Cora Gamarnik.

Cora Gamarnik.

Estudiosas de las artes visuales y doctoras en su especialidad, Paola Cortés Rocca y Cora Gamarnik, dialogaron sobre imágenes, representaciones y feminismos en una charla que se realizó en la primera jornada de la quinta edición de la Noche de las Ideas, donde reflexionaron sobre las nuevas producciones visuales que generan los movimientos de mujeres y feminismos.

Bajo el título «Miradas cruzadas: feminismo(s) y visualidades», las investigadoras compartieron una docena de imágenes para reflexionar y caracterizar las nuevas y viejas prácticas sociales que se manifiestan en el espacio público, donde el feminismo emerge como un relato que se manifiesta más potente y viral y atraviesa fronteras, desde ese grito de dolor con el Ni Una Menos en 2015, la marea verde intensificada en 2018 y durante el 2020 ante el reclamo por la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Como definió Cortés Rocca, especialista en el cruce entre literatura y visualidad en el campo latinoamericano, «las fotos muestran algo que caracteriza al feminismo contemporáneo: masividad, interseccionalidad, transversalidad, y la idea del motor de la acción política basado en la inteligencia colectiva o la amistad, en los valores de goce y de fiesta».

Para comenzar su intervención, las especialistas eligieron una imagen tomada un 8 de marzo desde un drone, en la que se observa una multitud que intenta llegar al escenario y la estrategia del colectivo Ni Una Menos de ubicar la pancarta sobre sus cabezas, que dice «Ni Una Menos, vivas y libres nos queremos».

«Nos parecía interesante empezar por acá porque habla de la ocupación de un espacio público, de una militancia que se engancha con las tradicionales y a la vez es consciente de la producción visual. Le interesa, de alguna manera, trabajar con los modos de representación de esa ocupación del espacio; y habla de la masividad del movimiento feminista de los últimos años», argumentó Cortés Rocca.

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Por su parte, Gamarnik, doctora en Ciencias de la Comunicación y autora de «El fotoperiodismo en Argentina» y «Enseñar Comunicación», agregó dos ideas: una es que «toda protesta tiene una dimensión visual» y la otra es que el movimiento al no tener lugar para desplegar la pancarta se ubica «para ser mirado desde arriba», lo que «expresa la búsqueda de nuevas formas de visualidad y de hacerse ver. Es un movimiento que tiene muy clara la dimensión visual de lo que está sucediendo», señaló.

A diferencia de esa imagen tomada desde arriba, muchas de las otras fotografías «son producidas desde adentro y desde un plano de igualdad», donde el fotógrafo/a es parte de los movimientos feministas o de las agrupaciones de fotógrafos y periodistas aliadas a los colectivos», explicó Gamarnik. También hay otro tipo de imágenes, más convencionales y metafóricas: una marcha, detalles de pañuelos verdes, puños en alto, manos entrelazadas.

Como ejemplo para ilustrar esas fotos «desde adentro», las investigadores eligieron una imagen de 2018 de Lina Etchesuri, del colectivo fotográfico Mafia, que se hizo viral y en la que ve a un grupo de chicas atentas en una vigilia por el debate del aborto. «Están tan involucradas en aquello que están viviendo que la fotógrafa pasa desapercibida», graficó Gamarnik y destacó que la foto «muestra al nuevo actor social que emergió con tanta fuerza en los nuevos feminismos, chicas de 14, 15, 16 años, de escuelas secundarias».

Otra característica de estas visualidades la grafican con una imagen de la fotógrafa Lucila Quieto (Ni Una Menos), fotografiada de perfil, con su cámara enfocando, sonriente y en su brazo una leyenda que dice «vivas nos queremos». «Hay gente muy joven participando del movimiento, la cuestión masiva, y estos cuerpos escritos haciéndose cargo de la autorepresentación», destacó Cortés Rocca, para quien «el feminismo vuelve a la producción de nuevas imágenes y nuevas narrativas» para «volver a narrar la historia» y hacerlo «desde un nuevo punto de vista».

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Es que, como argumentó Gamarnik, «no podemos dejar la representación visual de lo que sucede en estas manifestaciones solo en manos de los medios masivos», porque «hay una clara posición de tomar no solo la palabra, la imagen, la calle, sino tomar nuestra propia imagen en nuestras manos», como puesta en acto. «Hay un hacerse cargo de todo el recorrido de lo que el movimiento está diciendo en términos visuales», sostuvo.

Otra característica que destacaron fue «los cuerpos como espacio de producción y de representación», distanciados de las manifestaciones tradicionales del siglo XX. Los cuerpos además de ocupar lugar en el espacio «son pantalla o soporte de mensajes» en sí mismos, señaló por su parte Cortés Rocca. Y Gamarnik recordó una metáfora de ella que ilustra la reflexión: «el cuerpo como un lienzo».

«Es el cuerpo como textura de escritura, pero también el cuerpo intervenido con carteles, pañuelos, flores, colores» y parte de «una nueva creación de cómo quiero ir a ese momento de disputa por el sentido social de lo que está en juego», lo que en opinión de Gamarnik inauguró «nuevas formas de mirar, de ver y de sentir».

Para las especialistas, otra dimensión de las imágenes en las calles de los movimientos feministas es la de la fiesta, lo gozoso y la idea del «ahora» como eje rector.

«A pesar de que hay detrás historias trágicas y tremendas por las que se está luchando, da una imagen de alegría», dijo Gamarnik sobre una foto tomada en Córdoba que refleja ese espíritu festivo y funciona como ejemplo de lo federal de las manifestaciones feministas.

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Volviendo a la idea del cuerpo «como espacio de inscripción», Cortés Rocca resaltó que se trata de un movimiento que produjo muchas consignas colectivas e individuales desde la experiencia del mostrarse, como ilustró con una foto en la que una chica tiene escrito «Somos las brujas que no pudieron quemar» en el torso desnudo de una joven sonriente, que se emparenta con otros momentos, de nuevo como disputa pero desde un lugar cuidado por lo colectivo.

«¿Cómo no va a ser el cuerpo de la mujer el que dispute en el espacio público también, esa otra dimensión con su desnudez?», se preguntó Gamarnik y señaló que es una innovación visual, disruptiva, cuestionada, que «inaugura una nueva forma de intimidad pública».

En contraposición a la galería de imágenes producidas en Argentina, se mostró una foto tomada en Chile en noviembre de 2020 por Pablo Piovano que muestra otros usos de la corporalidad y la desnudez. La mujer con la remera levantada da a ver su torso desnudo con impactos de balas inscriptos en su cuerpo y expresa, en otro contexto, «el uso del cuerpo y la violencia» porque el cuerpo se presenta violentado.

Para Gamarnik, como definió ya al cierre de la charla que culminó la primera jornada de La Noche de las Ideas, «los feminismos inauguran otros espacios, nuevas formas de hacer política, de pensar la realidad social, de transformar desde la cotidianeidad más básica hasta lo macro político. Las imágenes muestran y son reflejo exacto de eso», concluyó.

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