Brenda Uliarte y Agustina Díaz se conocieron cuando estaban en la escuela Juana Manso. Para cuando Uliarte y su novio, Fernando Sabag Montiel, intentaron asesinar a Cristina Fernández de Kirchner, Díaz ya había recibido unos cuantos mensajes de su amiga en los que le contaba su intención de atentar contra la vicepresidenta. Después del atentado, Díaz le aconsejó a Uliarte borrar su teléfono. Ella misma terminó implicada en la trama y detenida por haber participado de la planificación del intento de magnicidio. Sin embargo, nueve meses después, la jueza María Eugenia Capuchetti desvinculó a Díaz por completo de la causa y, ante la falta de acusación, dictó su sobreseimiento.

Una serie de intercambios de WhatsApp fueron guiando a los investigadores del atentado hacia Agustina Díaz, una joven de 22 años que vivía en el partido de San Miguel y a quien Uliarte tenía agendada como “Amor de mi vida”. En todos ellos, Uliarte destilaba su odio contra la vicepresidenta y expresaba sus deseos de asesinarla.

El 4 de julio del año pasado, Uliarte le escribió: “Yo estoy organizando para ir a hacer bardo a la Casa Rosada con bombas molotov y todo. Voy con un fierro y le pegó un tiro a Cristina. Me dan los ovarios para hacerlo”. La respuesta de Díaz fue: “Por eso te amo”.

El 27 de agosto, en lo que se considera que fue el primer intento de asesinar a CFK, Uliarte volvió a comunicarse con su amiga. “Hoy me convierto en San Martín, voy a mandar a matar a Cristina… Me re pudrí (de) que hablen y no hagan nada. Yo sí voy a hacer. Se me metió el espíritu de San Martín en el cuerpo… Que hija de puta, se metió adentro antes de que le meta el tiro”. En su verborragia, Uliarte le contaba que pensaba en matar a la vicepresidenta e irse del país, a lo que Díaz contestaba con un dejo de escepticismo.

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Después de que Sabag Montiel intentara efectivamente dispararle en el rostro a CFK el 1 de septiembre del año pasado, Uliarte llamó a su amiga pero ella no le contestó. Al día siguiente se interesó en saber qué había fallado. “¿No practicó antes o le falló la adrenalina del momento?”, le preguntó. “Tenés que deshacerte del celular y cambiar de número. Borrar tu cuenta, todo”, le aconsejó Díaz.

A Díaz la detuvieron el 13 de septiembre del año pasado. La acusaron de haber participado de la planificación del ataque pero ella siempre insistió que era inocente. Uno de los elementos que no se entendían era por qué tenía un teléfono a nombre de Uliarte. “Los mensajes yo no los tomé en serio, pensé que eran delirios místicos”, le dijo la muchacha a la jueza. “Brenda siempre fue una persona muy fantasiosa, muy manipuladora, muy mentirosa”, continuó. “No creí que la fantasía que tenía ella iba a pasar a hacerla realidad”.

En la declaración, Díaz dijo que nunca conoció personalmente a Sabag, pero que sí él le había mandado unos audios a través del teléfono de Uliarte y que habían chateado en alguna oportunidad por Instagram. “Yo sabía que tenía un arma porque ella me había mandado una foto hace una semana o unos meses diciendo que el arma era de un amigo y que no diga nada”, contó mientras estaba detenida.

Capuchetti la procesó inicialmente como partícipe secundaria, pero la Sala I de la Cámara Federal porteña revocó esa decisión. Los camaristas entendieron que los mensajes y el consejo de borrar el teléfono no alcanzaban para mantener a una persona sujeta a un proceso y mucho menos detenida.

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El fiscal Carlos Rívolo, que tiene delegada la instrucción de la causa, pidió la elevación a juicio de Sabag Montiel, Uliarte y Nicolás Carrizo, pero no acusó a Díaz. La querella de CFK no insistió tampoco con su situación. “No hay por el momento una acusación vigente para profundizar la investigación sobre quien ya desde hace seis meses ostenta una situación procesal intermedia o expectante”, escribió Capuchetti y dictó su sobreseimiento.

Capuchetti elevó semanas atrás a los tres imputados a juicio. El Tribunal Oral Federal (TOF) 6, que estará a cargo del proceso contra quienes quisieron matar a CFK, no tiene jueces titulares. Actualmente están designados como subrogantes Sabrina Namer, Daniel Obligado e Ignacio Fornari.

La vicepresidenta se opuso a la elevación a juicio únicamente de Sabag, Uliarte y Carrizo porque la jueza no investigó las llamadas líneas políticas: no indagó en qué conocimiento tenía del atentado el diputado del PRO Gerardo Milman y se opuso a investigar el rol de Revolución Federal dentro del intento de magnicidio.

A los integrantes de Revolución Federal los investiga otro juez, Marcelo Martínez de Giorgi. Esta semana se supo que lograron identificar a quien aparecía agendada como «Dali Revolución» y ofreció su 9 milímetros para una «actividad bala» el 27 de agosto del año pasado, justamente la primera vez que Uliarte y Sabag intentaron asesinar a CFK. Se trata de Lidia Margarita Casciano.

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