Cayó una banda de pastores evangélicos que se quedaba con el dinero de las transacciones y hacinaba a las víctimas en un conventillo. Además, las hacían trabajar gratis en panificadoras y vender los productos.

Una banda de pastores evangélicos, que mediante diferentes acciones de manipulación obligaba a sus fieles a vender sus viviendas para irse a vivir hacinados en una especie de conventillo, fue desbaratada luego de varios allanamientos realizados en diferentes localidades por efectivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires.

Se trata de una organización que, además de exigirle a los adultos trabajar en una panificadora sin ningún tipo de remuneración, forzaba a los hijos de sus seguidores a dejar la escuela y salir a vender los productos elaborados en ese establecimiento.

Mientras tanto, sus líderes, que llevaban adelante una vida ostentosa, contaban entre sus propiedades con una chacra en un club de campo y varios establecimientos rurales.

Los operativos estuvieron a cargo de la División Trata de Personas, perteneciente a la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de la Policía de la Provincia, quienes apresaron a 26 personas, entre ellas, la presunta líder conocida como «Tía Eva» y su segunda, llamada «La jefa».

En total, se realizaron 10 allanamientos y fueron apresados 13 hombres y 13 mujeres mayores de edad, en tanto que incautaron casi 40 mil dólares y más de 1 millón de pesos.

También secuestraron 17 vehículos (entre automóviles, camionetas y utilitarios), alhajas de oro, 46 teléfonos celulares, 57 tarjetas de crédito, notebooks, computadoras, pendrives, documentación y otros elementos de interés para la causa.

Cabe destacar que la investigación que permitió desmantelar a este grupo delictivo comenzó en diciembre pasado luego de una denuncia radicada por una joven de 24 años en la Ayudantía Fiscal de Delitos Conexos a la Trata de Personas, Pornografía Infantil y Grooming del Departamento Judicial de La Matanza. 

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Según ella, cuando era adolescente y vivía en González Catán con sus padres, estos fueron captados por miembros de un templo evangélico conocido como «Filadelfia», un grupo que había copiado el nombre de otra conocida organización religiosa para facilitar la captación de fieles.

La joven también contó que sus progenitores comenzaron a involucrarse cada vez más en el ámbito religioso y cambiaron abruptamente su modo de vida, hasta que los líderes de esta iglesia, bajo manipulaciones psicológicas y supuestas órdenes de Dios, los convencieron de vender su propiedad y entregarles el dinero. Luego, se mudaron junto con otros miembros de la congregación en una especie de conventillo, donde no podían tener contacto con el resto de sus familiares o amigos.

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