Los delincuentes que realizaron un boquete en la casa vecina para ingresar a una empresa de caudales en Rosario, se llevaron una fortuna.

Cuarenta y cinco millones de pesos fue el botín del golpe boquetero en la ciudad de Rosario. La banda que mantuvo de rehén a una familia para poder ingresar, mediante un agujero en una pared, al depósito de la empresa de caudales Brinks se alzó con ese millonario botín, al sustraer una 30 sacas con billetes, de acuerdo a lo establecido por los investigadores del caso.

En tanto, los asaltantes continúan prófugos y la fiscal Juliana González, a cargo de la investigación del caso, dispuso de una serie de medidas para intentar identificarlos, tales como la visualización de las imágenes de las cámaras de seguridad de la compañía Brinks y otras domiciliarias.Los ladrones ingresaron a través de un boquete, en horas de la noche del pasado lunes, al depósito de la empresa de caudales, ubicada en la calle Presidente Roca al 2700 de Rosario, tras reducir a dos hermanos, cuando lograron entrar el domicilio lindante, aprovechando la llegada de la hija y la nieta de uno de esos hombres.

Las propias autoridades de Brinks fueron quienes dieron a conocer ayer a la Unidad Fiscal de Investigación y Juicio de Rosario, que el monto sustraído ascendió a los 45.000.000 de pesos, que estaban guardados en 30 sacas que contenían billetes de distinta denominación, tras un arqueo que se efectuó al descubrirse el hecho delictivo que tiene a su cargo la investigación del caso.

El robo, «previamente planificado» según los investigadores, fue ejecutado la noche del último lunes feriado, entre las 21 y las 24, cuando los sujetos tomaron de rehenes a dos hermanos que residen en una vivienda contigua a la empresa de caudales.

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Según contó Guillermo Algarañaz, el dueño de casa, llegaron de visita su hija y su nieto y, al ingresar, dos personas accedieron con ellas por la fuerza. Tras maniatarlos a los tres y a su hermano, los encerraron en una habitación y luego comenzaron a hacer un boquete en una pared que divide el pasillo con el depósito de Brinks.

«La puerta estaba abierta porque estaba esperando a mi hija que nos venía a visitar con mi nieto. Se ve que conocían el lugar y que hicieron trabajos de inteligencia previos», sostuvo el hombre, un docente jubilado.

Con herramientas que habían llevado para hacer el trabajo, los ladrones lograron pasar a la compañía de transporte de caudales y llevarse unas treinta sacas de dinero.

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