Los movimientos feministas produjeron en los últimos años un crecimiento de trabajos que nutrieron el campo editorial.

Los movimientos feministas produjeron en los últimos años un crecimiento de trabajos que nutrieron el campo editorial.

Los movimientos feministas produjeron en los últimos años un crecimiento de trabajos que nutrieron el campo editorial y surgieron de una diversidad de sellos incluyendo los que tienen un catálogo con impronta feminista o los que tienen una oferta más masiva y, en diálogo con Télam, responsables de Hekht, Rosa Iceberg, Madreselva y La mariposa y la iguana analizan cómo se configura esa constelación de libros que componen el panorama contemporáneo.

«El feminismo ha mostrado toda su potencia política y ha mostrado que está basada en una necesidad de cambiar radicalmente el mundo que habitamos y en ese sentido hay manifestaciones políticas, sociales, culturales de esta voluntad de adherir a este ideario en todo el mundo entonces hay algunas editoriales que editan lo que desean transmitir y otras que se dan cuenta que necesitan adaptar su catálogo a un público que le está pidiendo ciertos títulos», explica Verónica Diz, de Madreselva.

Marilina Winik, de la editorial Hekht, invita a preguntar si en los últimos años «se ha construido un ‘feminismo de autora o de mercado’, donde se desarrollan contenidos y se promueven actividades tales como ferias, asambleas, festivales, conciertos y portales de noticias, que son desarrollados con el apoyo de laboratorios de marketing y financiados por ONG, y que se presentan como emergentes de la cultura política callejera, con consignas fuertes y estéticas que vienen del punk y del arte popular».

«Tirar abajo el patriarcado es, ante todo, intervenir en las prácticas mercantiles»

Marilina Winik y Natalia Ortiz Maldonado

En esa misma línea, su compañera de la editorial, Natalia Ortiz Maldonado, considera que «no se trataría entonces de prácticas que emergen desde los imaginarios feministas, sino de productos testeados y puestos en funcionamiento por la industria cultural. Se trata, una vez más, de mantener las dinámicas del consumo permanente y de alimentar la maquinaria comercial y algorítmica, que requiere de significantes para ‘lo nuevo’. No se trata de tirar abajo el patriarcado sino más bien de redefinir y expandir al neoliberalismo».

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La editora de Madreselva apunta que «siempre hay alguien que pide algún tema dentro del feminismo y esto hace que algunos se aggiornen, otros hagan un cambio y las grandes editoriales y monopolios están viendo ahí un negocio entonces las editoriales pequeñas interdependientes que hacemos el trabajo de riesgo político sin saber si va a ir bien o mal y como nos fue bien las editoriales grandes lo aprovechan e incluyen estas nuevas temáticas en sus catálogos».

«Lo hacen de otra manera, quizás más oportunistas, comercial pero hacen que haya más libros feministas o de feministas en los anaqueles de las ferias», expresa a modo de conclusión.

Desde Rosa Iceberg, Marina Yuszczuk, autora y editora, sostiene que «no es del todo un tema» y afirma: «Sí, el mercado descubrió al feminismo y quiere vender libros. No creo que haya mucha alternativa. Idealizar el pasado donde las cosas circulaban en fotocopias en un grupito cerrado o en una editorial independiente que si no vivías en Buenos Aires no lo podías conseguir no me parece. Que se dé difusión a ciertos libros, voces e ideas siempre está bien. Estamos viviendo bajo el capitalismo y el feminismo no se puede separar de eso».

Winik y Ortiz Maldonado subrayan que su tarea es la de librar «batallas para resguardar personas, singularidades y contenidos», porque entienden que «los agenciamientos conllevan enormes problemas éticos y políticos» y enfatizan: «Tirar abajo el patriarcado es, ante todo, intervenir en las prácticas mercantiles; cuando decimos que «otro mundo es posible» también estamos diciendo que el feminismo y el capitalismo son antagonistas, mal que les pese a los impotentes personajes de la dinámica empresarial».

«Es potencia de las pequeñas editoriales buscar las voces que no están siendo escuchadas, seguir incomodando y corriendo los márgenes»

Dafne Pidemunt y Leticia Hernando

Las poetas Dafne Pidemunt y Leticia Hernando (La mariposa y la iguana) indican que «cuando una trabaja con temáticas específicas, sostiene una identidad como herramienta de lucha, siempre está el riesgo del nicho y la etiqueta. Es tarea de todos los días, cualquiera sea la actividad que realice, no conformarse con una fórmula que funcione».

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«En los últimos años, frente al crecimiento del movimiento transfeminista, los grandes grupos editoriales hacen usufructo de esto, así como ciertas editoriales con un posicionamiento históricamente machista han hecho una lavada de cara. Pero es potencia de las pequeñas editoriales buscar las voces que no están siendo escuchadas, seguir incomodando y corriendo los márgenes», manifiestan.

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