La exhibición, curada por Rosa Lesca, reconstruye precisamente el diálogo poético entre ambos artistas.

La exhibición, curada por Rosa Lesca, reconstruye precisamente el diálogo poético entre ambos artistas.

La exposición reconstruye parte del intercambio epistolar entre el poeta español Rafael Alberti (1902-1999) -integrante de la llamada Generación del 27- y el artista León Ferrari (1920-2013), documentando una relación de amistad que comenzó en 1960 y prosiguió por carta tras la mudanza del autor de «Marinero en tierra» y El alba del alhelí» en 1963 a Italia.

Iniciada el año pasado en el Centro Español de la ciudad de Córdoba al cumplirse los 80 años del exilio de Alberti -como tantos otros- por la Guerra Civil Española (1936), la muestra se constituye como un legado vivo que continuará su viaje en Paraguay el año próximo. Mientras tanto, por estos días su presentación en el Centro Cultural de España en Buenos Aires coincide con la reapertura del espacio tras las restricciones impuestas por la pandemia.

«Nos llena de alegría volver a recibir visitas presenciales. Más aún, como es el caso, para sumarnos al centenario de León Ferrari, celebrando la amistad entre dos figuras mayores de nuestra cultura, como el propio Ferrari y Rafael Alberti, cuya presencia y cuya obra el CCEBA ya tuvo la suerte de albergar en el pasado», dijo María Morazo, directora del CCEBA.

El nombre de la muestra, "Te escribiré siempre", responde a un juego, porque en las cartas siempre se escribían "escríbeme siempre".

El nombre de la muestra, «Te escribiré siempre», responde a un juego, porque en las cartas siempre se escribían «escríbeme siempre».

La muestra se trata de una combinación de piezas originales y facsímiles de cartas, apuntes, dibujos, objetos y libros, poemas hechos audio. Es parte de un acervo documental que se acerca al público como «Escrito en el aire» (1964) con textos de Alberti y dibujos de Ferrari o una reproducción realizada por el artista argentino de su obra «La civilización occidental y cristiana» (1965) y el relato de cómo fue provocado este acto creativo, pensado a la luz de la guerra de Vietnam.

La obra, presentada para el premio Di Tella en 1965, fue rechazada por el director del Instituto que lo había convocado, Jorge Romero Brest, quien le sugirió que cambiara el avión de combate por una maqueta o retirara la obra, según evoca la especialista Andrea Giunta.

«Las cartas hablan no solo de la amistad y lo cotidiano sino también de sucesos políticos como la creación de su obra ‘La civilización occidental y cristiana´. El motivo de obra y los materiales utilizados están aclarados en el intercambio epistolar»

Rosa Lesca

La exhibición, curada por Rosa Lesca, reconstruye precisamente el diálogo poético entre ambos artistas y está organizada en cuatro núcleos temáticos: «Escrito en el aire», que trata sobre el libro realizado en conjunto (1964), «Sermón de la sangre» relacionado al poema de Alberti, la guerra de Vietnam y un apartado sobre el exilio.

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A partir de una carta escrita por Ferrari para su amigo Alberti y fechada en 1978, y que él mismo fotocopió y guardó para sí, comenzaron a buscar las anteriores enviadas por el artista, para poder «terminar de armar el diálogo», porque según la curadora «Rafael no fue tan archivista como lo fue León» que era ingeniero. Lesca acota: «Todos los años va apareciendo material. Primero eran diez cartas y después nos dimos cuenta que a parte de las cartas estaban los dibujos».

La muestra se llama "Te escribiré siempre. Correspondencias Rafael Alberti – León Ferrari".

La muestra se llama «Te escribiré siempre. Correspondencias Rafael Alberti – León Ferrari».

El nombre de la muestra, «Te escribiré siempre», responde a un juego, porque en las cartas siempre se escribían «escríbeme siempre». No se trata solo de cartas sino todo el resto: los dibujos, los poemas, las obras. También es el material que dio origen al libro «Escrito en el aire», publicado en 1964 en Italia, que realizaron entre ambos y terminaron de editar por carta.

Reproducciones de algunas de sus páginas, dibujos y poemas -con la caligrafía dibujada de Alberti- cuelgan de delgado hilos de alambre. El libro expuesto en una vitrina es testigo de ello.

Con el dibujo de 1962 de Ferrari inspirado en el poema de Alberti «El sermón de la sangre» (1930), -cuyo original se encuentra en el MOMA (Estados Unidos)- comienza el segundo núcleo. «Se exhiben los cuadernos donde registra el proceso hasta lograr la obra. Hace seis dibujos y va registrando», cuenta Lesca.

Según cuenta la curadora, en ese registro minucioso y codificado, Ferrari expone su búsqueda de los materiales, el tipo de papel a utilizar, la tinta, el color, especialmente uno que fuera «el color exacto de la sangre», para lo cual utiliza alizarina, que «era el color de los cascos de los soldados ingleses, los cascos rojos, es el mismo color de la guerra: «Todo tiene su significado simbólico, no hay nada que no esté pensado», comenta.

Ferrari ya había trabajado con cerámica en 1954 cuando estaba en Italia. En Brasil -durante el exilio- comienza a hacer una serie de esculturas de alambre. «Siempre se dice que deja la ingeniería pero en realidad lo que hace es aplicar la ingeniería al arte y empieza a vivir de eso», explica Lesca.

La exhibición despliega en cuatro ejes temáticos un diálogo entre el poeta español y el artista argentino.

La exhibición despliega en cuatro ejes temáticos un diálogo entre el poeta español y el artista argentino.

«Las cartas hablan no solo de la amistad y lo cotidiano sino también de sucesos políticos como la creación de su obra ‘La civilización occidental y cristiana´. El motivo de obra y los materiales utilizados están aclarados en el intercambio epistolar», apunta la curadora.

«Sería muy bello no tener que hacer lo que estás haciendo, ni yo escribir lo que a veces escribo, pero basta abrir el diario en la mañana, para comprender que eso ya no es posible. Es la hora de vomitar. Vomitemos», puntualiza Alberti en 1965.

«Los bombardeos de Vietnam me han sacado de mis casullas. Abandoné el arte por el arte y emprendí el fértil valle del arte para la política o la política disfrazada de arte», relata a su vez Ferrari. Sobre los materiales que va consiguiendo, el artista dice: «dicho así puede ser un poco burdo pero no me importa, lo que me importa es mandarlo a la mierda a Johnson (presidente de Estados Unidos) y para eso uso muy tranquilamente el pop art norteamericano», revela.

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«Ahí entendimos porque es una obra muy pop en algún punto. Él usó las mismas herramientas del arte norteamericano para denunciar. Toma el lenguaje del otro para hablarle. Lo hizo en muchas ocasiones. En este caso, las cartas nos terminaron de completar información muy importante», explica.

Una amistad de más de 30 años que se recorre a través de proyectos, exilios, escritos y dibujos.

Una amistad de más de 30 años que se recorre a través de proyectos, exilios, escritos y dibujos.

Alejado de las paredes, una esfera de alambres de 2006 que estuvo en la muestra «Escrito en el aire» -mismo título con 40 años de distancia-, trae lo que Alberti le dijo a Ferrari sobre el libro: «Te felicito, pues los signos y pelos tuyos en el aire siguen pareciéndome bellos, indecentes, misteriosos», como un juego. Debajo de los «pelos» metálicos, en una vitrina, el poema escrito y dibujado por Alberti, ´Balada del hombre nuevo´ (1954). «Alberti, que era un gran dibujante aparte de poeta, habla de España y del hombre nuevo», indica la curadora.

Durante el exilio Ferrari produjo la serie de 27 planos, reproducidos (todos juntos) con la técnica de heliografía, usada para planos de arquitectura, a la que llamó «arquitectura de la locura», con la idea de que cuando se trastoca lo cotidiano nada tiene sentido. Cita la curadora al artista: «empecé a hacer unos planos de ciudades locas». Y agrega que «se trata de una serie que numeró x al infinito, rompiendo la idea de edición limitada».

Un video, poemas, dibujos y otros documentos como cartas manuscritas donde Alberti sobre lo borroneado dibujaba un pececillo, proyectos para un monumento a Lorca, complementan la exposición.

«La muestra es ponerlos a conversar qué es lo que les gustaba, sentarse a conversar y tomar vino», concluye Lesca. Con la frase «Adiós. Escríbeme siempre» comienza y a la vez termina el recorrido.

Organizada por el CCEBA junto a la Fundación Augusto y León Ferrari. Arte y Acervo (FALFAA), con motivo del centenario del nacimiento del artista argentino, la muestra cuenta también con obras y reproducciones de la Fundación Rafael Alberti (España).

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