Hace 30 años un cometa estalló sobre la superficie de Júpiter, unos 40 000 kilómetros por encima de su capa de nubes más alta. Sin embargo esto no lo pudimos observar directamente, pues el cometa no sería descubierto hasta ocho meses más tarde, cuando el matrimonio de astrónomos estadounidenses Shoemaker y su compañero Levy observaron un peculiar objeto en las cercanías de Júpiter.

Esto ocurrió el 24 de marzo de 1993. Ellos observaron un cometa que parecía tener una forma muy alargada y que se situaba muy próximo a Júpiter. Con el paso de los días se descubrió que el cometa orbitaba al gigante gaseoso, convirtiéndose en el primer cometa descubierto que no orbitaba directamente al Sol. También se observó que su forma alargada se debía a que consistía en verdad en una serie de fragmentos que seguían exactamente la misma órbita. Estudiando en detalle esta órbita se descubrieron varios datos interesantes.

El cometa habría sido capturado por Júpiter a finales de los años 1960 o principios de los 1970, cuando se encontraba en el afelio de su órbita alrededor del Sol (momento de máximo alejamiento) y teniendo una velocidad muy baja con respecto al planeta gigante. Esto llevó al cometa, llamado Shoemaker-Levy 9, por ser el noveno que descubría este equipo, a describir una órbita muy elíptica alrededor de Júpiter, que lo llevaba desde un perihelio de apenas unos cien mil kilómetros sobre Júpiter a un afelio de casi cincuenta millones de kilómetros. Dada esta enorme órbita, el cometa tardaba unos dos años en completar una revolución alrededor del planeta.

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Esta órbita tan elíptica llevó a Shoemaker-Levy 9 a su máximo acercamiento con Júpiter en julio de 1992, cuando se sitúo apenas 40 000 kilómetros sobre su atmósfera. Esta distancia, menor que el radio del planeta y que su límite de Roche, fragmentó al cometa en, al menos, 21 pedazos. El límite de Roche es la distancia a un planeta, estrella o cuerpo astronómica en general, a la que es capaz de sobreponerse a las fuerzas que mantienen unidos a un objeto menor que lo orbita. Es decir, a esta distancia, la gravedad de Júpiter era suficientemente intensa como para sobreponerse a la gravedad interna del propio cometa.

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