La cabina es una estructura metálica de un metro de ancho y largo y de 2,10 metros de alto, cubierta con nylon y que en la parte superior tiene un pulverizador de un líquido desinfectante.

Su construcción surgió en las mesas de diálogo impulsadas por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, que se desarrollan en los establecimientos carcelarios y de la que participan las autoridades de las dependencias y referentes de los distintos pabellones, en el marco de la pandemia por el coronavirus.

En este caso, en la Unidad 42 Florencio Varela del Servicio Penitenciario Bonaerense, se propuso sumar una medida preventiva más a la suspensión de las visitas a los privados de libertad, siempre con el objetivo de reducir las posibilidades de que ingrese el virus a los centros de detención.

La idea se hizo realidad en pocos días gracias al ingenio y dedicación de 18 internos de la unidad, los que con el apoyo de los agentes penitenciarios y con elementos reciclados construyeron cabinas de desinfección en el taller de herrería.

El jefe del Complejo Penitenciario Florencio Varela, Hugo Piedrabuena, explicó: “La cámara de desinfección cuenta con la aprobación de los médicos que trabajan en nuestras cárceles. Ellos destacaron que se trata de una acción más de prevención y ellos también pasan por la cámara para desinfectar sus ropas y pertenencias”.

El protocolo es de aplicación para los agentes que cumplen funciones en la Sección de Vigilancia y Tratamiento, es decir, para los que trabajan en contacto directo con los privados de libertad dentro del penal. Y tiene varios pasos. El primero de ellos es pararse encima de un paño embebido con lavandina que sirve para desinfectar los borceguíes.

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Luego, el agente ingresa a la cabina y se posa en un círculo para de inmediato accionar por lo menos por cinco segundos una barra que inicia al motor pulverizador. Así, desde lo más alto de la cámara cae el líquido desinfectante con la particularidad de que no moja ni humedece el uniforme ni las pertenencias de los agentes.

Cabe destacar que el líquido desinfectante está conformado por diez litros de agua y 150 centímetros cúbicos de lavandina y que es presurizado por un compresor. Una vez que el agente egresa de la cabina, debe colocarse alcohol en gel en las manos o lavárselas con jabón durante 40 segundos, para luego atarse el barbijo e ingresar al penal. Todo el proceso es supervisado por el jefe de turno.

Piedrabuena señaló que la implementación de esta nueva metodología lleva más tranquilidad a la población carcelaria y a los agentes y se está trabajando para replicar en el resto de los penales de la Provincia.

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