Sólo en la Provincia, los contagios entre médicos y enfermeros, que eran el 5%, son ahora el 0,4% del total. En medio del rebrote, los positivos de mayores de 70 crecen menos que otros grupos etarios.

Hay un dato positivo (casi el único) en esta segunda ola de Covid-19. A diferencia de los picos de octubre o enero, ahora la incidencia de algunas poblaciones de riesgo (personal de salud y mayores de 70 años) es menor sobre el total de contagios, en gran parte gracias a la vacunación. La contracara: crece la incidencia de jóvenes y niños.

“Los primeros resultados indican que vamos por el buen camino. Mientras los casos crecen a un nivel nunca visto, los dos grupos donde viene más avanzada la vacunación son los que registraron menos contagios en el último mes”, planteó el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak. Por un lado, mientras el personal de salud llegó a ocupar el 5% de los casos totales de Covid en picos anteriores, hoy roza el 0,4 por ciento. Viene de la mano con haber sido el primer grupo de riesgo en vacunarse: el 94% ya recibió al menos una dosis.

Con respecto a los adultos mayores, los casos también suben, pero en menor proporción que el resto. En Provincia de Buenos Aires, los positivos de mayores de 70 crecieron desde el 1 de marzo hasta la primera semana de abril un 53%. Mayores de 80, un 39%. Y mayores de 90, un 36%. En cambio, mayores de 60, con menos tasa de vacunación, lo hicieron en un 78,89%. Es precisamente el segmento etario que se piensa cubrir con los envíos que llegan en estas horas de Covax y Sputnik V. Hasta el momento se inmunizó a poco más de la mitad de este último grupo.

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“En los mayores de 70, ahora hay más casos que en febrero, pero como porcentaje del total cayó mucho”, expresa el físico Jorge Aliaga, investigador de la UnaHur, la UBA y el Conicet. En CABA, por ejemplo, en las últimas cinco semanas pasaron de ser el 7,3% del total de contagios del distrito, a solo el 4,7%. Para Aliaga, puede deberse “a una combinación de mayores cuidados y vacuna”.

Este lunes el primer ministro británico, Boris Johnson, habló al iniciar una etapa de desconfinamiento luego de tres meses de restricciones, y sostuvo que la «mayor parte» de la reducción de casos y muertes por coronavirus se logró gracias a la cuarentena y no a la vacunación.

“Más allá de afirmar qué es más contagioso, lo que está claro es que si las personas dejan de moverse, contagian menos –continúa Aliaga en referencia a las últimas medidas del gobierno nacional–. La pregunta es: ¿qué había para cortar que fuera consistente, que parara la circulación de muchas personas? ¿Y cuáles de esas cosas podían seguir haciéndose, aunque de manera parcial, en la virtualidad? Porque hay ciertas actividades comerciales que no se pueden pasar a virtualidad. Y la que cumplía con esas condiciones era la educación. Si no, tenías que suspender varias actividades muy masivas para que tuviera un impacto semejante, y dejar las escuelas. Eso se podría haber hecho, pero tenía otro impacto económico. Ahí hubo una decisión política”.

El senador provincial por Corrientes, Martín Barrionuevo, que desde el año pasado sube análisis diarios de la pandemia, agrega que “hay menos detectados mayores de 70 que en el anterior pico, por vacunas y mejores cuidados. Pero el número aumenta con el crecimiento desmedido de casos. Hay cerca de 950 casos de adultos mayores por día. Podrían ser 1.500”.

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Un desafío será sumar a más gente de riesgo a vacunarse. Los mayores de 80 están en un 70% vacunados, igual que los mayores de 70, pero desde principios de abril no subió tanto el número. “Evidentemente estamos encontrando un techo en los inscriptos”, analiza Barrionuevo.

Pero hay una contracara: cada vez más cantidad de menores se contagian. A pesar de la insistencia del jefe de Gobierno porteño en que los niños no se infectan ni en las escuelas ni en la circulación y en los encuentros sociales que generan, los números indican que hace nueve semanas hubo 1.088 menores de 18 que dieron positivo, y en la última semana fueron 4.465. En algún lado se están contagiando. A eso hay que sumar a los asintomáticos que, según lo observado en otros países del mundo, es un grupo que crece a medida que baja el rango de edad.

Al momento de decidir la suspensión por dos semanas de las clases presenciales, no se pensó tanto en la tasa de contagios en el aula, que rondaría el 2% de alumnos y docentes (5000 positivos), sino en lo que sucede afuera, antes y después de que ingresen al establecimiento, donde los y las estudiantes se juntan sin las medidas de protección, las familias se amontonan y miles de personas de la comunidad educativa van y vienen en el transporte público. Eso lo reflejan las estadísticas: hace siete semanas hubo 163 chicos de entre 13 y 17 años contagiados en CABA, la cifra fue en continuo ascenso y la última semana llegaron a ser 882.

“El problema no es lo que pasa dentro del aula, sino todo lo que envuelve a la presencialidad y toda la circulación y los encuentros sociales que genera. Cada vez más se ven chicos salir juntos de la escuela caminando por la calle, la mitad sin barbijo, compartiendo cosas”, graficaron desde el gobierno.

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Por otro lado, la comunidad docente apunta que tampoco se vivía una presencialidad plena. En la mayoría de los distritos, los chicos alternaban jornadas en casa y en el colegio. Hace una semana, la Escuela 19 de Villa Soldati tuvo ocho grados sin clases por contagios. En la Escuela N° 5 de Flores, de las 28 burbujas debieron aislar quince.

Quirós le echó la culpa a la lluvia

“Las clases empezaron el 17 de febrero. Catorce días después, el 3 de marzo, empezaron a subir los contagios en CABA”, dijo el secretario general de UTE–Ctera, Eduardo López. Sin embargo, para el ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, el brote se debió a las lluvias y al cambio de clima de principios de marzo, que generaron que la gente tuviera encuentros en espacios cerrados.

“Los contagios aumentaron con la primera ola de frío y lluvia”, sostuvo Quirós, y agregó que sucedió lo mismo en otras partes del mundo, aunque los picos de Brasil y Chile fueron en pleno calor. Tras esas jornadas de lluvia hubo días de calor en el AMBA, y sin embargo los casos no bajaron. Desde el gobierno porteño insistieron en que haya presencialidad, aunque al momento de ser consultados no propusieron qué actividades deberían restringir la circulación. Para los infectólogos, si no se disminuye la circulación, el virus sigue multiplicándose.

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