La Cámara de Diputados convirtió en ley finalmente el proyecto de etiquetado frontal de alimentos, con 200 votos a favor, 22 negativos y 16 abstenciones.

La Cámara de Diputados convirtió este martes por la noche en ley el proyecto de etiquetado frontal de alimentos, ideado para advertir a los consumidores sobre los excesos de grasas, sodio y azúcares en los productos con el fin de ayudar a combatir la obesidad, la hipertensión y los riesgos cardíacos.

La iniciativa fue aprobada en general con 200 votos positivos; 22 negativos y 16 abstenciones.

Con asistencia perfecta, y luego de 20 meses, la Cámara de Diputados volvió a sesionar con plena presencialidad como no ocurría desde antes de la pandemia.

La iniciativa fue convertida en ley cerca de medianoche, cuando la sesión estaba cerca de cumplir 12 horas. El inicio había demandado cuatro horas de pedidos de apartamiento de reglamento para debatir distintos expedientes que no estaban contemplados en el temario de la convocatoria, tras lo cual la presidenta de Legislación GeneralCecilia Moreau (Frente de Todos), reflejó el trabajo realizado en comisiones y presentó los principales lineamientos del proyecto de «Promoción de la Alimentación Saludable», más conocido como de Etiquetado Frontal.

«Con esta ley vamos a subir un escalón en la prevención de la salud y las garantías de los derechos de todos los argentinos y argentinas», destacó sobre el proyecto que ya tenía media sanción del Senado.

«Lo estamos haciendo basándonos en evidencia científica concreta. De ella se desprende que el octógono negro de advertencia es la forma más eficaz para que los consumidores interpreten la presencia o ausencia de nutrientes críticos en los productos alimenticios que van a ingerir», agregó.

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Según dijo la vicepresidenta del bloque del Frente de Todos«al día de hoy la información nutricional que se brinda, y todos lo sabemos, es por lo menos confusa, y puede ocurrir que estemos comprando un producto (que parece) saludable cuando en realidad no lo es».

«Estamos rodeados de productos ultraprocesados, hipercalóricos, poco nutritivos, con exceso de grasas, sal, azúcares y también carísimos. La encuesta nacional de factores de riesgo para enfermedades crónicas no transmisibles realizada en 2018 dice que el 66% de la población argentina tiene exceso de peso, el 32% tiene obesidad, el 40% padece presión arterial elevada, el 30% tiene colesterol elevado pero el dato mas alarmante es que en la Argentina en los chicos de entre 5 y 17 años, el 41% tiene exceso de peso y el 13,6% es el porcentaje en menores de 5 años», advirtió.

Moreau aclaró que a partir de esta ley no se busca desde el Estado «prohibir la comercialización de ningún producto» sino que el objetivo es «asegurarle al consumidor de que le estamos brindando información concisa y concreta de lo que está consumiendo».

En la misma línea, la también oficialista Liliana Schwindt, uno de las principales impulsoras de la iniciativa en Diputados, subrayó que «la salud no se negocia» y destacó que la iniciativa es «una reivindicación histórica en la Argentina, de los consumidores que llevan alimentos a sus mesas y no saben lo que están consumiendo».

Para la legisladora del Frente de Todos será una herramienta que «va a permitir producir mejores estándares de calidad, va a ayudar a la industria en consonancia con la tendencia global que existe en el mundo para la trazabilidad de los alimentos, y este proyecto con media sanción va a brindar también un paso más en la lucha contra la malnutrición en la Argentina y también en América Latina».

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«Esta ley, ya que a tantos les gusta hablar de libertad, significa más libertad para elegir qué consumir, para comprar, para elegir el modo en que nos vamos a alimentar y autonomía sobre todo para que nadie elija por nosotros», insistió.

En representación de Juntos por el Cambio, interbloque donde se dejaron traslucir diferencias, la radical Brenda Austin -quien en paralelo a Schwindt y otras legisladoras trabajó intensamente en el dictamen de mayoría- expuso la postura a favor.

A su entender, «las etiquetas que están en el dorso de los productos son absolutamente insuficientes» ya que «apenas un tercio de los consumidores las leen y apenas la mitad de lo que las leen, las entienden».

Como contraparte, la diputada del PRO Carmen Polledo expresó fuertes críticas al proyecto y defendió su propio dictamen de minoría que deja de lado la resolución gráfico del sello octogonal, por considerarlo «estigmatizante».

«Hay una sector que tiene mucho de fanatismo que nos impone la necesidad de elegir entre los octógonos negros o la obesidad. Nadie dice que la obesidad no es una enfermedad ni que no hay que informar a la sociedad en el envase del producto. El problema es cómo se informa y aquí es donde intervinieron otros factores que no permitieron discutir sobre los modelos de etiquetado vigentes», resaltó.

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