“¿Qué sabés del peruano?”, le preguntó el fiscal Carlos Stornelli al falso abogado Marcelo D’Alessio. El peruano al que se refería era el piloto Jorge Castañón, exmarido de la actual esposa de Stornelli, Claudia Reston. Y lo que había pedido el fiscal era que D’Alessio le hiciera una investigación ilegal al piloto para luego “cortarlo”, o sea iniciar un proceso judicial que le impidiese a Castañón volver al país. En el marco de los planes barajados estuvo la idea de colocarle algún artículo importado en la valija, con lo que le abrirían una causa por contrabando o, peor aún, ponerle cocaína para armarle un expediente por narcotráfico.

Stornelli, que hoy está procesado por ese hecho, es la misma persona que en su rol de fiscal jugó la carta principal para que se cierre la causa por los chats entre el operador de la Corte Suprema, Silvio Robles, y el ministro de Justicia porteño, Marcelo D’Alessandro. Su argumento para que el expediente quede en la nada fue que “las comunicaciones podrían haber sido obtenidas ilegalmente, producto de maniobras de inteligencia ilegal”. O sea, el campeón de las maniobras de inteligencia ilegal, no sólo contra el exmarido de su actual esposa, se horrorizó porque se descubrió el contubernio entre la Corte y Juntos por el Cambio por un chat supuestamente producto de un hackeo.

Hackeo no, cocaína sí

El diálogo de Stornelli con el falso abogado D’Alessio siguió así:

Stornelli: “¿Dónde trabaja el peruano?

D’Alessio: “En United Express, una low cost. Consigue pasajes gratis. Es bagayero”. Se le dice bagayeros a los que llevan y traen cosas importadas.

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Stornelli: “¿Se puede advertir en algún lado el bagayo?” –O sea, el fiscal le pregunta al falso abogado si se lo puede hacer detener a raíz de los artículos importados que supuestamente trae.

D’Alessio: “Yo le haría algo un poquito peor. Le pondría algo en la valija, viste, y ahí se deja de joder. Lo bloqueo allá, acá o donde vos quieras” –O sea, lo hacemos meter preso por drogas.

El juez federal Alejo Ramos Padilla lo citó a declaraciones indagatorias por estos delitos que surgieron del celular de D’Alessio, el fiscal faltó seis veces y tardó nueve meses en presentarse. Terminó procesado, entre otras cosas por espionaje ilegal. Justito su argumento para intentar el entierro de la causa Robles-D’Alessandro o Rosatti-macrismo.

Stornelli hace de Tinelli

Pero no fue el único procesamiento. En otro chat entre D’Alessio y Stornelli, el fiscal le dice al falso abogado:

— “Convencelo a Rodrigo”.

¿De qué debía convencer D’Alessio al tal Rodrigo? De hacerle una cámara oculta a José Manuel Ubeira, hoy abogado de Cristina Kirchner, pero entonces defensor en la causa Cuadernos de Oscar Thomas, presidente del Ente Binacional Yaciretá durante doce años. Como ocurrió con todos los imputados en Cuadernos, a Thomas le dijeron: “o se arrepiente o va preso”. Es más, lo fueron a ver de manera ilegal a la cárcel para presionarlo, pero Thomas le dijo en la cara a Stornelli, durante la indagatoria: “No tengo nada de qué arrepentirme”La cuestión era de máxima importancia porque el reconocimiento de algún delito por parte de Thomas repercutía en Paraguay, donde Mauricio Macri tenía máximo interés. La firmeza del funcionario derivó en una ofensiva contra su abogado.

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“Yo llego y le hago la cámara oculta –le dijo D’Alessio a Stornelli–. Y la presento en tu fiscalía por un tercero”. Es decir: Stornelli pactó con D’Alessio que el falso abogado haría una cámara oculta al estilo de las de Marcelo Tinelli, para luego intentar –si Ubeira caía en la trampa– una extorsión del letrado.

No sólo fue eso lo hecho por el falso abogado: D’Alessio mandó a seguir a Ubeira y en una agenda se encontró un listado de todos los clientes del abogado y, al final de la nómina, la leyenda: “a sangre fría, Truman Capote”. Seguramente una indicación que preparaban algún tipo de plan de agresión.

Los sobres de Stornelli

Pero las maniobras con escuchas ilegales de Stornelli registran antecedentes asombrosos. Tras su encuentro en Pinamar entre Stornelli y D’Alessio, un empresario, Pedro Etchevest, grabó los diálogos extorsivos del falso abogado. El empresario hizo la denuncia y los dos, Stornelli y D’Alessio fueron imputados por el juez Alejo Ramos Padilla.

Como respuesta, Stornelli puso en marcha una jugada escandalosa. El fiscal se presentó en Comodoro Py y contó que alguien tiró por debajo de la puerta de su oficina un sobre con la transcripción de escuchas ilegales en el penal de Ezeiza. Los diálogos no tenían la menor entidad, pero se difundió que la denuncia por la extorsiones de D’Alessio en Dolores fue una operación tramada en la cárcel por exfuncionarios del gobierno peronista. Le pusieron el nombre de Operación Puf Puf por una frase que pronunció el ahora diputado Eduardo Valdés.

La investigación de las escuchas ilegales en Ezeiza –en ese caso Stornelli no tuvo ningún problema con la ilegalidad de las escuchas– recayó en el juez Luis Rodríguez y el fiscal (ahora fallecido) Jorge Di Lello. Ninguno de los dos revistaba en la abrumadora mayoría macrista de Comodoro Py. Por lo tanto, dos días después, Elisa Carrió dijo que recibió otro sobre, con las mismas escuchas que había presentado Stornelli. El viejo truco de las casualidades permanentes: la referente de la Coalición Cívica mandó a dos escuderas -Paula Oliveto y Mariana Zuvic- a hacer la denuncia al edificio de Retiro. Cuando hay una causa anterior, se supone que la nueva se acumula y va al juez y el fiscal que ya están actuando. Nada de eso importa en Comodoro Py: armaron una causa melliza, obviamente a cargo de Claudio Bonadio.

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Luis Rodríguez cerró la causa por inexistencia de delito y, tras el fallecimiento de Bonadio, Marcelo Martínez de Giorgi hizo lo propio. El fiscal Franco Picardi no apeló, pero sí lo hizo Stornelli, como querellante. Después ocurrió lo previsible, los camaristas M (por aliados al macrismo), Leopoldo Bruglia y Mariano Llorens le dieron la razón a Stornelli y la causa de las escuchas ilegales de la cárcel de Ezeiza sigue abierta.

Las historias sacan a la luz un cuadro evidente. Los chats Robles-D’Alessandro no pueden usarse en ninguna causa (dice Stornelli). En los otros chats y maniobras de espionaje ilegal, Stornelli fue denunciante, querellante, inspirador y protagonista.

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