Sergio Massa logró la iniciativa desde el comienzo, poniendo contra las cuerdas a Milei proponiéndole contestar por sí o por no. Y lo curioso es que el libertario entró en el juego aceptando responder, consumiendo sus segundos no para desarrollar sus ideas, sino para dar examen frente al ministro.

En economía, donde se suponía que Massa estaría contra las cuerdas, no tuvo que responder sobre inflación o recesión. En los otros temas Massa mostró que tenía un itinerario claro: llevarlo a Milei a responder por todas las cosas dichas en el pasado como panelista que ahora “le pesan” como candidato. De allí las reiteradas ocasiones en que Sergio Massa invitaba a “buscar en Google”. Quizás el libertario debió haber tenido como referencia los debates de su candidata Victoria Villaruel, quien frente a Agustín Rossi demostró comprender las reglas de un debate, mostrándose más hábil para eludir los temas sensibles.

Promediando el debate el libertario mejoró propinando algunos latigazos y tratando con relativo éxito tomar la iniciativa. Pero siempre quedando en evidencia que se siente más cómodo exponiendo teorías que polemizando con otro candidato. En seguridad fue donde mejoró en algo su performance.

La impresión general del debate es la de un cruce entre un profesional con muchas batallas en la espalda versus un amateur en esas lides. Massa jugó de local asumiendo desde el arranque su condición.

El planteo general del candidato de Unión por la Patria fue claro: plantear el balotaje como un plebiscito a favor en o en contra del candidato de La Libertad Avanza. Más que sobre el miedo trató de plantear dudas sobre la idoneidad del rival.

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En un tema tan sensible como la economía, el candidato de UP que se suponía iba a ser el más cuestionado, revirtió la carga y se convirtió en el inquisidor.

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