La joven de 30 años salió de su casa hace un mes pero su familia jamás volvió a tener noticias de ella.
Para los investigadores, eso demuestra que la joven planeó la ida de la ciudad pampeana de Santa Rosa. La chica es de contextura media, delgada, 1,60 metros de altura, tez blanca, cabellos largos castaños, piercing en nariz lado izquierdo, sin tatuajes y ojos marrones.
Gabriela es la mamá de Carola y desde hace años libra una dura batalla para que su hija pueda salir de una adicción a las drogas. Confirmó que en los días previos a la última vez que la vieron, la relación entre ambas no era la mejor.
«El último contacto que mantuve con ella fue por un mensaje de texto el 2 de enero que me mandó en el que me pedía que habláramos. Yo le dije que en ese momento no estaba en condiciones de hablar con ella porque estábamos peleadas. Carola es de esas personas que cuando se enoja, se aleja y no le gusta que invadamos su espacio. Un día después mi hijo me dice que había ido a su casa y que no estaba. Ahí le empecé a escribir y nunca más me contestó», relató la mujer.
Según la madre, la joven desaparecida tiene que tomar una medicación para estabilizar su adicción pero últimamente no había querido hacerlo. De hecho le dijo a Gabriela que quería dejar de asistir al psicólogo que la estaba tratando.
«Ella no quería que me metiera en sus cosas. Por eso con ella iba despacio. No quería invadirla», dijo. La relación entre ambas siempre fue tensa, pues era su mamá la que se encargaba de la parte desagradable pero necesaria para que dejara de consumir. «Ella siempre me decía que yo quería verla encerrada», detalló.