A favor: La verdad 24 veces por segundo

Por Jesús Rubio

Lo que Steven Spielberg hace en Los Fabelman va más allá de su capacidad para transmitir amor por el cine, y tiene que ver con la construcción de una mitología personal y con la reafirmación de una famosa tesis: si la fotografía es la verdad, el cine es una verdad 24 veces por segundo.

Los Fabelman es la prueba no solo de su enorme talento como director y como contador de historias, sino también de que el cine le salvó la vida develándole la verdad. Su talento para contar la historia de un adolescente (él mismo) que se da cuenta de que lo más importante en su vida son las películas es algo que no se puede negar. Pocos cineastas tienen el pulso de Spielberg para conmover con una historia tan personal.

Nadie sabe muy bien qué significa ese consejo del horizonte que John Ford (David Lynch) le da al joven Sammy Fabelman (Gabriel LaBelle) cuando este entra a su despacho a saludarlo y a manifestarle su admiración. Ford le dice a Sammy que cuando aprenda dónde va el horizonte en un plano, ese día va a ser un cineasta.

Sammy Fabelman (Mateo Zoryon Francis-DeFord), en un cine y entre sus padres, representados por Paul Dano y Michelle Williams. (Merie Weismiller Wallace/ Universal Pictures y Amblin Entertainment)
Sammy Fabelman (Mateo Zoryon Francis-DeFord), en un cine y entre sus padres, representados por Paul Dano y Michelle Williams. (Merie Weismiller Wallace/ Universal Pictures y Amblin Entertainment)

La dudosa anécdota, recreada en una escena final conmovedora por su convencimiento, parece más un capricho de Spielberg que de Ford, una mentira maravillosa que ayuda a reforzar su propio mito de iniciación. Spielberg nos la hace creer.

Al contrario de lo que parece, Los Fabelman no es una glorificación personal de la nostalgia. Es la constatación de que el cine muestra la verdad. Es a través del cine que conocemos más a las personas que en la vida misma, como queda demostrado con el secreto extramatrimonial de la madre y con la escena en la que Sammy retrata en cuerpo y alma a uno de sus compañeros de colegio. El cine desenmascara y muestra el alma.

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Los Fabelman viene de ganar el Globo de Oro a mejor película dramática y a mejor director, y cuenta con siete nominaciones al Oscar. Si el próximo 12 de marzo repite el triunfo en ambas categorías, será un merecido acto de justicia cinematográfica.

En contra: ¿La magia del cine?

Por Juan Manuel Pairone

Qué cosa hermosa, el cine. Y vaya si esa expresión queda dando vueltas luego de ver las más de dos horas y media de Los Fabelman, flamante película autobiográfica de Steven Spielberg que, ante todo, es una oda al séptimo arte como vehículo para crear nuevas realidades.

Eso es precisamente lo que hace el director con esta familia que se parece mucho a la suya y que protagoniza una historia basada en la de su infancia y en formato de coming af age. En su película número 35, el realizador vuelve al inicio de una carrera grandilocuente como pocas para contar ese viaje con la perspectiva del niño que, en parte, todavía sigue siendo.

Y es cierto que Los Fabelman proyecta belleza en varios instantes y tiene momentos que podrían ser calificados como mágicos. Sin embargo, la cinta también tropieza al abordar uno de los tópicos más populares de los últimos años, el propio cine, desde la mirada de alguien que representa el caso arquetípico de Hollywood como Tierra Prometida.

Así, el arte de hacer películas (y todas sus pequeñas artesanías vinculadas) es el gran protagonista en la historia de una familia disfuncional que hace lo que puede en tiempos en los que el sueño americano parece más fuerte que nunca. Contra eso lucha Sammy Fabelman a lo largo de su niñez y de su adolescencia. En un entorno en el que él no termina de encontrar su propio lugar (ni dentro ni fuera de su casa), la cámara y la luz son sus mayores confidentes. Como en Dawson’s Creek, pero 30 años antes.

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"Los Fabelman", la cinta de Steven Spielberg nominada a mejor película en los Oscar 2023. (Captura)
«Los Fabelman», la cinta de Steven Spielberg nominada a mejor película en los Oscar 2023. (Captura)

Lo que sucede después es harto conocido y el realizador elige bien el recorte de esta historia que huele a espíritu adolescente.

Pero lo que hace que Los Fabelman pierda parte de la magia que proyecta su diseño audiovisual es que, aunque Spielberg/Fabelman revisa veladamente sus primeros pasos como artista, da la sensación de que sobran fantasía y momentos dignos de algún tanque de entretenimiento con el sello del director de Jurassic Park o la saga de Indiana Jones.

Una disciplina como el cine en modo industrial, necesariamente colectiva y en tensión permanente con otros intereses, es mucho más que el relato idílico de un joven soñador que “llegó”.

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