En los últimos días designaron representantes nada menos que en la OEA, donde el actual Gobierno tiene posiciones totalmente opuestas al que lo sucederá, la FAO, central para Alberto Fernández por su plan contra el hambre, Nueva York y Milán.

Así como sucede en distintos ámbitos del Estado donde el presidente Mauricio Macri nombra funcionarios jerárquicos a días de dejar el poder, en la Cancillería el macrismo también está designando a sus diplomáticos en algunos cargos clave sin atender las quejas. Estas designaciones de último momento podrían ser revertidas por el nuevo gobierno pero con un importante costo en divisas –se calcula que el traslado de un embajador o cónsul a un nuevo destino ronda los 50 mil dólares–, además del papelón diplomático que significa hacer volver a un representante que acaba de presentar sus credenciales.

El canciller Jorge Faurie designó como nuevo representante argentino en la OEA a Daniel Raimondi, quien supo ser su vice hasta que un día se pelearon a los gritos en su despacho y lo echó. El embajador en la OEA es uno de los cargos que se consideran «políticos» en el ambiente diplomático. Raimondi llegó para reemplazar a la ex diputada Paula Bertol, quien renunció para participar de la campaña de Juntos por el Cambio. Raimondi le presentó sus cartas credenciales al secretario general del organismo, Luis Almaagro, el martes pasado. «Argentina siempre ha valorado su pertenencia a este foro y el rol que cumple en el hemisferio», dijo al asumir.

El próximo gobierno mantendrá una relación muy diferente con ese organismo regional con sede en Washington, que habitualmente es muy permeable a los deseos del Departamento de Estado. Por ejemplo, la OEA tuvo una participación decisiva en el reciente golpe a Evo Morales en Bolivia. Primero, al marcar supuestas irregularidades en la elección, que luego otros observadores desecharon. Después, al reconocer a la presidenta de facto Jeanine Añez.

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“Los nombramientos son escandalosos. Empezó a nombrar gente y sigue nombrando gente, hasta embajador en la OEA ha nombrado”, denunció Felipe Solá, casi seguro próximo canciller. «Faltando diez días para el nuevo gobierno nombran embajador en la OEA, donde tenemos posiciones muy divergentes con el gobierno actual. El actual canciller no tuvo ningún problema en nombrar un embajador que viajó hace cinco días», subrayó el futuro titular de Relaciones Exteriores a La Patriada. Solá adelantó que luego de asumir se sentará con el presidente Alberto Fernández para definir qué hacer con estos casos.

Pero el de Raimondi no es el único caso. Faurie también designó al director de Ceremonial, Marcelo Suárez Salvia, en el estratégico consulado en Nueva York. Suárez Salvia, Faurie y el principal asesor de Macri en temas internacionales, Fulvio Pompeo, vienen trabajando juntos desde la época que Carlos Ruckauf ocupó la Cancillería. Desde su cargo de cónsul, por ejemplo, el diplomático macrista hará de anfitrión a los funcionarios argentinos que deban viajar para negociar la deuda que deja este gobierno. El caso del consulado en Nueva York se replica en Milán, donde Faurie nombró al actual director de Asuntos Consulares, Luis María Sobrón.

Hay que destacar que para los casos de los cónsules no es necesario que el país al que son trasladados les otorgue el plácet, por lo que el trámite es mucho más sencillo. De ahí que Faurie haya optado por nombrar a sus amigos cónsules y no embajadores. De todas formas, los gastos de traslado -que incluye alquiler, mudanza y demás- son los mismos, algo no menor para una gestión que tendrá la escasez de divisas como uno de sus más urgentes problemas.

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Si nos remontamos a las últimas semanas, Faurie designó embajadores en países como Yemen, Omán, Haití y Rumania. De tan escandaloso, en Filipinas, por ejemplo, respondieron que no le darían el plácet al embajador nombrado hasta que lo ratificara el nuevo gobierno. En cambio, al representante que designaron para los Países Bajos dijo él que esperaría a que asumieran las nuevas autoridades antes de aceptar el cargo. Una excepción.

Pero un caso que molestó especialmente a Alberto Fernández y sus colaboradores fue el de la designación de Carlos Cherniak, un diplomático de origen radical que se desempeñaba en la dirección de Asuntos Parlamentarios, como nuevo representante argentino en la FAO, el organismo de las Naciones Unidas que trata sobre la alimentación. Dado el papel central que tendrá para el próximo gobierno el Plan Nacional contra el Hambre, seguramente el país tendrá un lugar destacado en ese foro. «Alberto necesita un representante de confianza en ese lugar, no un funcionario macrista», definía un diplomático vinculado al Frente de Todos.

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