El ministro celebra la ley de financiamiento para el área, que en diez años llevará el presupuesto de Ciencia y Técnica al 1% del PBI. Detalla el avance del Plan Satelital. Y señala la importancia de producir una vacuna propia.

En la misma semana en la que el presidente Alberto Fernández destacó el rol de la ciencia en estos doce meses de pandemia, avanzó la promulgación de la Ley de Presupuesto para el área, se conocieron resultados de un relevamiento nacional donde se expone el crecimiento y mutación de la cepa británica y las de Brasil en nuestro país, un test argentino detectó qué pacientes con Covid–19 necesitarán terapia intensiva, se anunció la inversión china en baterías de litio y ómnibus eléctricos en el marco de lo que será una Ley de Movilidad Sustentable, y se reactivó la industria de radares con una inversión de 9200 millones en INVAP, lo que convierte a la Argentina en uno de los 15 países en el mundo que acceden a esa tecnología. Se percibe otro tiempo respecto a los últimos años, un clima de época, la ciencia y la tecnología vuelven a ser noticia.

El ministro Roberto Salvarezza lo destaca en diálogo con Tiempo. Enumera avances nacionales que ayudan a mitigar los impactos del coronavirus, o a conocerlo mejor, vaticina que en un año o año y medio estará la vacuna que desarrollan investigadoras e investigadores argentinos contra el virus, que vive mutando, y contra el que es clave tener una producción nacional, y destaca la flamante ley presupuestaria que cuadruplicaría la actual inversión en Ciencia de acá a diez años.

Además, la iniciativa parlamentaria apunta a la federalización de los fondos, con un piso mínimo a repartir en las provincias, busca propiciar “la participación de las mujeres y la población LGTBI+ en todos los niveles y ámbitos del sistema científico-tecnológico”, y habla de visibilizar los avances científicos y generar la vocación en los distintos niveles educativos, y desarrollar y diversificar la matriz productiva.

El Ministerio también enfrenta desafíos. Por ejemplo, reparar sueldos de todo el personal científico que vienen atrasados hace años, y delinear cuál será el perfil productivo de la ciencia nacional, en un contexto de fuerte presencia extractivista y urgencias económicas. Salvarezza subraya la mención a su área en el discurso de AF del lunes: “Nos confirma que la Argentina vuelve a transitar el proyecto 2006–2015, donde la ciencia es una herramienta para que el país pueda desarrollarse y darle bienestar a sus ciudadanos”.

–El presidente destacó en su discurso los desarrollos realizados durante la pandemia. ¿Cómo se encuentran los avances científicos nacionales contra el Covid–19 actualmente?

–Seguimos con una importante actividad. Algunas iniciativas se encuentran muy avanzadas y distribuidas en hospitales, como los kits de detección del genoma del virus. En el caso de Neokit, hay producidas 1.200.000 unidades, y fueron parte del operativo de detección en la Costa por parte de la Provincia. El test de detección de anticuerpos COVIDAR, de Andrea Gamarnik, también ya lleva más de un millón de unidades, fue fundamental no sólo para detectar anticuerpos sino para cuantificarlos, y fue utilizado, por ejemplo, en el caso de plasma de pacientes recuperados, que a su vez es otro desarrollo del país, con el estudio clínico a cargo del doctor Fernando Polak, que demostró que otorga inmunidad, y con el que hoy tenemos la posibilidad de tratar a nuestros pacientes, sobre todo en fase leve. Otro desarrollo que se utiliza en hospitales es el del suero hiperinmune para pacientes moderados o graves, que lleva adelante Inmunova, una empresa de base tecnológica, junto con el Instituto Biológico Argentino, la Universidad Nacional de San Martín, el Conicet y el ANLIS Malbrán, y que tuvo y tiene interés de otros países en adquirirlo. También tenemos los elementos de protección, como los barbijos antibacteriales y antimicrobianos que crearon la UNSAM, la UBA y el Conicet con una pyme de La Matanza. Kovi. Se ven miles en la calle y ahora Kovi está trabajando sobre una versión más filtrante todavía, un barbijo N° 97. Otro tema en el que continuamos trabajando es la detección de las variantes del virus que están circulando. Hacemos informes periódicos a través de la plataforma Proyectos PAÍS, que desarrollamos en el Ministerio de Ciencia, con la que detectamos la variante de Río y la de Reino Unido, primero en un viajero y que hoy circula de manera comunitaria. Ese estudio es de suma importancia para evaluar qué vacunas están funcionando mejor que otras. También hay spray nasales, como el que tiene carragenina, que se probó en 400 trabajadores de la salud, por ejemplo en el Hospital Británico, y que, se comprobó, reduce y previene casos de Covid. Son muchas iniciativas. En este momento estamos financiando unos 200 proyectos en ejecución, muchos de los cuales ya terminaron con resultados positivos y se han llevado a la producción, en un ejercicio que hicimos aceleradamente: vincular a nuestros investigadores con un prototipo, que se asociaran con un laboratorio nacional y que se pudiera producir en cantidades necesarias para que llegue a la comunidad.

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–¿Y en qué situación están las vacunas que se desarrollan en el país?

–Hay dos proyectos financiados por el Ministerio: uno de la UNSAM y el Conicet, que lidera la doctora Julieta Cassataro, y otro de la Universidad del Litoral, también con investigadores del Conicet. Ambas son vacunas con proteína recombinante: lo que se inocula es una fracción de la proteína S, como unos pinchecitos que tiene el spike del coronavirus. Cuando se inoculan, generan anticuerpos. Para buscar similitud con algún desarrollo internacional, se asemeja al de Novavac, una firma norteamericana que ya finalizó Fase 3 con casi 90% de efectividad. Son distintas a la Sputnik V, que es con adenovirus; o a la de Oxford, que es con un vector viral no replicante; a la de Sinopharm, que es virus inactivado; o al ARN mensajero de Pfizer y Moderna. Las vacunas argentinas están en estado preclínico, terminando los ensayos previos a la Fase 1. En el caso de la vacuna de la UNSAM encontramos un laboratorio que pueda producirla, y los plazos en este caso son de año a año y medio para tenerla. Pero hay que pensar que este virus nos puede visitar de forma periódica y que debamos producir vacunas todos los años. Entonces queremos poder hacerla en nuestro país, desde nuestras universidades. De las que conozco, sólo en Cuba y en México ocurre algo similar.

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(Foto: Julián Álvarez / Télam)

–¿Cuáles son los objetivos de la ley que acaba de aprobar el Congreso?

–El presidente dijo que ya la va a promulgar. Lo que busca es aumentar la función de Ciencia y Técnica del presupuesto en forma progresiva, de manera tal que cuando finalice la década sea el 1% del PBI. Es una cifra enorme, porque hoy estamos en el 0,23% del PBI. Y hay que aclarar que esto no es el total de la inversión del país en ciencia y técnica. A eso hay que adicionarle la inversión privada, la de las provincias y las universidades. Lo de la ley es solamente un renglón del presupuesto, y llevarlo al 1% podría garantizar que al final de la década, con todos los aportes de todos los sectores, por ejemplo, el sector privado que ahora tiene la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento para apostar a la inversión, nos acerquemos al 2% del PBI, que es lo que tiene en promedio la Unión Europea. Pensemos que el mejor año de inversión en el PBI fue 0,65%, con un 0,35% del Estado nacional en la función de Ciencia y Técnica. Eso fue en 2015. El macrismo nos dejó un total de 0,46%, del cual la inversión estatal fue del 0,23 por ciento. Pero además, la ley incluye otros temas importantes, por ejemplo, género y federalización. Del incremento presupuestario, cada año, el 20% tiene que ser destinado a las provincias. Va a haber una distribución más equitativa para ayudar a que las provincias puedan tener un mejor financiamiento.

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–El presidente también habló de impulsar una ley de cannabis.

–Tenemos desde el lado del sistema científico responsabilidades en la propia ley, tanto el INTA como el Conicet figuran como actores responsables de realizar las investigaciones. Estamos en contacto con distintos científicos de otras partes del mundo, como Israel, uno de los primeros países que llevó adelante aplicaciones con cannabis. Además, hay proyectos de desarrollo del cannabis en distintas regiones del país: La Rioja, Entre Ríos, Río Negro, involucrando distintas variedades. Ahí también tenemos que participar en el control de la calidad de los aceites que se obtienen, analizar la composición y los productos que se vayan obteniendo, que no son uniformes. Cualquier proyecto que hoy en día tenga un impacto desde el punto de vista económico y social, también tiene que ir acompañado de tecnología e innovación, y en el caso del cannabis se ve claramente el aporte que podemos dar a los distintos productores. Hay mucho interés en todo el país de hacerlo, y los beneficios son tanto en salud como en ciencia y en la industria.

–¿Y en qué situación se encuentra el Plan Satelital?

–La política satelital, al igual que Pampa Azul, es otra área a la que estamos apostando, a través de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. Vamos a tener redactado el proyecto para reimpulsarla. En lo inmediato tenemos el satélite SABIA-Mar, que es de observación, y la posibilidad de un satélite meteorológico latinoamericano apoyado por la CELAC. Además, ya está el próximo convenio entre INVAP y Arsat para otro satélite de telecomunicaciones. Tendrá otro nombre, pero equivaldría a lo que era el Arsat 3. La plataforma Tronador II también está en pleno desarrollo. El objetivo con lo satelital, al igual que en los otros proyectos científicos, es que vuelva a ser una política nacional.

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OCHO DESARROLLOS DE LA CIENCIA ARGENTINA PARA LUCHAR CONTRA LA PANDEMIA

COVIDAR
El test serológico desarrollado por científicos de la Fundación Instituto Leloir y el Conicet, liderados por Andrea Gamarnik, se está empleando para determinar la respuesta inmune contra el coronavirus y sus mutaciones tras la vacunación.

NEOKIT
Ya se elaboraron 1,2 millones de unidades del test de diagnóstico producido en el Instituto Milstein, junto al Conicet y la Fundación Pablo Cassará. Abastecen a 12 provincias en estrategias de testeo y detección de Covid-19.

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BARBIJO ANTICOVID
La UNSAM, el Conicet y la UBA desarrollaron los barbijos de uso común Atom-Protect, que fabrica la textil Kovi de La Matanza. Tiene tres capas de protección y iones de cobre que eliminan gérmenes y virus. Su durabilidad equivale a la de 15 barbijos descartables.

SPRAY NASAL
Tiene carragenina desarrollada «in vitro» en el Instituto Milstein, y demostró un 80% de eficacia para prevenir el Covid-19 en personal de salud.

VACUNAS
Julieta Cassataro lidera el equipo de la UNSAM que desarrolla una de las dos vacunas nacionales contra el Covid–19. Está en fase preclínica y podrían empezar a producirla en un año.

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PAIS
La plataforma de secuenciación que lleva adelante el Ministerio de Ciencia para analizar las cepas de SARS–CoV–2 ya detectó las variantes de Manaos, Reino Unido y Río de Janeiro.

SUERO EQUINO
Su uso ya fue aprobado en pacientes adultos con Covid–19 moderado y grave. Se testeó en un hospital de Corrientes, con hasta un 90% de eficacia.

PASMA DE RECUPERADOS
La iniciativa, destacada en revistas científicas de EE UU y Europa, ya fue probada en más de 8900 pacientes.

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