Ercole (centro) participó de la inaugiración de la muestra junto al embajador argentino en Italia, Roberto Carlés.

Ercole (centro) participó de la inaugiración de la muestra junto al embajador argentino en Italia, Roberto Carlés.

Con nueve obras pensadas especialmente para el espacio en el que se exponen, el artista argentino Matías Ercole presenta en Roma su muestra «Futurismos», en la que a partir de la formalidad de la escuela futurista incorpora elementos de la historia de la pintura latinoamericana junto a fotos y su propia investigación de la descomposición de la luz para proponer una serie que genere «un discurso para la actualidad» en varios niveles de lectura.

«Llegué a romper varios espejos para averiguar cómo se descomponía la luz», plantea Ercole a Télam en Roma, dejando de lado toda superstición, al iniciar una recorrida conjunta por la muestra que se exhibe en uno de los salones de la Casa Argentina de la capital italiana, un espacio cultural que depende de la Embajada argentina y que es una vidriera para artistas nacionales.

En el inicio de la histórica Via Veneto, el espacio sirve de huésped al conjunto de nueve dibujos esgrafiados de Ercole, creados entre enero y febrero de este año y realizados en tinta y cera sobre papel en tela, donde el tema central es la idea de luz.

«A mi me interesa la actitud del espectador al mirar, que no sea como mirar un cuadro, que haya una vivencia que recorra el cuerpo».

«Esa investigación sobre a luz me permitió ir del plano a lo real. También agregué fotos de un archivo propio, de cuadros, paisajes y otros elementos. Creo que hay una fuerza comunicacional en la imagen en la que confío», agrega el artista de 33 años, llegado a Roma en agosto pasado, durante la recorrida por las obras que decoran el espacio circular del salón más grande de la Casa Argentina.

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«La muestra está pensada para este espacio, vine a conocerlo antes de exponer, hice una maqueta. La idea es que uno puede mirar para todos lados sin un orden: las obras no tienen una consecutividad», explica mientras alterna las ejemplificaciones con los nueve dibujos que, lejos de saturar, aportan un aura de misteriosas luces en blanco y negro al sol que entra por la ventana durante la tarde invernal romana.

«A mi me interesa la actitud del espectador al mirar, que no sea como mirar un cuadro, que haya una vivencia que recorra el cuerpo. Un arte para la que un solo sentido no alcanza. Me interesa en ese punto cierta instancia teatral, pensar cuánto hacia afuera puede salir la obra. Reafirmo el plano por un lado, pero siempre pensando cuánto se puede expandir hacia fuera de la obra», dice.

Ercole reconoce que no había reflexionado sobre lo que podría ser su «proceso creativo», sino que hace un relato de cómo fue pensando el conjunto de los dibujos, acompañados en la muestra por un texto de Pablo Gianera.

«Tomé la formalidad del futurismo, la idea de fragmentación, los puntos de vista que confluyen, y me interesó repensar el movimiento: eran fascistas básicamente, mientras que yo me paro en la vereda de enfrente en ese tema; también con la idea de máquina que planteaban, ya hoy no sé si es el futuro visto desde el ahora», explica el autor, que espera la reapertura de las fronteras de Portugal para poder ir a hacer una residencia que obtuvo en 2019 al ganar el primer premio Drawing Room-Diarco, en uno de los más reconocidos certámenes continentales de dibujo.

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«También es repensar un poco la formación que tuve: una historia del arte básicamente europea, a la que quise agregarle componentes latinoamericanos que se pueden encontrar en paisajes, en murales de (David Alfaro) Siqueiros. En general creo que se está reescribiendo esa forma de estudiar y enseñar el arte», desarrolla.

Además del diálogo que los nueve cuadros tienen entre sí, atravesados por «íconos» que refieren a la luz como rayos o una desfragmentación casi de caleidoscopio, Ercole apuesta a la conversación que se pueda dar entre los dibujos y el espectador: «La muestra se completa con el espectador y plantea un diálogo, una construcción que se completa cuando alguien la ve. Y la obra es esa situación que pasa en el medio».

Una de las obras de "Futurismos".

Una de las obras de «Futurismos».

Para el artista, «las imágenes devuelven un pensamiento que no tiene una traducción lineal en palabras. Y eso se ve también en el texto que acompaña la obra, en cómo está construido: no es que las explica sino que conecta ideas con las obras, y tienen un proceso de construcción similar», resalta.

«Siempre la obra tiene ese punto de misterio, de inaccesible, ni yo sé que hay al final de ese diálogo», apunta, mientras pasa la mirada de un dibujo a otro e invita a mirarlos de forma singular pero con la certeza de que la unidad grupal que conforman es la que termina de darle un sentido superior.

En ese marco, Ercole reconoce que dejó pistas en algunos de los dibujos para que los espectadores con mayor bagaje formal y académico perciban ese registro, sin por eso excluir al resto de los visitantes. «Hay pequeños links en las obras para que, el que tenga ese conocimiento del mundo del arte, se lo lleve, además de lo que se puede llevar cualquier espectador. Por eso hay como varios niveles de lectura: una parte a un espectador más sofisticado pero sin que sea expulsiva con el que no lo es», plantea.

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«Sé que hay un arte mucho más para entendidos pero esta no es mi idea. A mí sí me interesa que genere un discurso, que la obra agregue algo a la actualidad. Pienso el arte como algo que está dialogando con la época, el hoy y el aquí, y en este caso con el mañana», explica.

Por eso, «pintar hoy como Da Vinci pintó en el Renacimiento no es el arte hoy para mi. Es presentar una nueva manera de ver algo hoy, a las personas que conviven en la realidad y en la época nuestra. Esa es la potencia del arte, muy fuerte, más que cualquier discurso escrito», concluye.

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