Las niñas wichis sufren esa violencia por parte de la población no indígena. El Estado habla de «práctica cultural», pero las comunidades la niegan. La campaña a favor de las nenas.

¿Sabías que todavía hoy, en Argentina, existen hombres criollos que violan, torturan y matan a niñas indígenas?”, cuestionan desde el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir en el marco de la campaña #BastaDeChineo, a través de la cual buscan dar visibilidad a esta práctica aberrante, y exigir a la Justicia que el chineo sea condenado como crimen de odio.

“El chineo es la violación en manada a niñas indígenas mayormente entre 8 y 11 años, a modo de marcar propiedad sobre sus cuerpos; nada tiene que ver con una práctica cultural y ancestral propia del mundo indigenista”, asegura Juana Antieco, una de las referentes indígenas que forma parte del Movimiento, además de remarcar que “es una práctica llegada con la colonización, que se encuentra encriptada mayormente en las provincias del norte y que al día de hoy sigue ocurriendo con total impunidad”.

En el documento oficial de la campaña se expresa que el término chineo “tiene una carga racista, misógina y genocida, que no le pertenece al mundo indígena, pero si la omitimos estamos contribuyendo al negacionismo de mostrar la perversidad racista del Estado que se articuló mediante mecanismos y prácticas criminales para la eliminación de nuestros pueblos. Se trata de una práctica aberrante que además del odio patriarcal tiene un componente de odio a nuestra identidad indígena. Las violencias que padecemos surgen de la interseccionalidad de múltiples opresiones”.

Lo que ocurre en la Justicia

“Cuando hicimos el reclamo en el Ministerio del Interior nos dijeron que no podían hacer demasiado porque se trataba de una práctica cultural. Pero no lo es, porque no es parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas entregar a las niñas para que sean violadas, sino que es algo que se da por la dominación misma y por impunidad de los criollos con las comunidades indígenas. El chineo es una violación en manada y por eso en 2019 iniciamos esta campaña para visibilizar la aberración, y pelear porque se declare como crimen de odio ya que entendemos que esta práctica está atravesada por una cuestión racista, por una cuestión étnica y porque la violencia está motivada por el odio a una cultura diferente. Además, queremos aumentar las penas a modo de reparación y justicia. ¡Esto tiene que parar! Hace unas pocas semanas una joven de 14 años fue violada, ultrajada y mutilada, y habían encontrado las piezas de su cuerpito flotando en un río”, exclama Antieco.

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Los autores materiales

“Son los criollos, que son las personas no indígenas que tienen cierto poder económico, que en general son amigos de los jueces, o de los comisarios, o hasta de los curas párrocos. Al tener asegurado el vínculo de poder actúan con total impunidad al ingresar a los territorios ‘a la pesca’, como dicen entre ellos, aprovechándose de las niñas y mujeres cuando se encuentran solas en sus comunidades”, explica Antieco, y se enfurece al relatar que a las niñas las suelen esperar a la salida de las escuelas de regreso a las comunidades. “A veces hasta tienen la complicidad de los mismos directivos, quienes sabiendo lo que ocurre no lo denuncian porque parecería que en esta sociedad racista, patriarcal, colonial, machista, sexista, los cuerpos de las niñas indígenas no importan. También hay que tomar las calles cuando sucede sobre cuerpos de niñas indígenas”.

El caso Juana

Entre los casos más emblemáticos, se encuentra el que se dio a conocer bajo el nombre “Juana”, cuando en noviembre de 2015 una niña wichi de 12 años, discapacitada, que no hablaba castellano, fue violada en manada en el paraje salteño Alto La Sierra. La madre, que en su momento intentó denunciar, recibió amenazas y presiones para desistir de su reclamo. El caso tomó mayor popularidad en mayo de 2016 cuando los médicos que atendieron a la niña declararon que estaba embarazada producto de un abuso, y que llamativamente ya era tarde para acceder a un aborto. Finalmente, cuando nació la beba, por cesárea en la semana 34, era anencefálica, y no sobrevivió. El 25 de febrero de 2019, los seis acusados de violar a esta niña fueron condenados a 17 años de prisión por el Tribunal del Juicio de Tartagal, que además declaró responsables penalmente a dos menores imputados en la causa, mientras que un tercer menor fue declarado en rebeldía.

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El caso de Juana tuvo una pena ejemplar y se constituyó en la primera condena de una violación en manada de una niña indígena en nuestro país. A su vez, fue el primero en ser presentado en foros internacionales de Derechos Humanos y en visibilizar la violencia sistemática que se vive en el mundo indígena a través del chineo, dejando en evidencia que nada tiene que ver con una práctica cultural ancestral.

Antieco resume lo que resulta urgente: “Necesitamos generar conciencia para poder erradicar esta práctica. Y para eso necesitamos nombrarla, aunque sea con esta palabra que no nos pertenece. Que quede claro que no es una emergente de los pueblos indígenas, sino que es una práctica que llegó con la conquista hacia los territorios y que según algunos es de iniciación sexual, cuando en realidad lo que hacen es agarrar una niña entre varios para violarla. Es fundamental que la sociedad empiece a pensar que las niñas indígenas también tienen derecho a exigir justicia, y en este camino estamos transitando las Mujeres Indígenas por el Buen Vivir para lograr que nuestras niñas puedan disfrutar sus infancias y adolescencias”.

Las víctimas de la violencia racista y patriarcal
Según informó el Ministerio Público Fiscal de Salta, en junio una adolescente wichi fue violada en Rivadavia Banda Sur por cuatro hombres criollos. Las historias que se dieron a conocer gracias a la campaña Basta de Chineo son dolorosas. «Mi hija apenas cumplió los 15 años cuando le cortaron la felicidad y la inocencia, desde allí ella siempre tuvo miedo», cuenta una mamá. Otra relata: “Mi niña Irupé, de solo 7 años, jugaba a que era una doctora, soñaba con cantar. De pronto su sonrisa se borró. Dos hombres blancos la violaron y una mujer era cómplice». Otra joven agrega: «Volvía de la escuela con mi prima. Cuando faltaba poco para llegar, mi prima escapó pero yo no pude. Me subieron a un auto. Eran hombres blancos, y me violaron».
Se accede al material en el Facebook/movimientodemujeresindigenasporelbuenvivir/. Las víctimas de la violencia racista y patriarcal
Según informó el Ministerio Público Fiscal de Salta, en junio una adolescente wichi fue violada en Rivadavia Banda Sur por cuatro hombres criollos. Las historias que se dieron a conocer gracias a la campaña Basta de Chineo son dolorosas. «Mi hija apenas cumplió los 15 años cuando le cortaron la felicidad y la inocencia, desde allí ella siempre tuvo miedo», cuenta una mamá. Otra relata: “Mi niña Irupé, de solo 7 años, jugaba a que era una doctora, soñaba con cantar. De pronto su sonrisa se borró. Dos hombres blancos la violaron y una mujer era cómplice». Otra joven agrega: «Volvía de la escuela con mi prima. Cuando faltaba poco para llegar, mi prima escapó pero yo no pude. Me subieron a un auto. Eran hombres blancos, y me violaron».
Se accede al material en el Facebook/movimientodemujeresindigenasporelbuenvivir/.

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