El productor agropecuario cita los modelos de países citados por Buzzi, en donde utilizan los cortes más caros para “subvencionar los costos de faena, de despostes, de flete, de los cortes que quedan en el mercado interno, que también llegarían al mostrador a un valor menor del que tendrían sin esa posibilidad de integración diferente de precios”. De ser así, considera que no tendría que haber un traslado de precios paridad exportación. Sin embargo, reconoce que el Gobierno deberá “asistir a los sectores vulnerables” mientras “las fuerzas productivas se liberen y las variables se equilibren”.
Misma discusión se da en el sector del trigo y del maíz, pero fundamentalmente los panaderos plantean preocupación por las próximas políticas de desregulación. Hasta el 31 de diciembre se mantienen los fideicomisos que desacoplan el precio externo de la harina: el Fidecomiso Público (FETA), que subsidia la bolsa de harina de trigo e impacta en el precio de las panaderías y productos derivados, y el Fideicomiso Privado, compuesto por dinero de los exportadores. “Si estos subsidios se terminan, los panificados y productos con harina van a aumentar fuerte”, alerta el representante de una alimenticia.
En este sentido, Martín Pinto, del Centro de Panaderos de Merlo, se atreve a ponerle un precio al kilo de pan en caso de manejar precios internacionales: la bolsa de harina de 25 kilos, que hoy sale entre $8 mil y $10 mil, “podría irse a más del doble y encontrar el kilo de pan a $2.000”. “Hay que ser cautelosos porque es un tema sensible”, resalta con preocupación. Otro representante de una alimenticia que exporta busca matizar esta idea: “La harina en el pan es el 10%; luego es todo mano de obra e impuestos. Además, no todos los molinos forman parte de los fideicomisos”.
Por último, queda por analizar qué podría suceder con el aceite, un producto que hace tiempo que Fernando Savore, como titular de Almaceneros de la Provincia de Buenos Aires, alerta que falta en los pequeños comercios. En este caso también funciona un fideicomiso privado que subsidia el aceite envasado y la llegada de Milei pone en duda su continuidad. Sin embargo, para Daniel Yofra, secretario general de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, los precios de exportación no representan un problema porque “hay un nivel muy grande de consumo interno” y que los faltantes responden sobre todo a “cuestiones especulativas”.
A la liberación de cupos habría que sumar otras dos variables, que a su vez se interconectan: la corrección del tipo de cambio y el aumento de combustibles. El mercado especula con una devaluación que alcance al menos los $500 por dólar y, según los contratos de futuros, en torno a $770 para fines de diciembre. “Una devaluación del tipo de cambio generaría presión alcista en los precios de productos que cotizan internacionalmente. Este traspaso no debería ser pleno, dado que muchos productores y comercializadores ya han ajustado hacia arriba sus precios de referencia anticipando variaciones en el tipo de cambio”, indica Pablo Besmedrisnik, director de VDC Consultora. Según el especialista, de agosto a la fecha el incremento general de precios fue superior al 36% con un tipo de cambio oficial que apenas se movió. En ese sentido, considera que especialmente la carne, cereales, aceites y grasas son alimentos que sufrirán aumentos.