Las conversaciones con los clubes de barrio ponen sobre la mesa una misma frase: “No se pueden pagar”. Es la respuesta ante las facturas de la luz que, en algunos casos, trajo aumentos por encima del 200 por ciento luego de los incrementos autorizados por el gobierno de Javier Milei. Conjugado con una situación económica cada vez más dura entre las familias del conurbano, los dirigentes advierten que no podrán aumentar las cuotas sociales, no se ampliará la masa societaria y, de seguir así, no tienen en claro cómo seguirán en pie.

Todos señalan el mismo problema. El aumento fue abrupto, no hay entidades oficiales a nivel nacional que escuchen los reclamo y “encima ahora falta que llegue el gas y el agua”. De casi 87 mil pesos a 260 mil en el Club 30 de Octubre en San Justo, partido de La Matanza, o de 540 mil pesos a un millón y medio de pesos en el caso del Club Banco Nación de Vicente López, los incrementos pusieron en jaque a los clubes de barrio.

“Ellos tienen la idea de privatizar todo, no sé si quieren que la gente pierda todo, porque la idea era que iban a ayudar al pueblo, sacarles a los ricos, y la verdad es que nos partieron y arruinaron”, cuenta Rocío Fuentes del 30 de Octubre. “Los padres están todos indignados, y por eso todos vienen a ayudar”, remarca.

Esta discrepancia con las decisiones del Gobierno nacional la comparte Rodrigo Graña, presidente del Club Banco Nación. “Estamos en Vicente López, una zona pro Milei y pro Macri, pero quienes vienen quieren que el club mejore, entonces vemos muchos que votan por un Donald Trump pero quieren que los defienda el Che Guevara”, retrata su actualidad.

Desde la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB) explican a este medio que la situación actual es más compleja que la vivida durante la presidencia de Mauricio Macri. “Ahora hubo un pico de aumentos, nada que sea mínimamente progresivo, y no hay espacios de defensa del ciudadano”, remarca su vicepresidenta Marina Lesci.

La ex intendenta de Lomas de Zamora, relata que están recibiendo toda la documentación de las instituciones que se encontraron con estos incrementos en sus facturas para evaluar los casos donde se deberán hacer presentaciones administrativas, o bien, judiciales. Lesci no descarta que el actual cuadro crítico que atraviesan los clubes se traduzca en “una movilización social”.

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“Hay clubes que ya nos avisaron que no van a pagar, pero porque no pueden”, cuenta la vicepresidenta de la UNCB. “Queremos evitar los cierres, eso es lo que queremos visibilizar, por el rol social y colectivo que tienen los clubes frente al sálvese quien pueda del Gobierno nacional”, remarca.

Marina Lesci, vicepresidenta de la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB). 

De norte a sur y también al oeste

A lo largo de todo el arco que linda con la avenida General Paz y el Riachuelo, el escenario en la provincia es el mismo. En algunos casos, los aumentos en la boleta de la luz estuvieron por encima del triple de la última liquidación.

En La Matanza, Fuentes comanda junto a su hermano los destinos del Club 30 de Octubre en Villa Constructora. Cuenta que tienen dos medidores por la bajada del buffet. En el período anterior, les llegó cerca de 80 mil pesos en un medidor y 7 mil en otro. En abril los montos fueron 214 mil pesos y 44.500 mil, aproximadamente.

“Estamos hablando con los padres para hacer bingos, sorteos, bailes o campeonatos para recaudar fondos”, dice. Hoy son más de 200 chicos y chicas los que transitan la situación y Fuentes subraya que “muchos ya no pueden pagar”. “Nunca les vamos a decir que no vengan porque preferimos que estén acá y no en la calle”, señala.

La lectura de Graña, del Club Banco Nación, camina por el mismo carril. “Trabajamos con la gente y nos dice que no puede pagar el colegio o, incluso, no pueden comprar carne, entonces achica en el club, en el cine o en la salida afuera”, sostiene.

Explica que desde diciembre perdieron alrededor de 400 socios, cuya cuota es la principal fuente de ingresos del club en el cual se formaron el rugbier Hugo Porta y la judoca Paula Pareto, quien obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2016.

No sabemos hasta cuándo podremos bancar esta situación, por eso estamos sacando promociones para mantener o bajar los precios de las cuotas y aumente la masa societaria”, indica Grama. “Tendremos que ver qué subsidios podemos categorizar y ver algún apoyo por ese lado”, afirma. Lo que, asegura, será parte del futuro es informarles a los socios como está la situación financiera mes a mes.

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Por el sur del conurbano se replican los problemas de los clubes. En Murature al 1600 en Lomas de Zamora está el Club Vecinos Unidos de Fiorito“La Bolsita”, para el barrio. “Le dicen así porque porque sus fundadores hipotecaron su casa, compraron los terrenos en 1948 y lo cercaron con bolsas de arpillera para organizar campeonatos de futbol”, cuenta Hugo Rajo, su presidente.

«En la previa a la última factura de 380 mil pesos venían importes de 150 mil o hasta 180 mil pesos”, dice sobre el consumo de electricidad. “El Gobierno nacional le erró con todos estos aumentos porque acá le damos contención a mucha gente del barrio, más de 150 chicos, y tienen que tener más consideración porque somos sin fines de lucro”, remarca el dirigente. “Dejamos nuestras cosas personales para estar acá”, dice Rajo.

Cuanta que están achicando sus consumos en general, pero el recorte fue en el comedor. Sucede que desde fines del gobierno de Macri en la Bolsita se le daba de comer a 80 chicos y chicas. En diciembre se cerró porque “el costo de hacer la olla pasó de 15 mil pesos a 90 mil”, lamenta.

Un poco más al sur, en Almirante BrownIván Wolovich, presidente del Club Independiente de Burzaco afirma que “veníamos pagando en diciembre 190 mil pesos y la última factura fue de 580 mil”. “Y ahora se viene el gas”, advierte.

Con una cuota social de 2 mil pesos, cuenta que en la última reunión de comisión directiva se conversó sobre la posibilidad de aumentarla. “¿A cuánto?”, se pregunta. Y se responde: “Un montón nos piden becas para competir, la gente tiene menos ingresos y entonces pensamos en hacer eventos pero significa sacar plata con una calle que cada vez tiene menos guita”.

“Creo que varios clubes van a desaparecer”, asegura. A su criterio, hubo una situación similar con el macrismo. Hoy, apunta, “hay un grado de intencionalidad porque esto se podía subir de forma más gradual”. “Es casi morboso lo que hacen”, agrega.

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Relata que, en junio, Independiente de Burzaco cumple 95 años pero es difícil pensar en nuevas obras. “Te obligan a mantenerte en un estado basal”, sostiene.

Para Wolovich, la intencionalidad del Gobierno nacional es que el sector privado “se meta en el deporte”. “Con los clubes ahogados muchos se tientan con cederlos, o un terreno, o las concesiones, y perdés para de tu institución y, al mismo tiempo, es sacárselo a la sociedad”, remarca.

Dar la pelea

Lesci explica que cada empresa prestadora del servicio eléctrico tiene sus “particularidades” a la hora de definir los beneficios tarifarios, pero que, en todos los casos, la tarifa social, comunitaria o diferenciada siempre existió. “Deberá haber una presentación política o social por esta quita que se hace a las economías de las asociaciones civiles se vuelven imposibles”, indica.

La dirigente que supo presidir el Club Defensores de Banfield remarca que existe un marco legal con la Ley Nacional de Clubes de Barrio o la Ley de Asociaciones Civiles de la Provincia de Buenos Aires que hablan de una tarifa social. “Más allá de si son normas operativas o programáticas de forma inmediata, el Estado debe ser veedor de que eso se aplique”, señala.

Hoy vicepresidenta pero ex presidenta de la UNCB, Lesci resalta que el marco de contención que tiene un club es una complementariedad con el Estado. “Los pibes que queden en la calle sin contención naturalmente van a devenir en situaciones complejas a nivel barrial o familiar que, a su vez, serán otra demanda para el Estado”, agrega.

Hasta el momento, afirma, no hubo clubes que le hayan notificado a la Unión la posibilidad de que cierren sus puertas de manera inmediata. “De todas formas, esto no es una discusión económica, sino que se trata de destruir la matriz colectiva y asociativa de nuestros barrios”, apunta Lesci.

“La cuestión de las tarifas no es más que una forma de poner en jaque a las instituciones intermedias que forman a los pibes y las adolescencias con mirada colectiva, donde entienden que la Patria es el otro”, subraya.

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