A la espera de posibles aumentos, Manzano y Vila compraron la empresa por sólo U$S 95 millones. Mindlin y su participación en el Plan Gas.

La política metió la cola en la venta de Edenor, la empresa que distribuye la energía eléctrica a la mitad de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano. La falta de decisión oficial sobre la cuestión tarifaria y las posibilidades cada vez más crecientes de que no haya ajustes en 2021 (año electoral) influyeron en la resolución de Pampa Energía de transferirle a precio de ganga el 51% del paquete accionario en su poder al grupo empresario conducido por los inefables José Luis Manzano y Daniel Vila.

Según la comunicación que recibió la Bolsa de Comercio, la operación se cerró en U$S 95 millones, de los cuales U$S 40 millones se saldarán recién dentro de un año. Además, los compradores entregaron acciones clase B por U$S 5 millones y se harán cargo de deudas a largo plazo (obligaciones negociables que vencen en 2022) por U$S 98 millones. El contrato debe ser aprobado por el ENRE, ente regulador que supervisa la concesión del servicio de distribución de energía.

El manejo de Edenor, de la que se hicieron cargo en 2007, fue uno de los pilares bajo los cuales Pampa, y en particular su dueño Marcelo Mindlin, edificaron su poder en los últimos 15 años. En paralelo, el holding incursionó en la operación de centrales térmicas, represas hidroeléctricas, petroleras (le compró Petrobras al grupo Pérez Companc) y en el transporte de electricidad y gas (a través de Transener y TGS, respectivamente). Mindlin también adquirió relevancia política: fue el salvavidas al que se aferró Angelo Calcaterra, primo del expresidente Mauricio Macri, para venderle su empresa constructora cuando ya era evidente el conflicto de intereses generado por su participación en obras públicas financiadas por el Estado, como el soterramiento del ferrocarril Sarmiento.

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Sin embargo, las fluctuaciones regulatorias venían complicando los números de Edenor. Después de las grandes ganancias que generaron los ajustes tarifarios alentados por el macrismo, el congelamiento empezó a provocar pérdidas. Los estados contables de la empresa mostraron un resultado negativo de $ 1.838 millones (unos U$S 22 millones) entre enero y septiembre de este año. “La Sociedad ha registrado en el último ejercicio capital de trabajo negativo. Esta situación se debe fundamentalmente a la suspensión de la actualización de la tarifa desde febrero de 2019 hasta la fecha, a pesar del constante aumento de los costos de operación y las inversiones necesarios para la operación de la red y para mantener la calidad de servicio”, se lee en el último informe a los inversores.

En las oficinas de Avenida del Libertador, en Núñez, tomaron nota de los anuncios oficiales, en especial los del presidente Alberto Fernández, de que se mantendrían las tarifas sin variantes al menos hasta fines de marzo, y del secretario de Energía, Darío Martínez, priorizando en los cálculos las posibilidades de pago de los clientes antes que los costos de prestación del servicio. La anunciada revisión integral viene lenta, muy lenta. De los escenarios que manejaba el directorio, empezó a ganar terreno el pesimista: que la recuperación tarifaria sería parcial (no más del 80% del incremento en el costo) y tardía (recién a partir de enero de 2022). Eso apuró la decisión de desprenderse de la empresa.

El cuadro impactó en la valuación de la empresa. A un promedio de cotización de $ 26 por acción, el valor asignado por el mercado era de U$S 285 millones. Estudios privados a los que accedió Tiempo consignaron que si no hubiese limitaciones a las tarifas, y teniendo en cuenta las ganancias percibidas por compañías similares que operan en el resto de Latinoamérica (como Enel en Chile y Perú, EDP y Energisa en Brasil, por ejemplo), el valor de Edenor, cimentado en su cartera de más de tres millones de clientes, podría fluctuar entre U$S 650 millones y U$S 780 millones. Sin embargo, se vendió por el 15% de esas cifras: buen negocio para los compradores.

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Mindlin y sus socios no se van a quedar sin trabajo. Además de continuar con sus otros negocios, Pampa ingresó al Plan Gas que armó el gobierno nacional para sostener la producción y explotación del fluido: le aseguraron compras por 4,9 millones de metros cúbicos de gas diarios a un precio medio anual de 3,60 dólares por millón de BTU, más un plus de 1 millón de metros cúbicos en el período invernal a un valor 30% más alto. Pasado en limpio, una facturación asegurada de U$S 250 millones por año.

Mientras tanto, Vila y Manzano (que para la ocasión consiguieron el apoyo de otros empresarios y de Inversora Andina de Electricidad, la firma que tiene la concesión para distribuir energía en Mendoza) siguen acrecentando su poder en el mundo de los negocios. Resta saber si esto influirá en su posicionamiento político: las señales del grupo América, que Vila maneja de manera casi personal, son muy críticas hacia el gobierno; pero la partida de alguna de sus figuras periodísticas de cara a 2021 haría presumir un cambio en su mirada al poder. ¿Un giro para pedir mejores tarifas para Edenor?

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