La Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires cumplió en febrero diez años de vida y 0221.com.ar entrevistó a las dos personas que estuvieron al frente en todo este tiempo: Carlos Bonicatto primero y Guido Lorenzino después. Cómo fue instalándose en territorio provincial al servicio de los vecinos, cuáles fueron los casos que los marcaron y qué objetivos tienen en mente para los meses venideros. «La Defensoría es el tren que pasa una vez que ya pasó el último tren», define el primer Defensor, mientras que para el actual, «una de las principales metas es continuar la expansión territorial por toda la Provincia».

El organismo comenzó a funcionar el 25 de febrero de 2010, actualmente cuenta con 42 delegaciones, además de su sede central en La Plata, y día a día trabaja para atender y solucionar los reclamos de los vecinos de esta provincia que tienen problemas con servicios y otras acciones del Estado y demás empresas. Si bien la Defensoría es una figura creada con la reforma constitucional de 1994, hubo que esperar más de 15 años para que se materialice. El primer defensor fue Bonicatto y el segundo, Lorenzino.

«Cumplir 10 años para mí significa la consolidación de un proyecto institucional que se concretó y permitió defender la protección de derecho de las personas. En la medida en que la Defensoría se conozca cada vez más, la gente va a tener la posibilidad de ser defendida en los hechos concretos de cada día», destaca Bonicatto, mientras que Lorenzino describe: «El sello distintivo de la Defensoría es el compromiso del personal. Los ciudadanos que llegan acá es porque rebotan en cualquier dependencia estatal ya sea municipal, provincial o nacional, o en alguna empresa. Vienen con una carga emotiva negativa porque les fue mal. Tenemos el trabajo de la contención, de acompañar, de sacarle el problema y hacernos cargo nosotros. Y que se lleven una respuesta: siempre acá se van con una respuesta, positiva o negativa; nadie se va sin una respuesta. A veces es la solución del problema y a veces es encaminar una situación».

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«Las premisas que tiene el sello Bonicatto – Lorenzino son la contención, el abrazo y la respuesta. Nadie se puede ir con un no. Esto se ha mantenido a lo largo de estos diez años y nos da mucho orgullo a los dos, porque es una política de toda la Defensoría. Este es un órgano político, no judicial, con lo cual la respuesta es afectiva y política. Nos hacemos cargo del problema y vamos en búsqueda de una solución», definen ambos.

«En la mecánica de los defensores se decía que la Defensoría es el tren que pasa una vez que ya pasó el último tren. Y tiene que ver con el tema de la contención y con una expresión clave de la Defensoría, que es el hecho del abrazo. Esto es importante como actitud porque las leyes no son iguales para todos. Son iguales en el concepto, pero depende de cómo esté ubicada cada persona, la ley va a tener un aspecto u otro. Por lo tanto hay sectores que son realmente desaventajados: esa gente merece un tratamiento diferencial. De hecho hay muchos politólogos y estudiosos del constitucionalismo que están planteando que la Constitución debería tener derechos diferenciados para las minorías, para quienes son más débiles en la sociedad», destaca quien comandó el organismo durante los primeros seis años.

 

LA DEFENSORÍA EN LA PLATA

«Hasta 2019 en La Plata el reclamo mayoritario lo encabezaban los servicios públicos, por lo malos y caros que son. Agua, luz y gas, lo exorbitante de las tarifas nos ha llevado a judicializar, a intervenir en audiencias públicas individuales y colectivas. Y el tema de la salud pública, las obras sociales como IOMA, y demás. Entre todo eso se reparte el 70% del reclamo espontáneo de los ciudadanos», calcula Lorenzino con respecto a los principales problemas de los platenses planteados en el organismo de 50 entre 8 y 9.

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«La Defensoría no tiene la costumbre de judicializar los temas porque sí, no es ese el espíritu», aclara y al mismo tiempo comenta en qué situación se encuentra EDELAP, que el año pasado dejó sin luz durante una semana a gran parte de la zona norte de nuestra ciudad, en lo que fue un apagón histórico. «La empresa dijo que no quiere pagar la multa porque si la paga no puede hacer inversiones. Eso es mentira, no hizo las inversiones así que no depende de esta multa para poder hacerlas. Judicializamos una indemnización que solicitamos como algo inédito, como reparación para los damnificados directos del corte de cinco días. Pedimos un monto determinado para los particulares y para los negocios. Edelap no quiso llegar a una instancia de mediación. Nosotros pretendemos un resarcimiento a los perjudicados de manera directa, mientras pagan una multa. Esto lo vamos a llevar hasta el final», explica el Defensor del Pueblo.

Y al momento de referirse a los casos más insólitos que les tocó enfrentar, Lorenzino marca uno bastante reciente en nuestra ciudad: «El caso de la jubilada y su hija, a las que les cortaron el gas en Ringuelet. Fue un tema inaceptable: le fueron a reparar y como tenían una pérdida de gas no tuvieron mejor idea que sacarles el medidor, una cosa de locos. Fue un tema muy duro, por suerte lo mediatizamos y esa mediatización ayudó a que la empresa mande un gasista y lo repare. Ellas no tenían plata para reparar la fuga de gas y encima pretendían que lo hagan; una cosa estrafalaria, tragicómica, que tuvo un final feliz». 0221.com.ar había contado esa historia, en donde las protagonistas fueron dos mujeres de 86 y 106 años.

Por su parte, Bonicatto menciona en más de una ocasión «el tema del desalojo de tierras fuera del partido de La Plata, en donde muchas veces pasaba algo muy absurdo: la gente estaba viviendo en casas de chapas entregadas por el Ministerio de la Nación y después por una medida municipal se los echaba de ahí. O sea que el mismo Estado en sus diferentes expresiones actuaba de manera distinta».

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La Defensoría cuenta con cuarenta y dos delegaciones y los vecinos pueden contactarse al instante por WhatsApp, Facebook, Twitter. Además, Lorenzino destaca «los talleres vinculados a violencia de género, al medio ambiente, al trabajo con adultos mayores y migrantes y demás. Le ponemos mucho tiempo y cabeza a todo eso, a la cuestión de difundir los derechos. El sello más importante desde que se comenzó con todo este trabajo es la perspectiva de género. Es el tema uno. Después hay miles de temas, pero a todo le ponemos una impronta de género, a las decisiones, miradas, políticas públicas, capacitaciones, talleres, tanto a adultos mayores como jóvenes. Es un tema que nos atravesó a todos, desde la Ley Micaela hacia acá, somos el primer organismo que se capacitó, desde el Defensor hasta el último empleado».

«Hoy hay un Gobierno -tanto nacional como provincial- que tiene un ministerio en ese sentido, con lo cual ya no es remar en dulce de leche, sino que es trabajarlo de manera conjunta», cierra Lorenzino, previo a adelantar que «uno de los principales objetivos venideros para la Defensoría es continuar la expansión territorial por toda la Provincia de Buenos Aires. Queremos llegar a 50. Este cambio de Gobierno nos pone en tratar de seguir construyendo estos ámbitos de diálogo para la solución de los problemas. Por suerte en muchos temas tenemos coincidencias con muchos de los funcionarios que tienen la responsabilidad de decidir. Es más fácil encontrar las soluciones con alguien que tiene una mirada de inclusión, que con un funcionario que tiene una mirada de expulsión».

 

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