En reclamo de una recomposición salarial

«Los empresarios de la salud dicen que están quebrados y no es así», advirtió Claudia Díaz, enfermera de la Clínica de Internación Aguda en Rehabilitación y Cirugía (CIAREC). Este jueves los gremios agrupados en la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad (Fatsa) iniciaron un plan de lucha con asambleas en los establecimientos sanitarios, y durante el viernes la medida continúa con un paro masivo de tres horas por turno en cada institución, en reclamo por una recomposición salarial. «Estamos a 90 días de discutir la paritaria de este año y no pudimos todavía recomponer la del 2020», señaló Héctor Daer, secretario adjunto de Fatsa y cotitular de la Confederación General del Trabajo (CGT). Los trabajadores celebraron el reclamo aunque señalaron que el malestar «se arrastra desde el año pasado». 

Bajo el lema de «sanidad es prioridad» este jueves los reclamos comenzaron en las asambleas, la instancia previa al paro masivo de enfermeros, camilleros, trabajadores de mantenimiento y empleados administrativos de centros de salud privados en todo el país. «Desde el 2019 que estamos perdiendo el valor de nuestro salario, nos dieron una de las paritarias más bajas de la historia», reclamó Díaz, enfermera de clínica médica, y precisó que, en su caso y con el aumento que su empleador le prometió para abril, «como enfermera de piso mi salario va a quedar en 49 mil pesos, muy por debajo de la canasta básica teniendo en cuenta todo lo que tengo que sostener, desde el alquiler hasta la niñera por la cantidad de horas que trabajo». En enfermería el multiempleo y las largas jornadas son moneda corriente entre les trabajadores. «Nos une una causa en común y espero que se escuche el reclamo, pero la realidad es que la medida viene muy tardía y va a tener que tener una continuidad», aclaró la trabajadora de CIAREC, donde son «cerca de 400» empleades en total.

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El sindicato adoptó las medidas de esta semana luego de que fracasaran las negociaciones paritarias, en el marco de las cuales los gremios pidieron un aumento del 16% a partir de abril, que fue rechazado por las autoridades de la Federación Argentina de Prestadores de Salud (FAPS). «La salud privada ha crecido, han comprado sanatorios antes y durante de la pandemia, y no dejaron de cobrarle a los afiliados», advirtió Díaz.

En el Hospital Italiano, ubicado en el barrio de Caballito de la Ciudad de Buenos Aires, también se hizo notar el malestar durante las asambleas de este jueves. «Estamos discutiendo una recomposición salarial tratando de llegar a un básico igual a la canasta familiar», explicó César Latorre, trabajador administrativo en el Hospital y delegado de Alternativa Salud. «Hicimos un esfuerzo enorme, nos expusimos y ahora estamos con básicos iniciales por debajo de la línea de la pobreza», advirtió Latorre y agregó que, además, «estamos reclamando el reconocimiento del desgaste laboral, que ya se reconoció en la Provincia de Buenos Aires, en Neuquén y en Santa Fe». El trabajador del Hospital Italiano advirtió que la empresa «está por inaugurar un edificio nuevo, al igual que el Británico, que terminó unos quirófanos, y que SwissMedical, que en enero adquirió el 50% del ICBA (Instituto Cardiovascular de Buenos Aires)», y agregó que «si no tienen fondos no tendrían que reinvertir».

Por su parte, Claudio Belocopitt, director del grupo SwissMedical y titular Unión Argentina de Entidades de Salud (UAS), advirtió que «no se puede ir a una medida de fuerza en el medio de una pandemia». En diálogo con América TV, donde es uno de los principales accionistas, Belocopitt señaló que «si la solución es que el Estado tiene que hacerse cargo, pues será esa la solución, aunque no estemos de acuerdo» y evaluó que «es una situación desesperante para quienes estamos en el sistema».

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Alejandra Ruz es enfermera en el Sanatorio Dupuytrén, del grupo Galeno, hace 22 años. «No creemos que pidamos tanto», señaló la mujer, que trabaja en el sector de cirugía y traumatología infantil. «Venimos de un año trabajando con mucha presión, cansados, estresados. El año pasado hasta tuvimos que presentar amparos porque nos faltaban los materiales», relató Ruz y advirtió que el reclamo de revisión de los salarios «es insuficiente». En la clínica, un sanatorio de siete pisos, el promedio de salario básico para kinesiología, administración, camilleros y enfermería es de entre 44 y 46 mil pesos. «Muchos compañeros no fueron a la asamblea porque tienen bronca. Los camilleros por ejemplo, la mayoría no fue porque el año pasado estuvieron en muy malas condiciones y nadie les vino a preguntar cómo estaban trabajando», explicó la enfermera y agregó que «después de un año vemos cómo nos afectó psicológicamente la pandemia. Nosotros nunca paramos de trabajar, tuvimos compañeros en terapia intensiva por coronavirus y mientras tanto teníamos que hacernos cargo de las sobrecargas de pacientes. Algunos celebramos la medida porque son muchas cosas que se van acumulando».

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