El represor había sido condenado hace tres años por el secuestro de José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisinblit y la apropiación de hijo, recuperado a los 21 años.

La Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena a 25 años de prisión contra el ex jefe de Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, Omar Rubens Graffigna, por el secuestro y torturas a José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisinblit.

Graffigna, que integró la Segunda Junta Militar durante la dictadura, fue sentenciado por primera vez en 2016 por crímenes de lesa humanidad. Absuelto en 1985 en el Juicio a las Juntas Militares, el ex jefe de la Fuerza Aérea recibió su primera condena por la privación ilegal de la libertad y tormentos de la hija y nuero de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit.

El fallo de la Sala 1 de Casación confirmó, también, la condena a 25 años de prisión del ex jefe de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA), Luis Tomás Trillo, y la condena a 12 años de Francisco Gómez, el apropiador de Guillermo Pérez Roisinblit, el hijo menor de la pareja que aún continúa desaparecida.

José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisinblit militaban en Montoneros y fueron secuestrados, junto a su hija de un año, el 6 de octubre de 1978. La niña, Mariana, fue entregada a un familiar. Patricia, sin embargo, se encontraba embarazada de ocho meses por lo que, luego de pasar por la RIBA junto a su compañero, fue trasladada a la maternidad clandestina de la ESMA. Allí dio luz a su hijo Guillermo, que fue apropiado por el represor Gómez.

«El fallo es importante porque ratifica la relevancia que el Tribunal Oral le dio a las declaraciones del propio Guillermo y de las sobrevivientes que acompañaron a Patricia en la ESMA», explica Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo. Patricia y José estuvieron detenidos en una casona de Morón a cargo de la Fuerza Aérea. Al no haber testigos directos de su cautiverio, fue posible reconstruir su presencia en el centro clandestino a través de los recuerdos de Guillermo y de las compañeras de cautiverio de Patricia en la Escuela de Mecánica de la Armada.

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A Guillermo, que restituyó su identidad a los 21 años, su apropiador le confesó haber estado en presencia de su madre en el centro clandestino. El dato fue relevante porque Gómez, un agente civil de inteligencia de la Fuerza Aérea destinado a la RIBA, nunca reconoció que el cautiverio hubiera ocurrido.

Por otro lado, las declaraciones de las sobrevivientes de la ESMA que estuvieron con Patricia los días previos a que diera luz también resultaron claves para la reconstrucción del caso. Las mujeres repitieron, en el juicio, la descripción que Patricia había hecho del centro en el que había estado detenida anteriormente junto a su pareja. Los detalles coincidieron con las características de la RIBA, acreditando su presencia allí antes de desaparecer.

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