La creación de los husos horarios surgió como una solución práctica para estandarizar la medición del tiempo en todo el mundo. En la Conferencia Internacional del Meridiano de 1884, se estableció la referencia oficial que dividió la Tierra en 24 husos horarios principales donde cada huso abarca 15 grados de longitud. También se eligió el meridiano 180° como la línea internacional de cambio de fecha debido a que atraviesa zonas oceánicas prácticamente despobladas.

Este sistema, aunque necesario, no está exento de peculiaridades, sobretodo en las regiones cercanas a los límites de los husos horarios, como las islas Diómedes.

Las islas Diómedes

Son dos pequeñas islas rocosas situadas en el estrecho de Bering, entre el mar del mismo nombre y el mar de Chukotka. El primero que llegó al lugar fue el explorador ruso Semión Ivánovich Dezhniov (que demostró que Asia no estaba unida a América) en 1648. En su informe hablaba de dos islas cuyos nativos tenían adornos de hueso en los labios, pero no es seguro que fueran las Diómedes. Fue el explorador Vitus Jonassen Bering, el danés a sueldo del zar de Rusia, el que descubrió las islas mientras dirigía una expedición rusa; fue el 16 de agosto de 1728, el día en que la Iglesia Ortodoxa Rusa recuerda al mártir San Diómedes de Tarso.

Las islas Diómedes. Foto: Wikimedia Commons

El texto del tratado de 1867 entre Estados Unidos y Rusia que finalizó la compra de Alaska utilizó estas islas para definir el límite entre las dos naciones: la frontera separa «equidistantemente la isla Krusenstern, o Ignaluk, de la isla Ratmánov, o Nunarbuk, y se dirige hacia el norte hasta desaparecer por completo en el Océano Ártico».

De este modo, la isla occidental (Diómedes Mayor, Imaqliq, Nunarbuk o Ratmánov), deshabitada, pertenece a Rusia. La oriental (Diómedes Menor, Krusenstern o Inaliq), en la que según el último censo viven 82 personas viven poco más de 160 personas pertenecientes a la comunidad esquimal iñupiaq, pertenece a Estados Unidos. Ambas islas está separadas por apenas 4 kilómetros -en invierno quedan unidas por los hielos y se pude pasar de una a otra caminando, o mejor aún, esquiando-, pero la diferencia horaria entre ambas es de 21 horas (20 en verano). Por eso a veces se las llama la Isla del Ayer (Diómedes Menor) y la Isla del Mañana (Diómedes Mayor).

La única población de la isla Diómedes Menor. Foto: Istock

La cortina de hielo

A finales del siglo XIX, la fiebre del oro de Klondike (también conocida como la fiebre del oro de Alaka) convirtió las islas en un punto estratégico en la búsqueda de rutas más accesibles hacia el noroeste de América.

El estrecho de Bering. Foto: Wikimedia Commons

Durante el siglo XX, las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y la Unión Soviética dejaron una marca indeleble en las islas Diómedes. Así, durante la Guerra Fría la frontera que separaba la Gran y la Pequeña Diómedes se conoció como la «Cortina de Hielo». En 1948 el gobierno soviético reubicó a la población indígena de la isla Diómedes Mayor en la Rusia continental y establecieron una base militar, que sigue hasta hoy. Este desplazamiento forzado rompió bastantes familias esquimales cuyo pecado fue vivir en dos islas que pertenecían a dos países enemigos acérrimos. Se dedican a la pesca del salmón y del cangrejo rojo real, un marisco de moda en los lugares más exclusivos y uno de los más caros del mundo. También cazan osos, focas y morsas, la fauna del lugar.

Nadar por la paz

El “incidente” más importante sucedido en la zona durante la Guerra Fría sucedió el 7 de agosto de 1987, cuando la nadadora estadounidense Lynne Cox nadó desde la pequeña isla estadounidense hasta la soviética. Usando sus propios ahorros más la ayuda de amigos y familiares y un billete gratuito de Alaska Airlines, llegó a Diómedes Menor, pero treinta horas antes de la hora prevista para nadar todavía no había recibido noticias del lado soviético. En cambio, aparecieron dos barcos en medio del estrecho a lo que Estados Unidos respondió enviando aviones de combate. Por un momento pareció que la iniciativa de paz de Cox iba a fracasar, pero 24 horas antes de la hora prevista para lanzarse al gélido océano llegó el permiso de Gorbachov.

Lynne Cox. Foto: Wikimedia Commons

Cuando después de dos horas y cinco minutos Cox llegó a la orilla soviética, no podía levantarse. Extendió el brazo y dos militares rusos la agarraron. Para el mundo, el paso a nado de Lynne Cox por el Estrecho de Bering simbolizó la esperanza de una nueva era en la relación entre Estados Unidos y Rusia. Cuando el presidente Gorbachov viajó a Washington para firmar el Tratado sobre Armas Nucleares de Rango Intermedio ese mismo año, él y el presidente Reagan brindaron por la nadadora.

Finalmente, si alguna vez decides celebrar el fin de año dos veces en las islas Diómedes ten en cuenta no podrás brindar con champán: el alcohol está prohibido en Diómedes Menor.

Deja un comentario
Mirá También:  Saturno, Venus y Marte formarán un triángulo en el cielo esta semana

You May Also Like