Un hombre camina por la costanera seguido por su perra. Se detiene, contempla la belleza simple del paisaje, de esa laguna afectada por la sequía. Señala un ángulo desde el cual podrían divisarse flamencos y cisnes. «Es una gracia de Dios vivir acá. Sé a qué hora canta cada pájaro», dice. Hay un contraste entre la tranquilidad que, al menos en la superficie, exhibe Chascomús –visitada por turistas cada fin de semana, elegida para vivir por exhabitantes de CABA o La Plata– y las cosas que se escuchan en la Asociación Amigos de Bellas Artes, donde se desarrolla un encuentro a propósito del Día de la Concientización y Prevención del Suicidio Adolescente.
Ubicada a 126 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires –se accede por la ruta provincial 2, camino hacia Mar del Plata–, esta es la única ciudad del país que tiene una fecha así marcada en el calendario, declarada por ordenanza municipal. Desde 2020 hasta ahora en Chascomús hubo 21 suicidios. Los contó Milagros Larraula (42), mamá de Tadeo, un chico de 16 años que se quitó la vida en septiembre de aquel año. Junto a los amigos de su hijo, Milagros fundó la organización TADE ES!, única en su tipo, abocada a múltiples acciones que apuntan a evitar el suicidio. El día dedicado al tema es el 1 de junio, el cumpleaños de Tadeo.
Edificio de Bellas Artes. Unas cuantas sillas de plástico. Una ronda. Listones amarillos en las ropas. Silvia Méndez trae una historia del pasado. Su hijo Javier se mató hace 20 años. «Tenía 15. No daba señales de tener problemas. No se encerraba, llenaba la casa de amigos, era un estudiante regular, como no tenía abuelos buscaba abuelos en el barrio, era un chico alegre, no tenía problemas de consumo, no bebía, no salía de noche. Algo le pasaba que yo no vi, que nadie vio.» Emergen historias más recientes. Valentina, adolescente amiga de Tadeo, cuenta que un día estaba decidida a suicidarse. La madre de dos mellizas se expresa con desesperación, se atraganta en lágrimas porque hace poco una de sus hijas le dijo que quería morir. En el hall una mujer busca a Milagros, la abraza, le pide ayuda en secreto.
Al edificio, pegado a las vías por las que hasta 2014 circulaba el tren –cuya traza fue trasladada hacia las afueras de la ciudad–, a metros de la vieja estación y del Museo Ferroviario, entran a lo largo del día, en distintos horarios, chicos y chicas de escuelas secundarias con sus docentes para sumarse a la jornada. «Este 1° de junio ahora les pertenece a ustedes», les dice Milagros. Traen actividades que trabajaron en clase o vienen a escucharla. «Me siento identificada porque mi papá se suicidó», cuenta a esta cronista una estudiante de la escuela 8. «Tengo un amigo que se quiso suicidar y no pudo. Yo estaba ahí cuando pasó todo», recuerda Franco, compañero suyo, con la mirada perdida.
Estadísticas
Desde 2020 TADE ES! contó los suicidios de 17 varones y cuatro mujeres. En lo que va del año hubo siete. En febrero fueron cinco, en menos de diez días. Las edades de las víctimas van de los 11 a los 86 años.
«Según las estadísticas provinciales teníamos un promedio de cuatro suicidios por año en los últimos 20, con un pico de nueve en 2003», indica a Página/12 la secretaria de Salud de Chascomús, Marcela Arias. Las mediciones de la provincia de Buenos Aires llegan hasta 2020. Entre 2009 y ese año en todo el territorio se produjeron 13.221 muertes por lesiones autoinfligidas, con un promedio de 1110 suicidios al año.
«La provincia está preocupada porque se registra un aumento importante. Por eso propuso a los municipios empezar a hacer un seguimiento estadístico de los intentos. Acá el año pasado (los casos) empezaron a subir», agrega la funcionaria. Hasta hace poco la Municipalidad no había dado a conocer estadísticas propias. Tiene números sólo de 2022 (11 casos) y 2023 (ocho). También un registro de intentos. «Si esto que está pasando es exclusivo de Chascomús no lo puedo decir. No sabemos qué está pasando en el resto de los municipios. Faltan estadísticas (recientes) para hacer comparaciones y hay que hacer las tasas. Además, puede que tengamos aumentos porque mejoramos el sistema de información», aclara.
Según el informe «Estadísticas Vitales» del Ministerio de Salud de la Nación, correspondiente a 2021, hubo 2865 suicidios en la Argentina durante ese año. «En la pandemia la cantidad bajó estrepitosamente. Pero ahora, a nivel global, el fenómeno se está visualizando más», dice Carlos Tisera, el psiquiatra que coordina el centro de día municipal y acompaña la labor de TADE ES!. «En términos de salud mental todavía estamos atravesando la pandemia. Sería incorrecto que analizáramos esto por fuera de ese escenario, tanto por la escena crítica como por lo económico y social y las consecuencias que generó en las personas el aislamiento, como los niveles de angustia y ansiedad», completa.
Chascomús, donde decir «suicidio» no es tabú
Pueden faltar datos para asegurar que lo que está pasando es un drama específico de esta ciudad pero está a la vista que tiene la rareza de ser un punto en el mapa en el que «suicidio» está dejando de ser una palabra tabú. La aplastante energía de un dolor usualmente no compartido, incluso escondido, mutó.
«Para nosotros ya es una palabra normal», advierte Valentina con naturalidad. Milagros y los amigos de Tadeo crearon un dispositivo único en el país. Por idea de los chicos, TADE ES! comenzó a meterse en escuelas secundarias, a dar charlas no sólo de posvención –es decir, cuando ya hubo una muerte–, sino también de prevención, algo muy fuera de lo común. Además, todos los martes, organiza encuentros abiertos a la comunidad en distintas plazas del partido. Tan necesaria se volvió su tarea que comenzaron a llamarlos de otras ciudades: Dolores, Castelli, Lavarden y Mar del Plata son algunas.
«En esos martes nos encontramos incluso con gente que fue internada en la mañana anterior, que escapó y viene«, comenta Tisera. «Esto nos dio la chance de contactar con gente que no llega al sistema de salud, porque la problemática más seria que tiene este tema es que son personas que ni siquiera tienen ganas de consultar. Además, nos abrió otro contacto con la comunidad, que en general no nos da bola porque quiere a ‘los locos’ lejos y tapa el sufrimiento. Es un recurso que no tiene que ver con lo burocrático, administrativo, sanitario tradicional. Es comunitario, en tanto lo generó su propia comunidad.»
Los jóvenes, pilares de TADE ES!
Fuera del edificio de Bellas Artes, debajo de un techito por el fuerte sol, los amigos de Tadeo juegan al Uno y fuman un pucho tras otro. Están Alexia, Elías, Rauli, Valen. Se suma después Eloy, con su uniforme de empleado municipal. También está Maika, hermana menor de Tadeo.
«En los colegios encontrás muchas cosas. Chicos llorando, que se acercan a hablar, que escriben en una actividad que hacemos para que se expresen. Hay abusos, muertes. Cada escuela es una historia», describe Alexia.
Fueron ellos los que rescataron a Milagros del pozo cuando su hijo se suicidó. «Cuando empecé a vivir esto estuvieron ellos, no los adultos. Los problemas para hablar de esto los tenemos nosotros. Los adultos no sabían qué hacer. Ellos fueron espontáneos: me abrazaron, se rieron, lloraron, hicieron silencio. Me demostraron lo que son los adolescentes: en vez de estar jugando capaz estaban tres horas en una reunión con jefas distritales para explicarles por qué era importante entrar a las escuelas», recuerda Milagros.
En febrero de 2021 le propuso a Alexia que organizara una competencia de freestyle alrededor de la temática del suicidio –Tadeo, como varios de sus amigos, rapeaba–. Sería en junio, pero volvieron las restricciones por la pandemia y se suspendió. Las reuniones del grupo en la puerta del galpón de la vieja estación continuaron, y así se cocinó un evento para el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que es el 10 de septiembre. Para esa época se reglamentaba la Ley de Prevención del Suicidio (27.130), de la que Milagros se agarró para entrar a las escuelas, ya que había –y hay– resistencia por parte de las autoridades a esa intención. De hecho, tiene que pautar cada ingreso con los directivos de cada institución, y todavía no puede dar charlas en primarias.
Con el evento de septiembre comenzó a haber tensiones con la Municipalidad, que según Milagros intentó capitalizar el evento para sí, y que en el comunicado oficial se refirió a un «grupo de autoconvocados» en vez de a la organización que habían creado. Las tensiones continúan hasta hoy: en el encuentro de este año se le reprocha a la gestión el hecho de no visibilizar de ninguna manera la conmemoración. Consultada por esto, Arias responde que el acompañamiento estatal se materializa en la figura de Tisera.
Entre les presentes también hay algunas críticas vinculadas a la atención del Municipio en Salud Mental: para elles, el Estado no hace lo suficiente y faltan profesionales. «Atendemos a toda la población en el hospital general, el único efector con internación porque la clínica que había cerró con la pandemia. Hay un centro de día y actividades intersectoriales que fortalecen factores protectores», dice la secretaria. «Muchas veces las personas que se suicidan estuvieron atendidas, o les ofrecimos consultas y no quisieron. Hay de todo», añade.
A fines de junio de 2021 el Concejo Deliberante estableció el 1° de junio como el Día de la Prevención y Concientización. Y el año pasado se realizó un encuentro en Punta Norte, al aire libre. Como hizo frío y se hizo largo este año las actividades quedaron divididas en dos: el domingo es el capítulo artístico.
Según sus amigos, Tadeo –que aparte de rapear jugaba al fútbol y trabajaba en una panadería– era un músico «muy bueno, con talento, flow y movilidad». Alexia y Rauli aseguran que su amigo les salvó la vida a ellos. La lucha que los jóvenes impulsaron tiene también su componente artístico: escriben y cantan canciones específicamente sobre la problemática.
Pedir ayuda; la culpa
Cuesta, dice Milagros, que los papás que pasan por lo mismo que ella pasó se involucren en la organización: «Les da vergüenza decir ‘mi hijo se suicidó’. Se esconden. Es que la primera impresión que se genera es que un joven se suicidó porque tenía una pésima madre. En un colegio una profesora dijo ‘no le hagan caso a esta mujer. No pudo salvar a su hijo'».
«No está mal pedir ayuda», dice el cartel que pega Rosana Dagorret en el salón. Las paredes están llenas de afiches de colores con actividades para expresar sentimientos. Rosana se incorporó hace poco a TADE ES!. No porque sí pega aquel cartel: «Mi hermano había estado internado, tenía depresión, pero uno no se lo espera, nunca piensa que va a pasar. Yo sentía que no había podido ayudarlo», expresa. Suele permanecer callada en los encuentros del grupo, pero escucha «todo lo que dicen».
«Los comentarios de la gente afectan un montón: ‘se suicidó por cobarde’, ‘no podía con su vida'», agrega Rosana. Chascomús es una ciudad de más de 42 mil habitantes, pero sigue teniendo dinámicas de pueblo –con lo bueno y lo malo–. «En una comunidad donde muchos se conocen rápidamente aparecen las hipótesis que cierran sentido. Se dice ‘se mató porque se separaron los padres’ o ‘porque era gay’. La situación expone al que acaba de fallecer y a su familia a la peor de las escenas del maltrato comunitario, porque de repente una persona queda señalada como culpable de la muerte de otra», explica Tisera. Silvia dice, en la ronda: «Cuando mi hijo se mató no había redes, pero en el pueblo se dijeron tantas cosas que mis hijos mayores huyeron y no querían venir». Es uno de los estigmas que intenta romper TADE ES!
Otro estigma es este, en palabras de Milagros: «El hijo que se suicida es repudiado. Le hace eso a los padres. Es el culpable de que la madre esté tirada. Mi hijo no me lo hizo a mí. No comparto lo que hizo, pero lo respeto y amo. Venimos de una cultura en que el que se suicida es cobarde y egoísta».
Por las calles de Chascomús
Chascomús tiene vida cultural y deportiva. Nada de vida nocturna y tampoco universidad, sí terciarios. Sus niveles de empleo, según la última Encuesta Permanente de Hogares, se encuentran dentro del promedio provincial, con una tasa de desocupación de entre el 6 y 7 por ciento. «Ausencia de los padres», «drogadicción», «la pandemia», «el uso del celular»: algunas de las respuestas que se dan sus habitantes para explicar lo que está ocurriendo; ninguna demasiado específica sobre el entorno.
Tisera dice: «Es un fenómeno multicausal. Nuestra función es contener el dolor. Correrse al plano de las hipótesis que unifiquen nos correría de ese lugar. Por ahora no tenemos una línea que vaya en ese camino. Es un análisis necesario e interesante pero de otro plano».
«Estoy muy dolida. Mi hija, que es psicopedagoga, me contó que una estudiante de la escuela se suicidó», comenta Zulema, de 85 años, vecina del barrio del Tambor. «En la remisería el otro día hablaban de la cantidad de suicidios que hubo en febrero», cuenta un conductor. Pocos de los vecinos que aceptaron hablar con este medio saben de la existencia de TADE ES! y que el municipio tiene un día dedicado al tema. Algunos reproducen lógicas que la organización intenta desarmar, como aquello de buscar una única razón para una decisión que abarca múltiples causas («el último chico se enamoró de una chica y no le dio pelota»). El proceso será largo, pero comenzó. Todos están al tanto de lo que ocurre, y varios tienen una conexión directa o indirecta con algún suceso. Y están preocupados y alarmados.
*Contacto de TADE ES: https://www.instagram.com/tadeo__es/?hl=es
*Línea de atención del Ministerio de la Nación: 08009990091