Las apuestas opositoras de cara a las elecciones

La figura de la vicepresidenta fue y es utilizada por el macrismo como supuesta responsable del fracaso de su gobierno, por «la pesada herencia». Esa operación enlaza directamente con los intentos de disolver en el olvido el fracaso de sus politicas neoliberales.

“Ah… pero Cristina” es el antecedente directo del “Ah… pero Macri” que utilizó Juntos por el Cambio cuando se llamaba Cambiemos para trasladar la responsabilidad del fracaso de su política económica a la ex presidenta. En ambos casos el recurso intenta ser un escudo a las críticas generalizadas por los pésimos resultados de su gestión de gobierno. Mauricio Macri y sus funcionarios hablaban de “la pesada herencia” para justificar los tarifazos de servicios públicos, el endeudamiento en 100 mil millones de dólares, las fuertes devaluaciones, la escalada inflacionaria al mayor nivel en treinta años, el aumento de la desocupación, el achicamiento del Estado, el cierre de fábricas, el ajuste fiscal y hasta el crédito por 57 mil millones de dólares con el FMI.

Todo ocurría por “la pesada herencia”, por el “Ah… pero Cristina”, que supuestamente había dejado el país al borde del precipicio. No eran las medidas que se tomaban, como la apertura importadora o el exorbitante incremento de la luz y el gas que mandaron a la ruina a 24 mil pymes, sino el resabio de lo actuado en los años anteriores. La fuga de 86 mil millones de dólares no ocurría por la estampida de las tasas de interés y la libertad irrestricta para comprar divisas y sacarlas del país, sin controles de capitales, sino por el miedo a que regresara la culpable de todos los males.

El reciclaje del «Ah… pero Cristina»

Macri dijo esta semana que el “FMI vino a ayudar al país para que paguemos las deudas que estaban venciendo y que los bancos ya no nos querían renovar por el miedo a que volviese el kirchnerismo”. El “Ah… pero Cristina” sigue inalterable en el discurso opositor.

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Esa obsesión de Juntos por el Cambio y la prensa que lo acompaña no ha disminuido con el paso del tiempo. Antes y ahora se la acusa de las peores cosas, se la señala como culpable hasta de hechos que no existen, como el pretendido aislamiento internacional de la Argentina por sus prácticas “populistas”. Un sector relevante del Poder Judicial les sigue haciendo el juego, como se demostró con el rechazo del fiscal Marcelo Colombo a la anulación del juicio por el Memorándum con Irán que habían solicitado CFK y otros imputados.

Pese a ello, el “Ah… pero Cristina” se fue agotando como excusa. La bomba a punto de estallar que le achacaban que había dejado al final de su mandato en 2015 fue perdiendo efectividad en el relato opositor. La evidencia de que la política económica del macrismo fue un desastre terminó por imponerse sobre las campañas mediáticas y la conformación del Frente de Todos le dio un impulso decisivo al triunfo de Alberto Fernández en 2019.

“Ah… pero Cristina” se corrió a la vicepresidencia y fue clave para neutralizar la estrategia de Juntos por el Cambio. Es un dato político fundamental. Cristina, Axel Kicillof y Máximo Kirchner por un lado, Alberto Fernández por otro, y Sergio Massa con su propio espacio solo consiguieron perder las elecciones de 2015 y 2017, dando lugar al ascenso de una alianza entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica que impuso un modelo neoliberal de privilegios para el poder económico y la timba financiera, y de graves perjuicios para las mayorías populares.

Como se indicó más arriba, la comprobación de que ese modelo hundió al país de manera dramática, del mismo modo que había sucedido en 2001 con políticas similares, llevó a que Macri, su principal referente, quedara desnudo ante la mayor parte de la ciudadanía y saliera derrotado en los comicios de 2019.

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El turno del «Ah… pero Macri»

Entonces es cuando la oposición echa mano del “Ah… pero Macri” para defenderse de las críticas, sin la más mínima revisión de lo actuado y los errores cometidos. De hecho, Martín Tetaz, uno de los candidatos de ese espacio que participa del debate económico, sigue defendiendo la orientación general de la política de Cambiemos y su mayor reproche es que el ajuste fiscal inicial resultó demasiado pausado, gradualista, en lugar del recorte de shock que se necesitaba, de acuerdo a su visión.

El “Ah… pero Macri” es una recriminación de la oposición al oficialismo por “exagerar” las quejas a su desempeño entre 2015 y 2019. El “Ah… pero Cristina” y la “pesada herencia” eran la principal justificación del gobierno anterior cuando tomaba medidas antipopulares, como las subas de tarifas, la cancelación de programas sociales o los castigos al salario con las disparadas del dólar.

En ambos casos la oposición se pone como víctima: primero de una suerte de campaña del gobierno actual para no hacerse cargo de sus propias falencias, y antes de la “pesada herencia” kirchnerista.

El éxito que pueda lograr con esa argumentación parece limitado a conservar los votos propios, a fortalecerse en el núcleo duro de su espacio. Las fábricas que cerraron, los millones de argentinos que cayeron en la pobreza, las promesas incumplidas siguen siendo una mochila muy pesada para las espaldas opositoras.

Curiosamente, Macri busca establecer empatía con quienes fueron víctimas de sus políticas, atribuyendo al Frente de Todos no haber cumplido la promesa de rescatarlos de la crisis en que los dejó. «Al final era mentira el asado y la heladera llena», cuestionó, sin ninguna referencia a la pandemia y la enorme crisis que generó en el mundo entero. «Hay un núcleo (del kirchnerismo) que está muy triste y decepcionado, que si hoy volviéramos a las PASO del 11 de agosto de 2019, votaría muy distinto. Tanto dolor va a tener como consecuencia un enorme aprendizaje donde todos vamos a estar convencidos de retomar el rumbo, hacer las cosas mejor y retomar una cultura del poder distinta», afirmó esta semana en campaña, junto a María Eugenia Vidal.

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La apuesta, en ese sentido, es que el oficialismo pierda votos, que no logre retener los apoyos que consiguió en 2019. Que el «Ah… pero Cristina» sea, por izquierda, una forma de abandonar al Frente de Todos, reprochando al gobierno de Alberto Fernández no tener la potencia que tuvo el de CFK, como si Cristina hoy no fuera el eslabón principal de un peronismo unido. La propia vicepresidenta dio señales contundentes de que esa no es su posición: «La vida que queremos requiere no de uno, sino de muchos períodos de gobierno», ratificó el miércoles pasado, en el plenario del FdT en la ciudad de La Plata. «Vamos a volver a tener la vida que queremos, porque cuando un gobierno se compromete con su gente es posible revertir las crisis más profundas», completó, para pedir el apoyo popular y derrotar al único proyecto que podría desplazarlo, el que encabeza Juntos por el Cambio.

 

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