Iba a ser en un helicóptero.

La aeronave de dos plazas tenía que salir del aeroclub de barrio Coronel Olmedo, periferia sur de Córdoba capital, con dos sujetos a bordo: el piloto y un pistolero armado por si la cosa se ponía fea.

La nave tenía que llegar al patio del módulo MX1 de la cárcel de Bouwer y recoger al “objetivo”. Luego, había que levantar vuelo, entre eventuales balazos de los guardiacárceles, y escapar hacia algún campo cercano, donde hubiera un auto con nafta.

La idea fue desechada. Era burda y poco efectiva.

Luego, se tramó un escape por túneles y más túneles y más túneles.

Esa idea también fue desechada, también por burda y poco efectiva.

Fue entonces cuando se diagramó y se ejecutó la más burda de todas las posibilidades: un escape de la cárcel, de noche, con ropa de guardiacárcel, sin disparar un solo tiro y en un coche que reventara el alambrado perimetral a metros de la entrada.

Eso sí, hubo que poner dinero donde había que ponerlo y a quienes había que ponérselo. Y hubo que forjar un “código de silencio”, que perdurara. Y perduró hasta hoy.

Así fue como Martín Ernesto Luzi logró escapar aquella noche del 12 de agosto de 2005 de Bouwer, el presidio “más seguro” de la Argentina.

(La Voz/Archivo).
(La Voz/Archivo).

Así, a sus por entonces 26 años, este delincuente se convirtió en el enemigo público N° 1 del por entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.

“El Porteño” –aunque no sea porteño porque nació en Córdoba capital– llevaba dos años jugando en las “grandes ligas” del delito: lideraba una banda de secuestradores.

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De chiquito había aprendido el “mecherismo” en la peatonal cordobesa.

De adolescente, los “escruches”.

Más grande, había aprendido aquello de “meter el caño” en casas de familias adineradas.

La ambición lo hizo forjar una banda peligrosa, violenta y aceitada que secuestraba en Córdoba (y en otros lugares como San Juan) y que mandaba a las familias a pagar rescate derecho, y en tren, a Buenos Aires.

Su mayor carrera delictiva la hizo entre 2002 y 2003.

Luzi competía con otras bandas como la del “Oso” Peralta (la que mató a Axel Blumberg), la de “Pachu Peñaflor” y la del “Hígado” Muñoz, bandas que asolaban Buenos Aires.

Luzi, inteligente, sabía moverse.

No calentaba la misma cama varias noches. Iba y venía de Buenos Aires a Córdoba. Sabía de armas, de celulares, de aguantaderos, de meter miedo a víctimas y a testigos.

Sabía amenazar con aquello de: “Paguen o mandamos un dedo”.

Nunca se podrá demostrar, pese a todas las sospechas y testimonios por lo bajo, si Luzi había contado o no con mano de obra de la Policía cordobesa para sus golpes.

Hedor a podredumbre

Volviendo a 2005, la fuga de Luzi de prisión estaba cantada.

Se había filtrado el dato de que el secuestrador se quería “rajar” antes de enfrentar su primera condena por secuestro extorsivo.

Por eso, cuando escapó, y de la forma burda en que escapó con dos secuaces de poco cartel, De la Sota estalló a los gritos, según testigos.

Era mucho más que una evasión de un mero delincuente.

Sonaba a una maniobra casi desestabilizadora para alguien que quería ser presidente, de una buena vez, y reemplazar a Néstor Kirchner.

De la Sota echó a los máximos responsables del Servicio Penitenciario y de la Policía provincial.

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“Atrápenlo, y vivo”, ordenó.

De la Sota nunca quiso hablar en público sobre sus sospechas de la fuga. (La Voz)
De la Sota nunca quiso hablar en público sobre sus sospechas de la fuga. (La Voz)

La caída del “Porteño”

El hampa tiene sus códigos.

Pero también tiene sus traiciones.

Quizá haya que buscar allí el dato que llegó a la Policía para capturar a Luzi, 13 días después, en Vinchina, un pueblito del norte riojano.

La captura fue como su fuga: no hubo un solo disparo.

La concretaron los comisarios Alejo Paredes y Ramón Frías, quienes ni se podían ver. De la Sota los premió con eso de ser jefes de Policía.

Traído a Córdoba, y exhibido en el aeropuerto, Luzi fue devuelto a prisión. Y ya no salió más.

Por todos los golpes que cometió, principalmente secuestros, le dieron 25 años de cárcel.

Estuvo en Bouwer, en San Juan, en Rawson y en varias cárceles porteñas, como su apodo.

Hoy, está en la de Ezeiza.

El cómputo penal dice que debe salir libre el 21 de marzo de 2029.

Es decir, en menos de siete años.

De secuestrador a pastor

Desde la fuga de Bouwer, el abogado peronista Ricardo Moreno es el defensor del “Porteño”.

Desde entonces, y con la colaboración de su yerno, Jorge Sánchez del Bianco, ambos vienen pugnando por la libertad del secuestrador.

Abogado Ricardo Moreno.
Abogado Ricardo Moreno.

Luzi los trata de “usted”.

Luego de una ardua y perseverante lucha, los abogados lograron parte del objetivo.

El juez de ejecución penal Carlos Palacio Laje finalmente firmó la autorización para que Luzi saliera por unas horas de una celda. Saliera de manera legítima de una celda.

Se le otorgó la posibilidad de salidas transitorias del penal de Ezeiza.

Esta medida es la antesala a la libertad condicional.

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Para que esto sucediera, pasaron cosas, muchas cosas…

Por consejo de sus representantes legales y de su familia, Luzi comenzó a estudiar Derecho a distancia.

Además aprendió oficios, como herrería, panificación, electricidad, según dicen desde su entorno.

Desde hace años, tiene una muy buena conducta, muros adentro. Eso lo logró volviéndose evangelista.

Tan portador de “la Palabra” se hizo, que se volvió pastor.

El hecho de tener una pareja estable desde hace 13 años (Natalia), de tener un nuevo hijo (el sexto a sus 43 años) y de contar con una madre (como doña Inés Heredia), que lo visita desde siempre, convencieron finalmente al juez de firmar la primera salida transitoria.

Si todo anda bien, y no se escapa, serán salidas de poco más de un día, una vez al mes.

Luzi gozará de salidas transitorias de prisión.
Luzi gozará de salidas transitorias de prisión.

En colectivo

Según sus abogados, Luzi será llevado por guardiacárceles desde el penal de Ezeiza hasta Retiro.

Allí, “el Porteño” tomará ya sólo un ómnibus de larga distancia que lo trasladará a la Terminal de Ómnibus de Córdoba capital. Su nueva pareja lo llevará a la casa familiar en barrio Yapeyú, desde donde tendrá que volver (en colectivo) al día siguiente a Retiro, Buenos Aires.

Hasta el día de hoy, Luzi no quiere hablar de su fuga de Bouwer.

Una fuga que la Justicia dejó prescribir.

Mientras tanto, en el estudio de su abogado Moreno, el teléfono no deja de sonar.

Muchos viejos amigos de Luzi llaman para saber cuándo sale de prisión.

Quieren agasajarlo.

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