El gobierno de la provincia de Buenos Aires decidió mantener la suspensión de la Resolución 246, que permitía fumigar con agrotóxicos las cercanías de poblaciones y escuelas rurales, emitida durante el gobierno de María Eugenia Vidal por el Ministerio de Agroindustria provincial en diciembre de 2018. Luego de despertar un rechazo generalizado, la ex gobernadora había decidido suspender la medida de manera provisoria. Ahora, una mesa que integrarán científicos de universidades, del Conicet y del INTA determinará nuevos criterios del uso de plaguicidas. A su vez, este domingo se conoció la noticia de que cuatro jóvenes tandilenses lograron producir un fertilizante «100% orgánico». 

La 246 entró en vigencia el 1 de enero del año pasado y pronto despertó un gran rechazo, ya que la medida reconocía como parte de la zona de aplicación de plaguicidas «lotes contiguos al área urbana, zona residencial, área de población, márgenes de cursos de agua, establecimientos educativos, áreas de esparcimiento y reservas naturales». Ante el rechazo, el 18 de febrero de 2019 el entonces ministro de Agroindustria Leonardo Sarquis, ex gerente de Monsanto, decidió suspender la vigencia de la resolución por el plazo de un año.

Ahora, ante la inminencia del vencimiento de este lapso, el nuevo gobierno de la provincia decidió dar continuidad a la suspensión y conformar una mesa multisectorial para avanzar en modificaciones a la regulación. Entre los organismos que la integrarán figuran universidades, el INTA y el Conicet; en una segunda etapa se sumarán productores y actores de la sociedad agropecuaria. En la actualidad, no existe ninguna ley específica que regule las fumigaciones en la provincia. Según Guido Lorenzino, Defensor del Pueblo bonaerense «es imperioso que se ponga en agenda un marco regulatorio para las fumigaciones».

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En este marco, cuatro jóvenes tandilenses dieron a conocer este domingo su primera producción de un fertilizante 100% orgánico. El producto se llama «Biocuno» y fue ideado hace cuatro años por Agustín Molina, Lucas Celse, Tomas Armendáriz e Ignacio Gilabert en el marco de un proyecto de su escuela secundaria técnica. Desde 2016, los jóvenes, ahora estudiantes universitarios, se dedicaron a desarrollar su producto y ahora lograron una primera producción de seis mil litros. 

El fertilizante es elaborado a partir de la fermentación de melaza, suero y materia fecal vacuna, en un medio líquido que también contiene ceniza y harina de roca. Según afirmó Molina, el preparado está pensado para cumplir la función de «nutrir, recuperar y reactivar la vida del suelo», pero también «fortalecer la fertilidad de las plantas» y «estimular la protección de los cultivos contra el ataque de insectos y enfermedades, todo sin dejar residuos tóxicos». Además, el joven concluyó que el producto «es nuestro granito de arena para combatir toda la problemática ambiental que hay por la degradación de suelo».

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