Es porque crece la emisión de esas letras. El Banco Central las usa, junto con los pases pasivos, para absorber los pesos que sobran en la economía.

Los pasivos remunerados del Banco Central continúan creciendo de manera acelerada. Los pases y las leliq, los instrumentos con los que la entidad regula la cantidad de dinero que hay en el mercado, crecieron fuertemente en los últimos meses, tal como lo corroboran los informes técnicos de la propia entidad.

De acuerdo con el Informe Monetario Mensual de abril, conocido el último viernes, el stock de las leliq (Letras de Liquidez) fue en promedio de $ 1,9 billones el último mes, un 59,3% más que en abril de 2020. Los pases activos para los bancos, o sea, el dinero que los bancos tienen en el Central, en tanto, casi se cuadruplicaron: el promedio del último mes fue de $ 1,3 billones, un 283,7% más que un año atrás.

La suma de ambos componentes supera con holgura la base monetaria, compuesta por el dinero en posesión del público y las entidades financieras, que en abril promedió $ 2,5 billones. La tendencia ascendente se viene acentuando en los últimos dos años. Mientras que a fines de 2019 la relación entre esos pasivos y la base monetaria era de 0,64, en diciembre de 2020 ya era de 1,09 y en la actualidad es de 1,33. El índice no dista mucho del alcanzado durante la presidencia de Federico Sturzenegger con sus recordadas lebac (fue de 1,45 en noviembre de 2017).

Los dos instrumentos permiten al BCRA manejar la liquidez del mercado, aunque cada uno de ellos tiene sus particularidades. Los pases están a disposición de las entidades financieras como una ventanilla en la cual pueden colocar sus excedentes (o bien pedir dinero, en el caso de los pases activos), mientras que las leliq salen a subasta por una cantidad predeterminada por el Central. La particularidad es que estas opciones devengan un interés: mientras los pases pagan un 32% anual (a un día) y un 36,5% anual (a siete), las letras abonan el 38% anual.

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Efecto bola de nieve

Las elevadas tasas contribuyen al efecto bola de nieve que potencia la formación de ese stock y a la vez pone un pesado lastre a las cuentas del Central. Cálculos extraoficiales afirman que de los $ 48 mil millones por mes que la entidad abonaba en concepto de intereses a comienzos de 2020 se pasó a $ 102 mil millones en marzo de este año. A estos niveles nominales, a lo largo de 2021 la entidad podría estar pagando $ 1,2 billones solo en concepto de intereses, que irían a parar a mano de los bancos.

Una vara tan elevada también limita el margen del regulador monetario para elevar los tipos de interés, una de las herramientas más directas para limitar la inflación: si los sube, esa pérdida operacional (también conocida como déficit cuasifiscal) se incrementaría aun más.

Pero el efecto también alcanza a otro brazo vital del Banco Central: la política cambiaria, que en las últimas semanas intentó anclar al dólar para contener la inflación. Un trabajo de la consultora Analytica explica que «mientras los activos del BCRA se valorizan al ritmo del cambio oficial, los pasivos lo hacen a la tasa de los pasivos remunerados». Dicho de otra manera, si las reservas internacionales, que son el activo de la entidad y están valuadas en dólares, crecieron en abril a un ritmo del 22% anual (lo que subió el dólar oficial), los pasivos lo hicieron a un ritmo de entre 32% y 38% anual. Esa divergencia, por lógica, será difícil de mantener en el tiempo.

En su Informe Monetario, el Central explicó que estos instrumentos sirvieron para esterilizar, como se llama técnicamente a este retiro de dinero del mercado, la mayor cantidad de dinero originada en la asistencia al Tesoro (en abril la entidad giró adelantos transitorios por $ 55 mil millones) y en la inyección de pesos al mercado que significó la compra de divisas del Central por U$S 1373 millones. «La expansión monetaria asociada al financiamiento al Tesoro y a la compra neta de divisas del BCRA en el mercado de cambios fueron esterilizadas fundamentalmente a través de pases pasivos y Leliq», señala el texto.

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Una inferencia que se extrae de estos números es que son una consecuencia de la lluvia de pesos inyectados en plaza el año pasado, para sostener la actividad económica en el peor momento de la pandemia. «La liquidez bancaria amplia en moneda local continuó ubicándose en niveles históricamente elevados. En abril, promedió el 64,2% de los depósitos, 1,5 puntos porcentuales más que el mes previo. En términos de sus componentes, la liquidez se volcó a favor de los pases pasivos, que incrementaron su peso relativo en 2,2 puntos porcentuales de los depósitos”, admitió el informe del BCRA.

El gobierno se endeuda a plazos más largos

La licitación de títulos públicos realizada el último miércoles por la Secretaría de Finanzas dejó un buen colchón para los grandes vencimientos de bonos en pesos que se avecinan en las próximas semanas. Según el parte oficial, los cinco tipos de letra lanzados dejaron $ 53.724 millones en las arcas oficiales. Fue una combinación de cuatro letras a tasa variable y fija, con vencimientos en julio y octubre próximos, y una quinta con capital ajustado por CER a devolver en abril de 2022.

El dinero obtenido será holgado para pagar los $ 8900 millones que vencían entre el miércoles pasado y mañana. Pero el gran test será en la segunda quincena de este mes: el 21 habrá que cancelar Bonte, Lecer y Lepase por $ 300.000 millones, según informó la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), que sigue de cerca la evolución de la deuda pública. Para cubrirlos habrá una nueva licitación de títulos, cuyas características aún no fueron definidas, a realizarse el miércoles 19.

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De acuerdo a la OPC, uno de los objetivos que se planteó el Palacio de Hacienda se estaría logrando: que las nuevas emisiones sean a plazos más largos. «En el primer trimestre se realizaron siete licitaciones de mercado por un total de $ 966.204 millones y un plazo promedio de 424 días, con una elevada participación de bonos ajustables por CER de plazo mayor a 18 meses», explica el informe. Como referencia, a mediados del año pasado el plazo promedio de las colocaciones llegó a ser de sólo 141 días.

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