La devaluación que permitió Mauricio Macri después de las PASO sigue causando estragos en los indicadores sociales. La canasta de pobreza subió casi 1900 pesos solo en septiembre y se encareció más de 12.400 pesos en un año.

Una familia tipo de dos adultos y dos hijos necesitó en septiembre un ingreso de 34.712,76 pesos para no ser pobre y 17.164,45 pesos para no caer en la indigencia. La devaluación que convalidó Mauricio Macri después de las PASO se trasladó de manera directa a la inflación de septiembre, que registró un alza del 5,9 por ciento a nivel nacional. Según el Departamento de Estadística de la Ciudad de Buenos Aires, la canasta básica total (pobreza) en territorio de Horacio Rodríguez Larreta se encareció 6,1 por ciento el mes pasado y la canasta alimentaria (indigencia) aumentó 5,8 por ciento. Respecto de un año atrás, la canasta total se encareció 55,6 por ciento y la alimentaria, 57,9 por ciento. El dato nacional de ambas canastas lo publicará este jueves el Indec.

De acuerdo con las cifras oficiales de la administración porteña, en septiembre una familia de cuatro integrantes requirió 1891,44 pesos más que en agosto  para adquirir la canasta básica total (32.823,32) y 983,20 más para la canasta alimentaria (16.181,25 pesos). Respecto de un año atrás, el aumento fue 12.403,44 pesos para no ser pobre, frente a una canasta total de 22.311,32 pesos en igual mes de 2018, y 6293,46 pesos más para alimentarse (10.870,99 pesos valía la canasta básica de alimentos en septiembre del año pasado).

Según el informe de la Ciudad, la canasta de alimentos para los jubilados alcanzó en septiembre los 16.518,41 pesos, con lo cual se encareció 5,3 por ciento respecto de agosto y 48,6 por ciento contra igual mes del año pasado. La cesta de alimentos para un hogar con dos adultos mayores se ubicó en 5448 pesos, con un alza del 6,1 por ciento mensual y del 49,9 por ciento interanual. El informe de la Ciudad da cuenta también de rarezas como estimar el gasto en alquiler y expensas para una pareja en solo 7900 pesos mensuales, con lo cual la canasta básica total para ese hogar trepa de 33.169,51 pesos.

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La caída del poder adquisitivo de los salarios y la pérdida de empleo que generaron las políticas de ajuste del macrismo explican el fuerte aumento de la pobreza y la indigencia en los últimos cuatro años. Según el Indec, la pobreza alcanzó al 35,4 por ciento en el primer semestre del año y la indigencia promedió el 7,7 por ciento de la población. En términos absolutos representa más de 16 millones de argentinos en condición de pobres, de los cuales 3,4 millones están en situación de indigencia, lo que significa que ni siquiera logran alimentarse adecuadamente. La comparación frente al primer semestre de 2018 arroja una suba del índice de pobreza de 8,1 puntos porcentuales, equivalentes a casi cuatro millones de personas.

Estos datos no tienen en cuenta el impacto de la devaluación de agosto en el bolsillo de las familias, lo que, medido por ingresos, provocó una segunda ronda de aumento de pobres e indigentes. La evolución de la indigencia y pobreza se mide a través de la canasta básica alimentaria y total (incluye servicios de alquiler, expensas, educación, útiles y artículos de limpieza, entre otros), frente al nivel de ingresos del hogar. En el caso del ente estadístico porteño, desde diciembre de 2015 la canasta total aumentó 176 por ciento, al pasar de 12.575,91 pesos a 34.712,76 que informó este martes. Sin embargo, la dolarización de buena parte de la economía hizo que el mayor salto se exhibiera en alimentos. De esta manera, la canasta alimentaria para un hogar de dos adultos y dos menores se disparó 213 por ciento, de 5467,03 en diciembre de 2015 a 17.164,45 pesos para septiembre último.

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En el mismo lapso el salario mínimo pasó de 6060 pesos (mayo de 2016) a 15.625 pesos actuales, un incremento del 157,8 por ciento,  18,2 puntos por debajo del aumento de la canasta básica total porteña, mientras que la jubilación pasó de 4959 pesos a 12.937 pesos, lo cual implica una suba del 160,9 por ciento, 15,1 puntos menos que los precios. En el caso de las jubilaciones y pensiones, sus ingresos se vieron afectados por la modificación en la forma de actualizar los haberes con la reforma de la ley de movilidad de fines de 2017.

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