Misrahi se había ganado la desconfianza del triángulo de hierro que rodea a Javier Milei por magros resultados, pero también por ausencia de control de lo que ocurría puertas adentro de la administración a su cargo. El cambio de nombres puede augurar otros problemas: habrá que estar atentos a los choques que puedan generarse entre Pazo y Vázquez, cuyas terminales en el poder son distintas.
Pazo tiene tras de sí un perfil particular para lo habitual en el cargo del recaudador de impuestos: fue socio del empresario Francisco De Narváez y tiene declaradas sociedades offshore, además de propiedades que se le adjudican en el exterior.
Para abonar la versión de que el alejamiento de Misrahi tenía origen en los chispazos por la poda de salario, el secretario general de la Unión de Personal Superior de la Administración, Julio Estévez aseguró: “no teníamos dudas de que la directora ejecutiva jamás iba a reducirse sus haberes a lo que cobra un ministro nacional; eso sería rebajarla a nuestros sueldos como directores de carrera, los cuales tenemos sobrada experiencia y capacitación para dirigir el organismo fiscal nacional”.
La poda no fue solo salarial en este período. La planta de la ex AFIP se redujo, por primera vez, a menos de 20 mil empleados y varios funcionarios con experiencia consultados, aseguran que deben controlar 10 veces más CUIT, con la plantilla reducida, y con el retiro de personal con mayor experiencia, que migró al sector privado. El Gobierno consiguió un ahorro, pero precisamente en la repartición encargada de recaudar impuestos, lo que para quienes están en la actual ARCA, puede poner en riesgo el equilibrio fiscal si no se cumplen las metas de recaudación no solo por una merma en las operaciones, sino por huecos que se generen en el control tributario de las mismas.