El papa Francisco defendió este lunes su modelo de Iglesia «participada» y «acogedora», también con las parejas homosexuales, en respuesta a cinco cardenales críticos y conservadores a sólo dos días para el comienzo del Sínodo de Obispos.

Un grupo de cinco cardenales conservadores publicó una carta en la que enfrentan al Santo Padre por los temas y orientaciones que tendrá el sínodo de obispos que desde este miércoles y hasta fin de mes reunirá en el Vaticano a más de 400 religiosos y laicos de todo el mundo para reflexionar sobre el futuro de la Iglesia.

El alemán Walter Brandmüller, el estadounidense Raymond Leo Burke, el mexicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah y el chino Joseph Zen Ze-Kiun plantearon a través de una carta pública cinco Dubias, o preguntas, con las que exigen al pontífice que aclare algunos temas de moral y doctrina antes de la reunión en la que, por primera vez en la historia, las mujeres tendrán derecho a voto y con la que el Papa busca involucrar también a los laicos en el proceso de reforma de la Iglesia.

El Papa encabezará las deliberaciones del encuentro sobre la Sinodalidad, del que participarán 464 personas, de las que 364 son miembros que formarán parte de los debates y discusiones, y en el que también habrá 81 mujeres. Por primera vez, 54 de ellas tendrán derecho a voto.

El denominado Instrumentum laboris sobre el que trabajarán los miembros del Sínodo incluye preguntas a los participantes sobre el celibato opcional, el acceso de la mujer al diaconado, la acogida de divorciados o el colectivo LGTBQ+ en la Iglesia, cambios profundos en la estructura institucional de la Iglesia, el papel del primado de Pedro, cómo aprender de otras comunidades cristianas e, incluso, la creación de un ministerio específico para el cuidado de los descartados.

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En la carta publicada hoy, los cinco purpurados exhortaron a Francisco a aclarar si al Sínodo, dada la presencia de laicos, se le puede conceder la autoridad que siempre ha pertenecido exclusivamente al Papa y a los obispos, además de reclamar respuestas de Jorge Bergoglio sobre tres puntos específicos de lo que será la discusión sinodal: la bendición de las parejas homosexuales, la ordenación de mujeres al sacerdocio y la absolución sacramental dada a todos y siempre, sin condiciones.

«¿Podría la Iglesia en el futuro tener la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, contradiciendo, así, que la reserva exclusiva de este sacramento a los varones bautizados pertenece a la sustancia misma del sacramento del Orden, que la Iglesia no puede cambiar?», es uno de los puntos que los cardenales preguntan al Papa de forma directa.

El Papa Francisco.

El Papa Francisco.

«¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de la persona hacia Dios? Vinculada a esta Dubia es necesario plantear otra: ¿sigue siendo válida la enseñanza sostenida por el magisterio ordinario universal, según la cual todo acto sexual fuera del matrimonio, y en particular los actos homosexuales, constituyen un pecado objetivamente graves contra la ley de Dios, independientemente de las circunstancias en las que tenga lugar y de la intención con la que se realice?», es otro de los puntos sobre los que los cardenales interrogan de forma pública al Papa.

Según publica hoy el sitio L’Espresso, que da a conocer la carta de los cardenales, se trata en realidad de una segunda misiva tras una primera serie de preguntas que los mismos cinco purpurados enviaron al Papa en julio y de la que no quedaron conformes con las respuestas de Francisco.

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En esa primera serie de respuestas, el Papa, entre otros temas, ratificó, por ejemplo, su idea de que sólo se puede llamar matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, pero advirtió que, de todos modos, «en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes».

Así, se mostró una vez más abierto a acompañar a uniones de personas del mismo sexo, aunque sin considerarlo un matrimonio, al plantear que «si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de «pecadores» a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva».

En 2016, tras el Sínodo dedicado entonces a la familia, Bandmüller y Burke ya habían enviado una carta con dubia al Papa, junto a los ya fallecidos Carlo Caffarra y Joachim Meisner, para que clarificara algunos puntos relativos a la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar puedan recibir la comunión.

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