Falta de camas y de personal. Salas cerradas durante años que reabren con la mitad de su capacidad. Presiones a quienes denuncian. Al borde del colapso sanitario por la pandemia, trabajadores de la salud denuncian falencias en hospitales porteños.

Sillas de ruedas, bolsas y cajas archivadas ocupan una sala de terapia intensiva inaugurada en 2017 pero nunca utilizada en el Instituto de Rehabilitaciones Psicofísicas (IREP). En el Durand, una de las dos salas preparadas para ser usadas como terapias intensivas permanece cerrada. Así lo denunciaron trabajadores de ambos hospitales porteños, que reclaman la apertura de esos espacios en el marco de la segunda ola de coronavirus y con niveles de ocupación de camas graves en el distrito que no bajan del 80%.

“En 2017 se inauguraron dos salas de terapia con 8 camas cada una. Una fue habilitada para terapia de pacientes pediátricos en rehabilitación, crónicos, derivados de terapias de hospitales de agudos para hacer lugar ahí para emergencias. La otra sala nunca se ocupó, se inauguró, tiene equipamientos de última generación, respiradores, tiene todo. Es una terapia que no tiene nada que envidiarle a una privada, todo nuevo”, describió Pablo Lima, enfermero y delegado de ATE en el IREP. “Nunca se inauguró porque no se tomó la decisión de tomar personal médico. Desde 2017 está cerrada y hoy la están usando como depósito, guardan sillas de ruedas y otras cosas. Es un desperdicio de recursos”, sentenció.

Si bien el IREP es un instituto de rehabilitación, ante la presencia de casos de covid durante la segunda ola se tuvo que abrir una sala especial para covid allí. En este momento hay por lo menos cinco mujeres aisladas en el tercer piso. Lima alertó también sobre la falta de calefacción en esa área. En el segundo se habilitó una para hombres, pero tras un fallecimiento en este momento está vacía.

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“Había pacientes con covid que estaban internadas y al no tomar la medida inmediata de aislarlas se terminaron contagiando todas. Eso es lo triste. Eso fue hace 15 días. Antes no había casos acá, si el paciente tenía covid era derivado. Ahora ya es una sala de covid”, afirmó Lima. Y contó que “ya murieron dos pacientes del IREP por covid. Se complicaron, los derivaron al Pirovano y fallecieron en agudos. La derivación la esperan hasta que el paciente no da más. Cuando llega al Pirovano llega totalmente descompensado, no se sabe si hay camas en terapia, por lo general los atienden en la guardia”. Ante este panorama, trabajadores y trabajadoras decidieron reclamar por la apertura de la sala de terapia inutilizada.

“La dirección  y el Ministerio no responden. Tuvimos que salir a denunciar todo esto porque ya no da para más”, dijo, y denunció “persecución a enfermeros, amenazando con despidos y sanciones a los que reclamamos o tenemos la posibilidad de decir lo que está pasando”. También, desde el área de enfermería piden que se organice un sistema de turnos y rotación –como hay en otros servicios- para evitar contagios masivos.

El reclamo del IREP por la apertura de una terapia en desuso no es el único. En el Durand también llevan semanas exigiendo la apertura de la cuarta sala de terapia. “Lo único que escuchamos es que van a abrir en ese lugar una zona de alto flujo de oxígeno, bigoteras con alto flujo para casos de Covid más complicados. Pero esa no es la solución para nada. Cuando un paciente Covid se complica necesita respirador”, alertó el delegado Héctor Ortiz. “Son los criterios del gobierno, o simplemente salieron a decir a la prensa eso para que no pregunten más”.

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Ante la consulta de este medio, desde el Ministerio de Salud respondieron que se vienen agregando camas de terapia en el marco de la pandemia: que eran 300 en un primer momento y ante la suba de contagios y porcentaje de ocupación ya se llevaron a 500. Sobre los reclamos específicos del IREP y el Durand no hubo precisiones.

Un factor extra que complica la situación es la falta de intensivistas, tanto médicos como enfermeros y kinesiólogos, algo que vienen denunciando desde ese sector hace años, pero se agudizó en el marco de la pandemia.

Reclamos de larga data

Otra alarma se encendió en el Tornú. Lisandro Teszkiewicz, auditor general de la Ciudad, difundió un informe que reflejó que ese hospital “presenta problemas de infraestructura y no mejoró en pandemia”. Enumeró cuestiones como la pérdida de camas de internación, la falta de insumos, falencias de infraestructura que derivaron en el desprendimiento de mampostería, roturas en paredes, pisos, cielorrasos, humedad en los cimientos, mal estado de los sanitarios con mobiliarios rotos, cables y caños expuestos, así como fallas en materia de seguridad como matafuegos sin carga y falta de señalización. Los problemas detectados en el relevamiento de 2017 se suman a los que enfrenta el personal durante la pandemia.

Gabriel Rosenstein, médico clínico del Hospital Tornú e integrante de la Asamblea Permanente por el Derecho a la Salud de CABA, señaló que el hospital en los últimos diez años cerró una sala de neumonología y una de cardiología. En plena segunda ola de la pandemia, “una se reabrió con la mitad de camas (había 24 y hay 11), y la del primer piso de hombres, que estuvo cerrada por 15 años, recién ahora la refaccionaron después de que venimos reclamando”. El médico remarcó que, más allá del número de camas, uno de los problemas más graves tiene que ver con la falta de recursos humanos.

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“En la guardia hoy hay una demanda mucho más alta con la pandemia y seguimos con la misma cantidad de enfermeros. El problema en lo cotidiano es que sigue habiendo un déficit de enfermería abismal, entonces las aperturas el primer problema que tienen es la falta de enfermería. Mucho de esto se cubre con residentes que a su actividad habitual suman guardias, entonces no pueden salir a rotar, con lo cual no pueden avanzar en su formación”, advirtió. A esto se suman problemas de larga data como que “el área programática del Tornú está en un subsuelo que se inunda con materia fecal hace 15 años”.

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