El atentado con explosivos contra un local de La Cámpora en Bahía Blanca no debe ser tomado como un hecho aislado que se puede ignorar, como tampoco se puede restar importancia a la ola de mensajes en las redes con lo celebraron o lo justificaron.

En la tarde del 25 de mayo, me llegó un mensaje de audio por whatsapp en el que un desconocido se dirigía a otro desconocido, un tal Omar, comentando con algarabía sobre una bomba puesta en un local de “La Cámpora” (sic) en Bahía Blanca y otra en San Luis (dato que no salió en ningún medio). El señor en cuestión, entre otras cosas, destaca dedica un “Feliz día de la patria” a su supuesto destinatario para continuar con una proclama que, entre otras cosas, sostiene “… en 1810 echaron al virrey, esperemos que hoy se pueda echar a la virreina” (sic).

Inmediatamente de recibido, hice el chequeo de rigor para no dar crédito al rumor pero efectivamente comprobé que en Bahía Blanca había sido puesta una bomba en un local partidario del oficialismo que sí pertenece a La Cámpora como dice el locutor del audio con tono castrense.

Quienes peinamos canas recordamos perfectamente cómo iniciaron su accionar las fuerzas parapoliciales y paramilitares en la década del ’70. También sabemos que Bahía Blanca es cuna de fuerzas militares, especialmente considerando que allí funciona una base naval. Por supuesto debemos recordar que es la propia presidente del PRO, Patricia Bullrich, la que a fuerza de mentiras, como las supuestas coimas que el oficialismo le habría pedido a Pfizer por las vacunas, viene apuntando a desestabilizar el gobierno y a debilitarlo aún más aprovechando el flanco que regala con su propia política, en muchos aspectos errática, que le hace perder autoridad. Quizás es menester recordar que de las filas de la misma ex ministra, amante de las pistolas Taser, los gatilladores fáciles y la represión a mansalva, es el intendente de la ciudad… Conspicuos fascistas son oriundos de la misma, como Vicente Massot, empresario beneficiado con la falta de mérito para ser juzgado como corresponsable de crímenes de lesa humanidad.

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Aparte de la bomba, los anónimos agresores dejaron unos volantes en los que no se privaron de nada, como mezclar en una hermosa ensalada reivindicaciones económicas contra la inflación, la pobreza y la desocupación con el rechazo a la ley del aborto y la educación sexual integral. Todo junto con pegado… Y, como si algo faltara, agregaron en los papelitos que los dueños del local, por ende, miembros del partido oficialista, “Subvierten los valores naturales”… ¡Caramba! A esta película ya la vimos. Los valores “naturales” no son precisamente tan naturales, sino los mismos que otrora y hasta con idénticos argumentos, impusieron por la fuerza los golpistas genocidas a punta de fusil y con un derramamiento de sangre que regó las calles del país de cabo a rabo, dejando como saldo miles de asesinados y 30.000 desaparecidos. Ésos y no otros son los valores “naturales” para el fascismo argentino promedio y para el partido militar que los representa que, aunque no se lo vea, siempre estuvo, siempre está ahí acechando, con el patrocinio de empresarios, curas y políticos como Bullrich, no tan ocultos ni tan anónimos, pero dispuestos a defender con sangre (la nuestra, la del pueblo) sus “naturales” valores.

Fue uno de los comunicadores predilectos de Patricia Bullrich, el twitero Eduardo Prestofelippo, el que sin ambages escribió hoy en su twit: “Lamentablemente no hay militantes heridos”, una verdadera barbaridad aunque luego haya pretendido justificarla con el argumento de que era “humor”. Son tan perversos y temerarios sus dichos que ni siquiera pueden encuadrarse en el humor negro porque fue en este país donde para mantener los “valores naturales” se mató a miles y miles de militantes, primero clandestinamente durante el gobierno de Estela Martínez de Perón y luego abierta e impunemente durante el gobierno genocida.

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Quien avisa no traiciona: este hecho no debe dejarse pasar como uno más dentro de toda la parafernalia de esa “oposición” dispuesta a todo con tal de volver a ocupar la Casa Rosada. Detrás de ella están los antiabortos, los anti ESI, los que lamentan que no hayan muerto militantes, las que amenazan al presidente diciéndole, con nombre y apellido, que debe agradecer que no le hayan prendido fuego a la casa de gobierno, los que, disgustados por las medidas oficiales, hacen lock out patronales por la suspensión de la exportación de carne, los que amenazan con otro lock out con la distribución de granos… Hay más, muchos más, como jueces funcionales, medios de comunicación que machacan y machacan, antivacunas y antibarbijos que se pavonean en provocadoras movilizaciones hasta en los alrededores de la casa presidencial de Olivos, los defensores de las clases presenciales cuyo accionar ha sido responsable de la muerte de decenas de trabajadores de la educación, los ridículos caceroleros y tanta otra fauna que busca desestabilizar con cualquier excusa, la mayoría son de “derecha”, sin embargo, no son los únicos.

El acto de ponerle una bomba con proclamas fascistas a un local partidario es una BOMBA DE ENSAYO no sólo para la coalición gobernante, sino para TODOS. Es una prueba con la que miden la capacidad de reacción popular, el grado de aceptación social de este tipo de hechos aberrantes, la dimensión política que le da la sociedad en el cúmulo de problemas que atraviesa, la RESPUESTA de otras organizaciones políticas, etc. En síntesis, lo que miden es cómo nos caen ellos, aún si no somos peronistas. Nunca está demás recalcar que todos los golpes de estado han sido FUNESTOS para los trabajadores y los pobres, que cualquier desestabilización política se ha cobrado sus consecuencias de nuestras filas, que es el campo popular el que pone los muertos y la sangre cada vez que ellos deciden imponer SUS VALORES “NATURALES”.

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Hacer silencio o mantener entre bambalinas nuestro análisis de estos hechos es FUNCIONAL a SUS intereses. Caso contrario, es nuestro deber REPUDIAR contundente y abiertamente lo sucedido en Bahía Blanca. No quedarnos mudos como si nada hubiera pasado, no caer en la omisión del rechazo a estas prácticas fascistas es imprescindible si no queremos que se repita nuestra trágica historia de manos de los de siempre.

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,

guardé silencio,

ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,

no protesté,

ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar”.

Martin Niemöller (pastor luterano alemán)

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