Resultados de la gira europea de Martín Guzmán

Ni pagos en mayo al Club de París ni acuerdo con el FMI antes de octubre. Con ese marco, el ministro buscó el consenso europeo para «una negociación no convencional» 
¿Qué fue a buscar Martín Guzman en su gira europea? ¿Qué resultados obtuvo? «Gestos de confianza», responde casi retóricamente una fuente que siguió muy de cerca los pasos del ministro desde que partió de Ezeiza. Más en concreto: Argentina no está en condiciones de hacer frente al vencimiento de 2400 millones de dólares con el Club de París a fin de mayo, pero necesita iniciar negociaciones ya y no dejar supeditadas las conversaciones al cierre de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Acuerdo que, transmitió además el ministro, no hay posibilidad de que se concrete antes de las elecciones de octubre. Los interlocutores del ministro Guzmán tomaron nota de este dato, que a esta altura hasta en el propio FMI admiten como una realidad inamovible. No hay ningún memorandum firmado ni compromisos en papel con membrete, pero se puede afirmar que Argentina logró un compás de espera del Club de París para el inminente vencimiento por otros dos meses, hasta el 29 de julio, plazo en el cual se irán conversando los términos de un nuevo acuerdo. Guzmán no fue a Europa en busca de acuerdos, sino a explicar la posición negociadora de Argentina ante los organismos internacionales y por qué su planteo es cambiar las reglas de refinanciación de deudas. Busca «comprensión y respaldo» del mundo desarrollado para la situación argentina, que «transita por un estrecho desfiladero» que no le deja ninguna posibilidad de tropezarse y volver a levantarse. Pero explica que no es un caso aislado, sino el resultado de las malas políticas financieras y económicas que los propios organismos prohijaron. Y que es el momento de corregirlas.

No es que salga a buscar un salvavidas porque sienta que se encuentra en una situación desesperada, como lo demuestra el hecho de que el viaje se planificó con bastante antelación, y un mes antes de partir hacia Washington para participar de la asamblea anual conjunta del FMI y el Banco Mundial, ya estaban agendados todos los encuentros en el viejo mundo. Incluso el viaje a Rusia, aunque no se contemplaba en ese momento la combinación de la entrevista con el ministro de Finanzas y la gestión por traer la producción de vacunas Sputnik a la Argentina.

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El caso argentino

Guzmán, acompañado por Sergio Chodos, negociador permanente ante el FMI, Maia Colodenco (encargada de asuntos internacionales) y Melina Mallamace (jefa de gabinete de asesores), explicó en las capitales de cinco países europeos, a lo largo de una semana, las complejidades de la situación argentina y de su relación con el Fondo Monetario. No necesitó mucho esfuerzo para captar el interés de sus interlocutores.

Que un país como Argentina este sumido en un nivel de pobreza mayor al 42%, no se explica solamente por la pandemia. Se trata, además, del país que recibió el mayor crédito stand by del FMI hace apenas tres años y ahora se convirtió en el mayor deudor del FMI. Razones de sobra para querer escuchar de primera mano las explicaciones que podía dar su ministro de Economía.

Guzmán no fue a negociar con los ministros de economía europeos, sino a explicarles qué está negociando Argentina con el Fondo. Explicó que no es simplemente una negociación a partir de las limitaciones de pago, de no poder cumplir con lo pactado por el gobierno anterior, sino que se plantea «romper los moldes» de los acuerdos tradicionales del FMI. «Son esquemas pensados para la economía del siglo XX y hoy estamos con una economía mundial distinta, con otras necesidades y otras restricciones, a las que se sumó una pandemia mundial», sostiene ante cada uno de sus interlocutores, buscando involucrarlos en el replanteo del rol que ocupan los organismos internacionales.

Lo que Guzmán busco transmitir es que lo que se está discutiendo no es sólo un acuerdo de reprogramación de vencimientos, sino nuevos instrumentos para una nueva arquitectura financiera global. Hubo gestos y guiños que el ministro recoge como saldos positivos de su gira. «Son consensos que se van logrando en un planteo diferente que está haciendo Argentina ante el FMI, y ese avance ante las principales potencias europeas le da una masa crítica a la posición que los negociadores argentinos defienden», sostuvo un integrante del staff de Guzmán.

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Rompiendo moldes

Se desprende, de ese balance, que Argentina va logrando espacio para hacer más comprensible su necesidad de profundizar en un acuerdo que trascienda los cánones habituales del menú del FMI. La propuesta de estirar el período más allá de los diez años que el Fondo ofrece en sus programas de Acuerdo de Facilidades Extendidas fue puesto sobre la mesa en cada reunión ministerial. La propuesta consistiría en una AFE con cuatro años de gracia (sin pago de capital ni intereses), al cabo de los cuales se alcance un consenso para la renovación del plan por otros diez años desde entonces. No hubo un acuerdo explícito de los interlocutores, pero se acepta la necesidad de plantear alternativas antes casos que, como el argentino, claramente no cierran frente al menú actual.

Guzmán también expuso ante sus pares europeos la propuesta que compartió con México de una distribución distinta de la ampliación de fondos que el FMI resolvería por vía de emisión de Derechos Especiales de Giro. La propuesta es que no se haga proporcional a la participación de los países miembro, porque esto concentraría la disponibilidad de fondos en los países más fuertes, sino que estos cedan recursos a los países de desarrollo medio muy endeudados, como el caso argentino. No hubo una respuesta inmediata a este pedido. Las potencias europeas prefieren tomarse un tiempo antes de ceder al pedido.

También hubo tiempo para el tratamiento de otros temas sugeridos por los funcionarios anfitriones. Alemania muestra gran interés por la estrategia argentina en materia energética. Tiene ambiciones de participar fuerte en energía eólica pero también en las demás fuentes alternativas. La preocupación de los italianos esutvo más orientada a cómo serán en el futuro las reglas para el movimiento de capitales, anoticiados de que algunas empresas de esa nacionalidad han tenido dificultades psra remitir utilidades a la península. En el caso de Rusia, la posibilidad de aumentar el intercambio y, principalmente, darle mayor proyección a su industria de bienes de capital, frman parte de su propia estrategia geopolítica.

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Puertas adentro

No fueron ajenas a los encuentros de Guzmán y su equipo en el exterior algunas situaciones de tensión que se vivían internamente, en el país. Durante la estadía del ministro en el exterior se conoció el salto del IPC de marzo, del 4,8%. Dato al que Guzmán se adelantó, anticipando el día anterior que iba a ser «el aumento más alto del año». Y ello, en el marco de los anuncios de mayor rigurosidad en las restrricciones a la circulación de las personas. Pero hubo más inquietud de los que le transmitían desde Buenos Aires los acontecimientos, que la de quienes la recibían en la vieja Europa.

En los próximos días, habrá que ver cómo logra el ministro volcar en un convulsionado escenario interno, los logros que pareció recoger en su incursión europea. La tensión en la puja distributiva vía precios que le impone la franja más concentrada de la economía local mete ruido político. Sus pares del gabinete económico también esperan su regreso para definir los próximos pasos.

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