Pero, ¿por qué se aleja?

Las fuerzas de la gravedad son invisibles e inquebrantables, y sin importar lo que hagamos o cómo nos sintamos con respecto a ellas, seguirán empujando a la Luna. Durante muchos millones de años, seguiremos separándonos. Lo que ocurre en este caso es que la Luna genera mareas en los océanos de la Tierra y las mareas “consumen” muchísima cantidad de energía por rozamiento. El rozamiento es lo que frena la rotación de la Tierra. Por ello, la luna retrocede, y eso ralentiza la rotación de la Tierra. Todo este arrastre de un lado a otro empuja a la luna hacia afuera y hace que su órbita sea más grande. Aunque sea muy despacio, lo hace. Y no hay vuelta atrás.

La órbita de la Luna con respecto a la Tierra es elíptica y no perfectamente redonda, por lo que cada noche está más cerca o más lejos de nosotros. Sin embargo, en promedio, la Luna se encuentra a unos 385.000 km de distancia de nosotros.

 

¿Qué ocurrirá? ¿Nos quedaremos sin Luna para siempre?

En unos 50.000 millones de años, la Luna dejará de alejarse de nosotros y se establecerá en una órbita estable. En este punto, nuestro satélite tardará unos 47 días en dar una vuelta alrededor de la Tierra (actualmente, tarda un poco más de 27 días). Y, cuando se consiga esta nueva estabilidad, la Tierra y la Luna estarán bloqueadas por mareas entre sí. Como resultado, parecerá que la Luna siempre está en el mismo lugar en el cielo.

¿El problema? Que el Sol tendrá otros planes en unos 5.000 millones de años, pues se transformará en una gigante roja cuando acabe su combustible y la Tierra y todo lo que se encuentre a su alcance, como resultado de su expansión, acabarán engullidos por el Sol en un último aliento.

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