en permacultura y creadora de Sitopia, un proyecto de regeneración urbana que tiene por objetivo inspirar y facilitar el cultivo urbano.

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«Podemos cultivar donde sea, cualquier rincón es potencialmente un lugar de cultivo de plantas que se pueden convertir en nuestro alimento», asegura Florencia.

Tener una huerta propia es garantía de alimentos sanos, naturales y llenos de nutrientes. Pero eso no es todo. Además genera alegría, satisfacción, bienestar, ayuda a las personas a ser más pacientes y genera una oportunidad para conectar con la naturaleza, algo bastante lejano en esta época de tecnología e inmediatez.

Huerta en casa

Huerta en casa

Los principales beneficios son para la salud, lo económico, social y ecológico. Un estudio realizado por el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria demostró, en base a las respuestas de los encuestados, que el principal beneficio (31%) es el recreativo tanto por gusto como a modo de terapia. Otro de os motivos destacados fueron la calidad de los alimentos y la frescura al consumirlos (28%), el factor económico (20%) -ya que implica un ahorro en el hogar- y el espacio que genera de integración familiar.

Tres cosas a tener en cuenta para que el cultivo sea exitoso

1. El sol: Hay algunas plantas que requieren más cantidad de sol. «Es importante detectar cuántas horas de sol recibe al día el espacio destinado para la huerta y en base a eso elegir las plantas adecuadas para esa cantidad de exposición solar».

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2. Tener un buen sustrato: «El suelo es uno de los pilares de la huerta. Las plantas toman la energía lumínica, que la transforman en alimento, pero también necesitan un montón de nutrientes que tienen que estar en el suelo para que puedan desarrollarse». Un suelo vivo, con nutrientes es fundamental para un buen desarrollo de la planta.

Foto: Sitopia

Foto: Sitopia

3. Temporadas: «Tenemos que respetar la época de cultivo de cada planta porque sino son propensas a enfermarse o a no crecer bien.

¿Qué podemos plantar en primavera?

Llegó una de las temporadas más lindas -o al menos para la gran mayoría- y con ella la posibilidad de comenzar a cultivar más alimentos. Hay dos tipos de cultivos: los de ciclo largo y los de ciclo corto. Los primeros son aquellos que se pueden cosechar varias veces antes de renovar el cultivo; mientras que los de ciclo corto son aquellos que se deben volver a sembrar cada vez que se los cosecha.

En esta época se pueden cultivar alimentos tanto de ciclo largo como de ciclo corto. Entre los de ciclo largo encontramos los pimientos, los tomates, las sandias, pepinos, berenjenas y melones; mientras que los de ciclo corto son los rabanitos, la rúcula, la acelga, albahaca y perejil.

Cosecha de primavera/verano - Foto: Sitopia

Cosecha de primavera/verano – Foto: Sitopia

«Es importante primero estar seguros que no hay más riesgo de helada. Eso es algo que siempre hay que tener en cuenta. A partir de ese momento se pueden sacar los cultivos que se desarrollan en la primavera», apunta la especialista.

Ser ansiosos es bastante común y más en la sociedad en la que vivimos. Por suerte, hay alimentos que requieren menos tiempo de desarrollo cómo la lechuga, la acelga, la albahaca y la rúcula. ¿Por qué? básicamente porque las hojas son lo primero que la planta da y eso es lo primero que se consumirá.

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«Las que más tardan en dar cosecha son las que nos comemos su fruto porque tiene que cumplir todo su ciclo: crecer, desarrollarse, dar flores, polinizar, dar frutos y que engorden los frutos», explica Florencia.

Una pregunta que nos han hecho mucho es: ¿Hay algunas más fáciles de cultivar? Y la respuesta es sí. «Las de ciclo corto son las menos propensa a enfermarse. Zanahoria, rabanito, rúcula, lechuga. Una vez que nos sentimos más cómodos podemos incursionar en un segundo nivel en las que dan frutos», remarca Gallino.

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