La lucha del verano de 2016 contra el vaciamiento fortaleció el ánimo de los trabajadores y las trabajadoras de Tiempo para seguir adelante en la recuperación de los puestos. El rechazo a intervenir para ponerles coto a los empresarios vaciadores, tanto del Estado nacional como del de la Ciudad, consolidó la idea: había que hacer una cooperativa para seguir adelante.

Cuando el 19 de abril de 2016, los y las trabajadoras de Tiempo Argentino resolvieron crear la cooperativa de trabajo, estaban dándole un nuevo rumbo a la lucha que marcó los meses previos y que fueron la base sobre la cual se construyó esa aventura.

Fueron las experiencias colectivas soldadas al calor de ese tórrido verano las que permitieron avanzar paso a paso hasta arribar a la conclusión de que la creación de Por Más Tiempo Cooperativa de Trabajo Limitada era la alternativa adecuada para el momento que se travesaba.

Es que al vaciamiento de Balkbrug, la editora de Tiempo Argentino, por parte de sus dueños, se le sumaba un contexto político y económico que chocaba con las iniciativas de quienes integraban Tiempo. El recién llegado gobierno de Mauricio Macri impulsó una política de despidos masivos en el Estado nacional, que fue replicada en muchas administraciones provinciales y municipales. Y, cebadas por esa decisión estatal, las patronales de las empresas privadas vieron la oportunidad para ajustar cuentas en sus propios planteles. En el caso de los y las trabajadoras de prensa, empezó una sangría de características históricas: las empresas destruyeron más de 2.000 puestos de trabajo sólo ese año en la Capital Federal, según un relevamiento del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).

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Una redacción multifacética

Las trabajadoras y los trabajadores de Tiempo procedían de las más variadas experiencias profesionales y de vida. Los había fogueados en muchas redacciones y también los que nunca habían pisado una. Había un grupo importante de compañeros y compañeras que provenían del diario Crítica, otros y otras de Crónica, de Clarín, de Perfil, de agencias de noticias; también los y las que llegaron de las filas de la desocupación.

Ya desde el momento en el que se elaboraban las ediciones número 0, en el verano de 2010, comenzaron dos procesos en paralelo y simultáneos, con muchos cruces e interacciones: de un lado, el fortalecimiento profesional en todas sus facetas; del otro, la organización de la asamblea, el reconocerse a sí misma como integrada por trabajadores y trabajadoras de prensa con necesidades y objetivos comunes.

Periodistas, fotógrafos y fotógrafas, diseñadores, correctores y administrativas fueron conformando un grupo cohesionado que debió enfrentar desde el primer día la política de salarios bajos y malas condiciones laborales que quería imponer la patronal, para la cual Tiempo era apenas un vehículo de negociados con la pauta publicitaria estatal.

La primera comisión interna fue electa a fines de 2010 y representó un salto de calidad de la asamblea. Desde ese nuevo lugar, las y los trabajadores de Tiempo jugaron un rol destacado en la renovación sindical del gremio de los trabajadores de prensa de la Capital, proceso que derivó en 2015 en la creación del SiPreBA.

Tiempo formó parte del Grupo 23, el multimedios de Sergio Szpolski, Matías Garfunkel, Darío Richarte y Mario Pergolini, entre otros. A pesar de los intentos patronales para evitar los contactos, los trabajadores y trabajadoras de Radio América, CN23, El Argentino, Infonews y la Revista 23, entre otras publicaciones y medios, forjaron una sólida relación de colaboración mutua ante los embates empresariales.

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Esa unidad fue la que permitió generar una lucha común cuando se comenzó a concretar el vaciamiento empresario y que tuvo un punto alto: el festival solidario del 31 de enero de 2016 en Parque Centenario, que reunió a más de 20 mil personas.

En la lucha, los trabajadores y trabajadoras de Tiempo no estaban solos. Los acompañaron masivamente el SiPreBA y los periodistas y trabajadores de prensa de toda la Ciudad, además de los vecinos y muchos anónimos en un abrazo gigantesco y reparador.

Ese verano de lucha de 2016 fue el crisol en el que se fundieron las experiencias que llevaron a la conformación de la cooperativa. El tema fue debatido muchas veces en las asambleas que se llevaron adelante en el edificio donde funcionaba la redacción de Tiempo. El rechazo tajante y permanente de las autoridades nacionales y de la Ciudad a intervenir en el conflicto para poner coto a la discrecionalidad y la violación de las leyes por parte de los empresarios vaciadores fue clave para la decisión: la fuerza y la voluntad de lucha estaban, pero el contexto no permitía avizorar una salida del lado del respeto de las leyes laborales y las normas. Además, pesó mucho la idea de que volver a producir un medio de comunicación permitiría volver a poner de relieve el profesionalismo de ese colectivo de periodistas, en un momento en el que el derecho a la información estaba siendo conculcado por el acople de muchos medios en torno de la defensa del gobierno macrista.  

La prueba

Al mismo tiempo que se desarrollaban movilizaciones, los trabajadores y trabajadoras de Tiempo comenzaron a indagar acerca de ese universo extraño hasta ese momento: cómo conformar una cooperativa y recuperar una empresa.

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Una nueva ola de solidaridad llegó hasta el edificio de la calle Amenábar. Decenas de cooperativistas, académicos y especialistas pasaron por allí para contar sus experiencias y ayudar a tomar las mejores decisiones para la nueva etapa que se abría.

Así se llegó a la prueba de fuego del 24 de marzo de 2016. Ya con la idea armar la cooperativa, los y las periodistas de Tiempo elaboraron una edición especial por el 40º aniversario del golpe cívico-militar de 1976. Para ello se contó con una nueva muestra de apoyo, esta vez por parte de Gráfica Patricios, un taller recuperado que acompañó a Tiempo en ese momento de incertidumbre y en sus primeros pasos. En rigor, la solidaridad de los gráficos con los trabajadores de Tiempo fue permanente y el de la Gráfica Patricios fue un respaldo vital. Se imprimieron 30.000 ejemplares de esa edición especial que volaron de las manos de los futuros cooperativistas, lo que mostró la viabilidad del proyecto que se gestaba.

Con el saldo a favor que dejó esa jornada, tanto en lo económico como en lo anímico, los 125 trabajadores y trabajadoras de Tiempo Argentino llegaron al 19 de abril con la decisión clara: había que armar la cooperativa. Lo que siguió es historia conocida.

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