Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral detectaron la presencia de glifosato y clorpirifos en las muestras de agua y tejido. Se trata de los herbicidas y plaguicidas más utilizados en los cultivos de soja transgénica.

La imagen, compartida en redes sociales y replicada por los portales de noticias de todo el país, era desoladora: peces muertos flotando sobre el río Salado, en Santa Fe, en una cantidad nunca antes vista. Ocurrió entre fines de noviembre y principios de diciembre, pero recién por estas horas se confirmaron las sospechas: las muestras de agua y tejidos analizadas en el laboratorio estaban contaminadas con agrotóxicos.

El informe sobre la mortandad de peces en el río Salado realizado por investigadores de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a pedido de la Procuración de la Corte Suprema de Santa Fe, destacó que “no se detectaron plaguicidas en aguas superficiales”. Sin embargo, “en el total de muestras de sedimentos recolectadas en las márgenes del mencionado río en los mismos puntos, sí se obtuvieron valores detectables del herbicida glifosato”.

El estudio explicó que este herbicida es “el más utilizado en las prácticas agrícolas intensivas del modelo productivo se soja transgénica (más conocida como soja RR), que son la mayor fuente de origen o aplicación del agroquímico al ambiente”.

Con respecto a las muestras de los tejidos de los peces recolectados, el informe señaló que “se detectaron residuos de plaguicidas”, detallando que “en branquias e hígado de Prochilodus lineatus (sábalo)” se encontró el herbicida 2,4-D y el insecticida organofosforado clorpirifos.

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Con respecto a éste último, se precisó que “es el insecticida OP neurotóxico de amplio espectro más utilizado en Argentina –principalmente en cultivos de soja, maíz, trigo y girasol– para controlar plagas de insectos, donde actúa inhibiendo la acetilcolinesterasa y causando la muerte por colapso del sistema nervioso”.

“El clorpirifos –continuó el informe– fue prohibido en la Unión Europea en enero de 2020 “debido a sus grandes riesgos para la salud humana y animal (sus exposiciones crónicas pueden causar déficits cognitivos y conductuales)”.

Medidas urgentes

Por último, y aclarando que no forma parte del informe solicitado por la Procuración basado en elementos corroborables sino que se trata de opiniones personales, los investigadores firmantes –Rafael Lajmanovich, Paola Peltzer y Maximiliano Attademo– recomendaron, además de “un monitoreo más exhaustivo y con continuidad”, fomentar “modelos de producción sustentables no contaminantes como los agroecológicos y con participación social”, y plantearon, como primer medida de mitigación, “la urgente necesidad de aumentar la distancia de los cultivos transgénicos dependientes de plaguicidas a los ambientes acuáticos”.

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