Las peores pesadillas se hacen realidad en “la casa del terror”. Doce familias en Villa Ortúzar están sin luz desde el 8 de marzo. En una de las casitas de Charlone 1625, una pequeña vela sobre la mesa del living intenta eclipsar la oscuridad. Parece de noche, pero son las diez de la mañana. Silvia González invita a pasar para que se pueda “ver” lo que significa vivir sin energía eléctrica hace casi un mes. Edenor cortó el cable que les suministraba luz a las familias que fueron construyendo sus viviendas precarias en ese terreno situado en la traza de la ex Autopista Nº 3. Les comunicaron que lo hacían por “prevención”, porque están casi al lado del inmueble que se incendió a fines de enero (Charlone 1645), y que a la semana volverían a tener luz. Silvia cuenta que el Gobierno de la Ciudad les dijo que había solicitado un medidor social a Edenor para el terreno. A casi un mes, las vecinas y vecinos afectados están tan indignados como desconcertados. “El gobierno nos dice que el que no quiere darnos la luz es Edenor. En Edenor nos dicen que el gobierno no pidió ningún medidor”, resume esta mujer de 48 años el drama en el que están sumergidos y no duda en afirmar que “el Gobierno de la Ciudad está haciendo abandono de persona con nosotros” al no buscar una solución.

El llanto de los niños

Silvia, que perdió su trabajo en una panadería sobre la calle Bauness, tiene tres hijos de 15, 13 y 11 años. Los tres están en la escuela. La semana pasada tuvo que ir al hospital porque no está bien de salud. “La doctora me dijo que estoy en un estado nervioso, así que tengo que cuidarme”, revela esta mujer que junto a las otras familias damnificadas decidieron el lunes por la noche cortar la calle en la esquina de Charlone y Estomba, cansadas de que nadie resuelva el problema de la electricidad. Además de la policía, apareció un representante de Edenor, quien les informó que tenían que contratar a un electricista matriculado para que les coloque las tres cajas trifásicas que se necesitan para instalar el medidor social. Entonces llamaron a un electricista y les pasó un presupuesto de 650 mil pesos. “¿Cómo hacemos nosotros para conseguir esa plata?”, pregunta Silvia mientras agarra su celular que está por quedarse sin batería y comenta que suele hablar con Hernán Muzzio, el coordinador de la ex AU3, el único interlocutor del gGobierno de la Ciudad, para pedirle una solución. Muzzio le dice a Silvia que el Gobierno de la Ciudad le reclama todos los días a Edenor para que pongan el medidor. Cuando ella llama a Edenor, le repiten lo que viene escuchando hace casi cuatro semanas: que no hay ningún medidor pedido para Charlone 1625.

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“Los niños lloran toda la noche y para colmo no podemos poner velas en las piezas. Todas las casitas que tenemos abajo son de material, pero arriba son de madera. Imaginate si prendemos una vela en las piezas… Nos incendiamos todos –aclara Silvia–. A los chicos los tenemos acá abajo o en el patio. Con el calorcito nos sentábamos en la vereda, hasta que los niños se cansaban y se dormían”. Al no contar con las heladeras, las familias compran lo que van a comer en el día. Garrafa mediante, cocinan lo justo y necesario para que no sobre nada. Cataleya, la perra marrón y blanca de Silvia, mueve la colita de la alegría cuando escucha que esta cronista y el fotógrafo entran al living. “Cuando nos quedamos sin carga en los celulares, nos quedamos dormidos y los niños faltan a la escuela”, reconoce Silvia con una mezcla de pudor y resignación ante las complicaciones. A la noche, en las habitaciones de la planta superior, usan la linterna del celular hasta que se les acaba la batería. Los teléfonos los llevan a cargar al supermercado. El marido de Silvia, que es electricista y albañil, por el paro de colectivos de la línea 80 no pudo viajar a su trabajo en Villa Lugano.

Silvia teme que los quieran sacar del terreno al no darles de nuevo la luz. “El Gobierno de la Ciudad está haciendo abandono de persona con nosotros. El señor Hernán (Muzzio) me dice que hay mucha burocracia. ¿Y los derechos de los niños? ¿Están esperando un incendio, un muerto? Me gustaría que vinieran a la noche y saquen una foto. No sabés la oscuridad que hay; no se puede ni entrar. No tienen corazón”, se queja. “Hay un nene de cinco años, Jeremías, que dice que juega a las noches con un amiguito invisible que se llama Abraham y que tiene tres ojos. Las criaturas se están traumando por la falta de luz”.

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“No somos animales”

María Ramírez, de 36 años, vive con su hijo de 17, que está cursando el último año de la escuela secundaria. Camina ayudada por dos muletas. A los pocos días de que les cortaron la luz, María se resbaló, se cayó y se fracturó el peroné de la pierna derecha. La tuvieron que operar y se quedó sin poder trabajar limpiando por horas. Tiene dos meses más de yeso de la rodilla hasta el pie. “No podemos estar sin luz; todos los días lloran los niños. Vengan a pasar una noche acá; es la casa del terror: llora el niño de enfrente, llora la niñita, llora el bebé… Los de Edenor y los del gobierno no nos consideran humanos. El gobierno nos dice que es Edenor, Edenor que es el gobierno. Ahora se viene un fin de semana largo y otra semana más sin luz. Andar con velas no es seguro. ¿Quieren que se incendie todo como pasó al lado? Ya no sabemos a quién pedirle ayuda”, admite María, que habla ligerito, como si estuviera apurada por expulsar de su boca la rabia acumulada.

De los cuatro meses de vida que tiene Samara, casi un mes los vivió en esta especie de penumbra que no permite distinguir el día de la noche. “No se puede vivir sin luz”, afirma María González, 45 años, la madre de Samara. La beba llora todas las noches y su madre tiene que sacarla a la calle para que se calme. Como ahora está más fresco, tiene miedo de que se enferme. “Queremos que alguien de Edenor o del gobierno venga a conversar con nosotros y nos digan qué van a hacer. Nosotros somos personas, no somos animales. Me gustaría que vean la oscuridad en la que vivimos; es horrible”, define.

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Las explicaciones de la empresa y el gobierno

Una fuente vinculada al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) afirma que el área Servicios Básicos le pidió a Edenor un medidor social trifásico T2 el pasado 10 de marzo y que la empresa eléctrica les prometió que recién para este miércoles 5 tendrá el número de expediente. “Esto es un trámite”, justifican la demora desde el gobierno porteño sin aportar la documentación del pedido realizado y comentan que en Charlone 1625 se renovó el sistema eléctrico. Desde Edenor, en cambio, desmienten al GCBA. El pedido formal ingresó el martes 4 de abril. “Los pasos a seguir –explican desde la empresa– son presentar un DCI, documento a través del cual el electricista matriculado certifica que la instalación está en condiciones de ser energizada. Esto se hace por normativa y para garantizar la seguridad de las personas. Una vez que contemos con ese certificado podemos avanzar rápidamente con la conexión solicitada”.

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