Duprat está al frente de Bellas Artes desde 2015.

Duprat está al frente de Bellas Artes desde 2015.

Narrar historias, desentramar y exponer lo cotidiano forman parte del costado menos visible del arquitecto y curador Andrés Duprat, que en paralelo a su labor como director del Museo de Bellas Artes tiene una consolidada tarea como guionista que comienza hacia 2008, casi por casualidad, con un ensayo sobre arte devenido en película gracias a la mirada atenta del artista León Ferrari, y que a partir de «El artista» se prolonga hasta el inminente «Competencia oficial», un film con Penélope Cruz y Antonio Banderas que dirigió la dupla creativa integrada por Mariano Cohn y su hermano Gastón.

Muchas transiciones ha tenido el universo creativo de Duprat desde que en 1987 se diplomó como arquitecto en la Universidad Nacional de La Plata, pero todas invariablemente han estado ligadas al diálogo entre lenguajes artísticos desde una perspectiva heterodoxa y ajena a toda solemnidad. Así encara su labor al frente del Bellas Artes -donde asumió tras ganar un concurso en 2015-, y la escritura de guiones que siguen ciertos patrones temáticos: «la tensión entre la alta cultura y la cultura popular, lo cosmopolita y lo pueblerino, lo aparentemente civilizado y lo salvaje que vive dentro de nuestra propia piel», enumera en diálogo con Télam.

Su debut en 2008 con el guion del «El artista» coincide con el nacimiento de una triada creativa que completan su hermano Gastón y Mariano Cohn, ambos realizadores. En aquel film protagonizado por el músico Sergio Pángaro y el escritor Alberto Laiseca, hasta se dio el lujo de compartir un rol secundario como actor junto con el artista León Ferrari y los escritores Horacio González y Fogwill. Todos al servicio de una historia que a partir de un enfermero que se apropia de los dibujos de un hombre mayor al que cuida en un geriátrico explora las paradojas del sistema del arte contemporáneo, sus personajes y conceptualizaciones.

Luego llegarían los guiones de «El hombre de al lado», «El ciudadano ilustre» y «Mi obra maestra», todos ellos con un manejo de la ironía que se ha convertido en herramienta habitual en las exploraciones cinematográficas del trío creativo. «La ironía surge de la observación y la crítica de nuestros propios comportamientos sociales, que son complejos y a veces contradictorios. No nos interesa construir una mirada moralista, políticamente correcta o didáctica», explica Duprat.

Por estos días, aunque sin fecha de estreno confirmado en Buenos Aires se aguarda la llegada de «Competencia oficial», dirigida también por la dupla Cohn/Duprat, con guion del curador y arquitecto. La película, que fue interrumpida a principios de 2020 por la pandemia y terminada de filmar a fines del año pasado en España, gira en torno a tres personajes que se ven obligados a congeniar y vencer los conflictos desatados por su ego: Lola Cuevas, una excéntrica y talentosísima directora de cine, interpretada por Penélope Cruz; Iván Torres, un prestigioso actor de teatro, interpretado por Oscar Martínez y Félix Rivero, una superestrella de la industria del cine, encarnado por Antonio Banderas.

La historia transita por situaciones dramáticas, pero a la vez con ironía y humor incómodo («tal como nuestras obras anteriores», describe el guionista) en esa relación entre los tres personajes que deja al descubierto «imposturas, egos y miserias, pero también de su rigor, profundidad y creatividad».

-Télam: ¿Por qué la ironía funciona como el recurso predominante para abordar sobre el universo artístico, ya sea referido a las artes visuales como a la actuación?
– Andrés Duprat:
La ironía surge de la observación y la crítica de nuestros propios comportamientos sociales, que son complejos y a veces contradictorios. No nos interesa construir una mirada moralista, políticamente correcta o didáctica. Nos atraen los personajes que sujetos a situaciones que los desafían y presionan, resultan imprevisibles en sus reacciones.
Pienso que en nuestras películas abordamos en general el universo artístico, en sus diversas formas, porque escribir sobre lo que uno vive y conoce, te permite calar más profundo y no perderte en recreaciones e investigaciones en busca de verosimilitud para tu relato. El mundo del arte es para mí un lugar de pertenencia.

(A)No veo el arte sólo desde una perspectiva académica o desde la historia del arte. Para las historias que escribo me interesan sobre todo las prácticas sociales que traman ese universo y sus personajes. Y esas prácticas suelen ser un reflejo descarnado de la sociedad contemporánea.(A)Andrés Duprat(A)(FW)

-T: ¿Cómo apareció el Andrés Duprat guionista? 
-AD:
Desde niño me fascina la literatura como lector. Mi abuelo era escritor y fue una guía de lecturas y una influencia en ese sentido. La práctica de la escritura me viene también del ejercicio de mi propia labor como curador de arte, aunque en ese caso orientado al ensayo, en textos sobre arte en general y sobre artistas en particular.
Había escrito un ensayo sobre el mundo del arte contemporáneo en el cual desarrollaba mi visión y criticaba algunos aspectos, como su práctica cada vez más endogámica, elitista y para «expertos», así como ciertas conductas sociales del mundillo que lo rodea. León Ferrari fue el primero en leerlo. Le gustó mucho y me sugirió transformarlo en un guion para hacer una película, ya que el lenguaje del cine era mucho más amplio, democrático y popular. Fue allí cuando comencé a trabajar en su adaptación y transformé el ensayo en un guion cinematográfico que luego se convirtió en la película «El artista». Esa rica experiencia me alentó a seguir por ese camino y así escribí varios guiones que me permitieron desarrollar mis propias historias, mi cosmovisión y mis preguntas e inquietudes.

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-T: Se te define como arquitecto, curador, guionista, director de museo, ¿cómo es tu relación con todos estos distintos lenguajes y prácticas?
-AD:
Creo que esas son etiquetas, que si bien poseen su verdad relativa, en su conjunto no funcionan para definir cabalmente a una persona o su trabajo. El individuo se forma y crea con las herramientas que tiene a la mano y del modo que puede. No veo a las disciplinas artísticas o del conocimiento como compartimentos estancos, creo que todas están interrelacionadas, y que según la ocasión algunas resultan más eficaces que otras para poder expresarse o entender un asunto determinado. Me parece que el interés en campos heterogéneos enriquece la mirada, yo lo vivo como algo absolutamente natural y pertinente.

-T: Suele pensarse que un creador está trabajando siempre sobre una misma idea ¿En tu caso es así? 
-AD:
Me sucede que aunque intento crear nuevas tramas a partir de nuevas ideas, luego me doy cuenta de que hay temas subyacentes que aparecen de manera recurrente y que evidentemente representan obsesiones. Son cosas que surgen, aunque no estén planificadas de antemano, porque si así fueran las desecharía por ser semejantes a ideas anteriores. Algunos de esos tópicos transversales en mi trabajo son por ejemplo la tensión entre la denominada alta cultura y la cultura popular; lo cosmopolita y lo pueblerino, lo aparentemente civilizado y lo salvaje que vive dentro de nuestra propia piel.

Duprat se diplomó como arquitecto en la Universidad Nacional de La Plata en 1987 e inició una carrera que se caracteriza por el diálogo entre lenguajes artísticos desde una perspectiva heterodoxa y ajena a toda solemnidad.

Duprat se diplomó como arquitecto en la Universidad Nacional de La Plata en 1987 e inició una carrera que se caracteriza por el diálogo entre lenguajes artísticos desde una perspectiva heterodoxa y ajena a toda solemnidad.

-T: ¿Cómo surgió el tema de «El hombre de al lado»? 
-AD:
La idea de «El hombre de al lado» surgió a partir de una situación personal que estaba viviendo en mi casa con un vecino. Y esa situación disparó la idea de la trama, planteada en la hipótesis de: qué sucedería si un «ojo extraño» se asoma a la intimidad de un hogar? Esa fue la hipótesis y la premisa para el desarrollo del guion. Luego pensamos en la casa Curutchet de Le Corbusier, que está absolutamente ligada a mi pasado (nací y estudié arquitectura en La Plata e hice la entrega final de la carrera en esa casa). Luego convocamos a Rafael Spregelburd y a Daniel Araoz que conformaron una dupla actoral extraordinaria.
Soy un admirador de la obra de Le Corbusier y esa casa es para mí el tercer protagonista de la película. En ese sentido ver la casa Curutchet «animada» por esa familia de ficción constituye prácticamente una experiencia inédita, ya que la familia Curutchet apenas pudo vivir en ella y después quedó abandonada hasta que fue recuperada y transformada en una casa museo.

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-T: ¿El proceso para definir el guion curatorial de un museo tiene vasos comunicantes con el de un guion cinematográfico? ¿Cuánto hay del ejercicio de curador en la escritura de un guion para una película?
-AD:
Un punto en común entre escribir un guion curatorial y uno cinematográfico es que ambos apelan al universo visual como producto final. Aunque, desde el punto de vista estrictamente de la escritura, la labor del curador no se parece mucho a la del guionista. Un curador debe intentar permanecer en segundo plano para poner de relieve la obra de un artista, de un movimiento o del objeto de su investigación o exhibición. Debe ser preciso y ajustarse a los hechos históricos, se parece más a la ensayística que a la novela.
En cambio la escritura de un guion de ficción se asemeja a la creación literaria, a una novela en la que, si bien hay investigación o referencias a hechos históricos, prevalece la libertad, la imaginación y la fantasía.

-T: En tiempos en que las fronteras entre los lenguajes es tan permeable ¿cómo dialoga este dislocamiento de los límites en el museo, en tu trabajo de guionista y tu formación como arquitecto?
-AD:
Vivo todo ello como una búsqueda continua y constante, independientemente de las disciplinas. No importa tanto desde dónde o cómo decimos las cosas sino qué estamos diciendo. Podemos hablar y comunicar nuestras ideas a través de múltiples formas, con un libro, una película, una exposición o una obra arquitectónica.
Hay una notable analogía entre el cine y la arquitectura, específicamente en lo que atañe a la etapa del guion y del proyecto. En tanto el guion es una guía para «construir» una película y un proyecto es un «guion» para la construcción de una obra arquitectónica.

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