Haber tenido Covid 19 termina significando una experiencia incomparable. Se relaciona con lo personal, con haber estado muy grave pero también con el aprendizaje de lo que es el mundo sanitario en una época en que los héroes cívicos más importantes están allí. Médicos, kinesiólogos, enfermeros, camilleros, gente que da la vida por quienes llegan enfermos a los hospitales. Lo que significó ese conocimiento del mundo sanitario me dispara grandes emociones.

Conté cómo, en los momentos más dramáticos, cuando prácticamente no tenía movimiento y estaba grave, un enfermero o dos, me atendían en mi propia cama, con paciencia, y hasta diría con amor a su trabajo, lo que me significa quedar en deuda para siempre con ellos. Nada es más importante ni valioso que un enfermero. También pude apreciar en muchísimos casos, que los médicos tienen una forma de relacionarse con el Covid que marca un enorme aprendizaje. Va a terminar siendo beneficioso. La medicina ha mejorado notoriamente en un año. Debieron acelerar sus pasos. Que la vacuna haya aparecido en tiempos tan relativamente breves marca una superación, además de una inversión en ese terreno.

Me gusta elogiarlo, porque ahí entra en juego directamente el interés económico. Pero es significativo que hayan existido esos esfuerzos de inversión, esos riesgos que tomaron para conseguir la vacuna en tan poco tiempo. También hay que decir que si ahora, bajo la influencia de la OMS, el gobierno de los EE UU y la UE liberan las patentes de las vacunas, el mundo habrá dado un paso gigantesco. Veremos si cumplen. Soy optimista, porque el que se empeñó es nada menos que el presidente de los EE UU, con un mensaje sorprendentemente progresista. Ya en campaña lo había prometido.

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Que se haya permitir discutir que se deben liberar las patentes de las vacunas es algo que nunca hubiera pensado que iba a suceder. Es una guerra de toda la vida, contra gente muy poderosa. Recuerdo cuando en épocas del ántrax, el gobierno de EE UU le pidió a Bayer que hiciera el remedio y el laboratorio respondió que no le daban los tiempos. Entonces se le reclamó que entonces entregara la patente a otras firmas. Pero ahí la empresa solucionó el problema: invirtió más y lo terminó fabricando.

Ese es uno de los escasos cambios positivos en tiempos de la pandemia. Aquella esperanza que algunos tuvieron sobre que el capitalismo iba a tocar fondo y podíamos salir a los tiempos que vienen con otra forma de relacionar la economía y la política, fue un sueño vano.

Lo que, por otra parte, sucedió es la aparición de las peores inhumanidades políticas que se puedan concebir. Lo que ha hecho el gobierno de la CABA en este período, es nefasto. Una interna entre ellos que quieren solucionar a partir de la muerte de la gente. Tomando medidas que les permita mostrarse más o menos duros. La pelea de Bullrich con Larreta, de Macri con Larreta, de Bullrich con Quirós. Una vergüenza, deshumanizados, indiferentes a todo lo que les rodea, marcan que las miserias del ser humano siempre están a punto de aparecer. Y que apenas tienen un interés, no trepidan un instante en exponerlas con la frialdad y la crueldad con la que el gobierno de la CABA y la derecha lo hicieron en este período.

Después tenemos la experiencia perturbadora del comportamiento de los medios. El Covid se encargó de decirnos que gente como Magneto en Clarín, o Saguier en La Nación están dispuestos a lo que sea con tal de reapropiarse del poder político que perdieron en la elección del 2019, y que tienen un enorme fastidio con la democracia. Quieren opacarla, minimizarla: la democracia para ellos es el peligro de perder el poder político, que anudado al poder real, les da el dominio absoluto. Son más poderosos que Dios. Si no conservan el poder político, tienen alguna dificultad, pero tampoco demasiada: como en este momento, el poder real se lleva todo por delante. No tienen límite. Hay que dar pelea defendiendo al pueblo para conseguir más gente que respalde a un gobierno progresista, para que se puedan tomar las soluciones de fondo contra la pobreza, y recuperar lo perdido desde 2015.

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Pero vuelvo al Covid. Y recuerdo una la charla que tuvimos en La Mañana con Dalia Raijman, Jefa de Área de Medicina Física y Rehabilitación en Alcla, la clínica dónde permanezco realizando la recuperación integral. Ella me aseguró: “Aún no sabemos y van a pasar muchos años, por qué a algunas personas le afecta más agresivo que a otras, o por qué algunos se contagian y otros no… La afectación del Covid es respiratoria, cardíaca, renal, muscular, neurológica”.

Cuando le referí que, por mi experiencia, en la recuperación influyen aspectos mentales, la confianza del retorno a la vida, la acción psiquiátrica, mencionó: “No olvidemos que los pacientes están mucho tiempo aislados, en una habitación, con su salud tan afectada, y que nosotros entramos ‘disfrazados’ para atenderlos, con máscaras, que no conocen nuestra caras… Es muy difícil salir de eso. Como es muy difícil sacarles el respirador, “destetarlos”. La experiencia nos dice que por mucho tiempo, hasta un año o más, van a estar con problemas respiratorios y recuperando la fuerza muscular”. Yo lo pensaba igual. Entran “marcianos” a la habitación. Le decía a los enfermeros: cuando puedas, mostrame tu cara, te quiero conocer.

Por supuesto que hay un post Covid del que se debe hablar. A mí me pasó como si fuera un huracán sobre un rancho de paja. Se llevó mis músculos, mi capacidad de respiración. Arrasó. Toda persona que pasó por el Covid, aun las que la sacaron muy barato, deben pensar que es una sombra muy perturbadora en nuestras vidas. Todo lo que uno no recupere es una ventaja para la reaparición del Covid o de otro tipo de enfermedad que ahora acecha… De ahí que insisto mucho con el resultado, en que hay que hacer lo posible por recuperarse del todo.

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El Covid es lo más fuerte que me pasó en la vida. Casi me la lleva. También es lo más humano que me tocó. Por lo que pude aprender el valor que tiene, por ejemplo, el personal sanitario, que ha sido, para mí, en mi corazón, como conjunto, el verdadero héroe civil de este tiempo y podría decirse, de casi todos los tiempos que conozco.

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