Como en otros debates parlamentarios donde el “poroteo” de votos prolonga la incertidumbre hasta el final, todos hacen cuentas en los alrededores del Congreso. El ambiente es de una expectativa enorme, multiplicada por el calor y las horas que lentamente se van acumulando de discursos en el recinto y de ansiedad afuera.

La disposición de “verdes” y “celestes” repite la de 2018 y la del último 10 de diciembre, cuando el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo obtuvo la media sanción en Diputados. Hacia el norte del palacio legislativo, quienes esperan que por fin cristalice en el Senado el derecho de millones de mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Hacia el sur, quienes rechazan esa ampliación de derechos sexuales y reproductivos.

Del lado “verde” de esta jornada que se aguarda sea histórica, las fuerzas políticas ocupan sus lugares habituales. Sobre Callao, las organizaciones que se identifican con el gobierno nacional, que impulsa el proyecto de aborto legal, incluido un gran escenario montado por La Cámpora. Sobre Rivadavia, las agrupaciones feministas de los partidos de izquierda: Isadora, de Izquierda Socialista; Pan y Rosas, del PTS; el Plenario de Trabajadoras del PO.

Pero el verde que rodea el Congreso, como ya es costumbre desde aquellos días de 2018, excede largamente lo partidario, y si es homogéneo en el color, es polícromo en las manifestaciones de una enorme cantidad de gente “suelta”. Con un rasgo distintivo, que ya es la marca de este reclamo por el aborto legal: son, sobre todo, miles y miles de mujeres jóvenes las que volvieron a ganar la calle para fijar su posición a favor de la ampliación de derechos.

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(Foto: Diego Diaz)

Todos hacen cálculos afuera. Se sabe que hay una leve diferencia a favor, pero también se sabe que hay, todavía, arduas negociaciones dentro del recinto para llegar a los votos necesarios que permitan “que sea ley”, como repiten los carteles y banderas. Y el nerviosismo aumenta con el correr de las horas.

La catarsis de la espera opera en las pantallas gigantes que hay sobre Rivadavia y sobre Callao, que muestran el debate en vivo. Cuando habla un senador o una senadora a favor del proyecto de IVE, la escucha es atenta y el final se saluda con un estallido de aplausos. Por el contrario, la rechifla es ensordecedora cuando quien se expresa es un “senador percha”, como del lado verde se ha bautizado a quienes votaron contra el proyecto en el invierno de 2018.

La ansiedad se combate con esos aplausos y esos gritos, con bailes y caminatas cada vez más apretadas por las calles aledañas, que se han ido poblando de gente desde la tarde y preanuncian una fuerte presencia en la vigilia, que difícilmente disminuya durante la esperada votación, de madrugada. Además de los puestos de venta de comida, habituales en estas jornadas, Callao ofrece una panoplia de artesanías (pañuelos verdes, pulseras, collares, aros verdes) con el color que identifica a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Cae la noche en el centro porteño y se palpita, del lado verde de la vida, la posibilidad cierta de que esta vez sí salga, que estén los números, que la política se haga cargo de la tragedia de los abortos clandestinos y que, por fin, este prolongado “pañuelazo” que lleva más de 15 años de lucha termine con esta deuda histórica del Estado. Y que sea ley.

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