El proyecto curatorial «Hotel Palmera», del multifacético Matías Duville (Buenos Aires, 1974), presenta a partir de mañana y hasta el 28 de febrero en la Colección Fortabat una serie de videos, instalaciones, música y hasta un texto inédito de César Aira, un conjunto que apela a lo sensorial y deviene coherencia del recorrido artístico inagotable del artista.

«Hotel Palmera» no se propone como una muestra retrospectiva, sino una inmersión en el mundo de Duville y su propuesta artística. A partir del recorrido de tres instalaciones y la presentación de una colección de dibujos pertenecientes a distintas etapas de su carrera que van hacia atrás, del 2020 al 2000. La muestra está acompañada por un texto que Aira escribió especialmente para el libro homónimo a la muestra y que es parte del proyecto del artista junto al diseñador Mario Gemin.

La exposición que presenta ahora la Colección Fortabat es una parte del proyecto impulsado por Duville que comienza a gestarse en 2011 en una residencia en Maine (Estados Unidos) y se concreta con la curaduría del español Gabriel Pérez-Barreiro (Nueva York) y la co-curadoría de Lara Marmor (Buenos Aires). Las instalaciones, el libro de autor trabajado junto a Gemin, el texto de Aira y la música del grupo «Centella Society» de los hermanos Duville (Matías y Pablo), son distintas «piezas» que interactúan y se multiplican en la puesta que se abre al público mañana en el museo de Puerto Madero.

El artista conoció al escritor por el proyecto colectivo «The Valise» (La valija) del MoMA Library de Nueva York en 2017, y de allí quedó la relación que devino en el cuento escrito para esta iniciativa. En ese otro proyecto, el del MoMA, siete artistas latinoamericanos trabajaron en torno a la obra de un solo escritor. La novela era «Un episodio en la vida del pintor viajero» (2000), y la idea fue trabajar sobre el viaje.

La geografía y los paisajes, las materialidades variadas, el adentro y el afuera, el «cobijo» y lo «inhóspito», o la ambigüedad -que le atribuyen al artista-, son parte de los temas de Duville. Otros mundos posibles, pero sin gente.

-Télam: ¿Cómo surge el proyecto «Hotel Palmera»?

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-Matías Duville: El nombre surge de una serie de trabajos que comencé en el 2011 en una residencia para artistas en Skowhegan Residency (Estados Unidos). Venía de trabajar con distintos materiales, y quería dibujar con un material bien sucio, bien crudo. En la parte de atrás de mi estudio tenía un pozo de barro. Ponía la mesa y dibujaba contemplando el paisaje, sobre hojas grandes con la mano y el barro. Mientras contemplaba el paisaje americano con pinos, cabañas, montañas, lagos, pensaba en los paisajes tropicales. Entonces trocaba los pinos por palmeras, las cabañas por pequeños hoteles abandonados, los lagos por mares o rías y algunas típicas construcciones como bungalows por simples hábitats construidos con ramas. A esa serie solía llamarla «Hotel Palmera».

Hace un par de años en una residencia en Río de Janeiro (2018) volví a trabajar con barro desde un lugar tropical. La serie tomó en ese sentido otro cuerpo, otra atmósfera.

-T: ¿De qué se trata la muestra?

-MD: Esta muestra es casi una genealogía. Es un trabajo muy amplio que tiene muchas terminales. Hay un avance sobre la instalación, pero hay obras del pasado que conforman instalaciones nuevas.

A veces pienso que la narrativa de mi dibujo proviene del adentro hacia afuera, del ADN de los materiales que uso. No importa si estoy haciendo una escultura, una instalación de piezas o video, o cualquier tipo de trabajo. Para mi siempre hay un diálogo entre el adentro y el afuera. Esta muestra tiene esta vista general, pero también una intención micro. En esos dos polos distantes me muevo. Las distintas instalaciones del proyecto cubren todas estas propuestas.

En el primer piso del museo está la instalación «Fondo en cumbre». Grandes anzuelos sobre sal. Los anzuelos son para Duville una pieza que «se sumerge en lo más profundo de la mente para captar nuevas geografías: atrapa lo impredecible», dice. Lo particular del espacio y las instalaciones son los juegos de la luz natural de los distintos momentos del día. La imagen de la sal del fondo del mar -sedimento marino, sedimento de la mente- se transforma en la nieve sobre una montaña, explica el artista.

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«Me interesa esa analogía entre el espacio mental y el espacio real. La naturaleza o geografía de este planeta y la geografía interna», refiere.

La otra instalación, la plataforma roja remite a su obra de 2011 «Hogar» con la que ganó la beca Guggenheim. La idea de cobijo aparece, pero los dibujos en rojo de los muros se tensionan con esta sensación.

«Después hay una instalación compuesta por pinturas de gran escala hechas en aglomerado que forman una sala. La técnica que usaba cuando pintaba aglomerados, con un martillo destruía la superficie (y eso) comenzaba a ser parte de la imagen -constelaciones, destellos-. Se observa en la pintura ese entrar y salir de la imagen».

-T: ¿Hubo modificaciones con respecto a la idea del comienzo?

-MD: Como muchas otras muestras de museos -en Argentina y alrededor del mundo- tuvieron un stand by. Nuestro proyecto iba a desembarcar en abril. Fue un proyecto que venía muy trabajado desde antes. La gran mayoría del montaje lo hizo Juan Marcucci. Pero es un proyecto bastante complejo, porque se trata de obras nuevas y otras anteriores que componen nuevas instalaciones. El proyecto no cambió, pero se acopla increíblemente a este momento. Muchas de las obras resuenan sobre todo a nivel naturaleza con todo lo que pasó desde el verano pasado hasta la fecha, y es muy interesante verlo ahora. Más allá de que no hubo cambios, sí hay cambios en la mirada. Somos nuevos espectadores -y eso es algo que me interesa.

-T: ¿El proyecto tiene una continuación?

-MD: Lo interesante de «Hotel Palmera» es la multiplicidad de ramas que va tirando. Hay un muro en la planta superior de 138 dibujos de distintas épocas, distinta materialidad y tipos de narrativas. Lo interesante es la vibración de esta multiplicidad entre lo temporal, lo imaginario narrativo y lo matérico. Ese es el momento que cubre gran parte de mi trabajo desde 2020 hacia atrás hasta el año 2000.

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-T: ¿Por qué sumar un texto del escritor César Aira y cómo juega con tus obras?

-MD: El cruce con Aira, la primera vez que nos conocimos fue por un proyecto del Moma Library en el cual participamos junto a otros artistas de Latinoamérica. El era el único escritor y a partir de ahí se estableció una relación, un diálogo increíble. El texto de César es otra de las ramas de este proyecto y es una rama en sí.

En ese sentido, «Hotel Palmera» tiene ese carácter de proyecto exponencial y en un punto infinito. Por lo menos así me gustaría que sea. Aira es muy importante para mí, es un lujo tener una pieza de él que sea parte de esta muestra.

De alguna manera me interesa mucho que las distintas instalaciones y momentos y obras y en este caso el texto de la muestra, abren y multiplican la idea del Hotel Palmera infinitamente.

Lo mismo pasa con la música producida por Centolla Society, un proyecto que tengo con mi hermano Pablo. Es una banda muy amplia que va desde la construcción de una gigantesca biblioteca de sonidos inventados por nosotros, pasando por el pop, a la música incidental, que en este caso es parte fundamental del proyecto. Compusimos un álbum que también se llama «Hotel Palmera», y es la música incidental de la muestra.

La muestra puede visitarse previa reserva en la web (www.coleccionfortabat.org.ar/reserva-tu-turno.php) hasta el 28 de febrero de 2021.

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