En su libro “Cuando sea grande quiero ser”, recién premiado como el mejor álbum multimedia por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (Alija), la escritora Estrellita Caracol muestra cómo los niños están familiarizados con las nuevas tecnologías desde muy temprana edad y cómo estas herramientas constituyen nuevas maneras de acceder a la cultura.

Desde que tiene memoria, el collage forma parte de la vida de Estrellita Caracol, seudónimo que cobija a la escritora Natalia Spadaro. Es una forma de lenguaje que le resulta muy natural. Y entre las infinitas maneras de aplicar esta técnica, la de esta autora se caracteriza principalmente por los papeles pintados y porque recorta directamente, sin dibujo previo.

La narradora se formó como diseñadora gráfica en la Universidad de Buenos Aires. Sus trabajos fueron publicados por prestigiosas editoriales de todo el mundo. Trabajó en la revista «La Valijita» de «Billiken» desde el 2007 hasta el 2019. Dicta talleres inclusivos y visita escuelas y jardines de infantes en distintas ciudades de Argentina y Latinoamérica.

«Cuando sea grande quiero ser» acaba de premiado en la categoría Multimedia por Alija, la sección argentina de IBBY (International Board on Books for Young People, la Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil, una entidad con sede en Suiza y filiales en más de 70 países que nuclea a escritores, escritoras, ilustradoras e ilustradores, narradoras y narradores orales, entre otros

El texto, publicado por Gerbera Ediciones, está trabajado a partir de la realidad aumentada (RA), una tecnología que superpone imágenes generadas por computadora y que aprovecha la sinergia entre los soportes físicos y los digitales para potenciar la comunicación de una idea.

Leer imágenes también es leer y a los niños leer imágenes les sale naturalmente. Creo que tenemos mucho que aprender de ellos en ese sentido

-Télam: ¿Cómo surgió el libro?
Estrellita Caracol: «Cuando sea grande quiero ser» surgió a partir de una serie de ilustraciones que abordan un tema que me atraviesa de manera muy personal: la importancia de hacer lo que amamos y de poder elegir. Parece una idea simple, pero ¿a quién no le preguntaron de niñe qué quería ser cuando fuera grande? Sin embargo, a mí me llevó mucho tiempo, coraje y trabajo duro animarme a dedicarme a vivir de esto que es mi trabajo, pero también mi pasión.

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Cuando alguien dice que de grande quiere dedicarse al arte, nunca falta quien te pregunta: ¿y de qué vas a trabajar? Constantemente conozco gente que me cuenta que le gustaría dedicarse a algo distinto de lo que hace y no puede o no se imagina cómo lograrlo. Por supuesto que no hay fórmulas. Y siempre está presente el factor de la posibilidad junto con las ganas y el deseo. A esto habría que agregarle que el sistema educativo obsoleto pretende que seamos todos y todas iguales y no hay una misma motivación para el arte que para las matemáticas, por ejemplo. Una prueba de esto es la cantidad de tiempo que se le dedica a las distintas disciplinas.

– T.: Tus narraciones están contadas a través de papeles que forman figuras e historias ¿Qué aporta esta manera de narrar?
– E.C.: Todo lo que se ve en mis ilustraciones es papel recortado, espontáneo e inmediato. Me gusta especialmente porque es una técnica muy lúdica y versátil, lo siento como un juego, donde primero aparecen fragmentos como piezas sin sentido y luego uno las puede ir moviendo y combinando para ver qué aparece.

Cuando recortás algo, eso ya está, no se puede borrar ni volver atrás. Y me parece maravilloso. La mayor parte de mi trabajo está enfocado en dos cosas que me apasionan: la creación de libros álbum y los talleres. Contar a través de las imágenes en los libros álbum me parece poderoso y universal. Por lo general no pienso que ilustro para la infancia: ilustro de acuerdo a la historia que quiero contar y a cómo la quiero contar. Leer imágenes también es leer y a los niños leer imágenes les sale naturalmente. Creo que tenemos mucho que aprender de ellos en ese sentido.

– T:¿Cómo abordás el trabajo de los talleres?
-E.C.:En mis talleres invito a que tanto chicos como adultos puedan tener su propio acercamiento al collage, siempre desde el juego y la experiencia colectiva, y tienen como disparador a los libros, ¡son una fiesta!

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Por ejemplo, en el Teatro Sarmiento de San Juan participaron 800 personas collageando al mismo tiempo… ese tipo de experiencias compartidas completan mi trabajo. Es movilizador, me nutro de las personas que participan. Ese espacio de intercambio es muy valioso e inspirador para mí. Me gusta pensar el collage y el arte en general como un gran medio para expresar nuestros sentimientos y pensamientos, como lugar para encontrarnos, conocer y reconocernos.

-T.: ¿Cómo llegan tus libros a tener música?
– E.C.: Un día le hablé a Mauro Di Bert sobre este proyecto porque sabía que él tenía estas mismas inquietudes, y no dudó en sumarse. Así que nos pusimos a trabajar en los textos. Luego, como él además es músico, los textos a veces le salían en forma de canciones o narraciones. Nos gustó tanto y nos dio tanta pena que todo eso no les llegara también a los lectores, que entonces ahí entró en juego lo que nos permiten las nuevas tecnologías. Buscando la manera de incluir los audios se nos ocurrió hacerlo a través de los códigos QRS que se pueden leer con un teléfono celular. El libro está armado como una especie de mapa y se puede leer y escuchar. Nos entusiasmamos tanto que hasta el colofón del libro tiene su con canción. Gerbera es una editorial con un perfil inclusivo, así que, además, el libro está diseñado en tipografía amigable para disléxicos y también tiene su versión en tinta y braille.

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