Juan Ignacio Pisano resultó ganador de la primera edición de este premio por su novela publicada durante 2019.

Juan Ignacio Pisano resultó ganador de la primera edición de este premio por su novela publicada durante 2019.

 
Juan Ignacio Pisano, el escritor que obtuvo el galardón de la primera edición del Premio Fundación Medifé Filba a la mejor novela publicada durante 2019, contó que su ópera prima ganadora, «El último Falcon sobre la tierra», fue un libro que «surgió por escenas», de forma «fragmentaria» y en la confluencia «de pequeños objetos de pasión» como la música o el turismo carretera, a partir de una idea que tenía hace tiempo: «Contar una historia distópica».

«Estoy muy feliz, muy emocionado», dijo el flamante ganador, doctor en Letras, docente y escritor, cuando su pantalla apareció en la transmisión en vivo del galardón, luego de que Eugenia Almeida, la única «presente» en representación del jurado que integró junto a Beatriz Sarlo y Luis Chitarroni, diera a conocer las impresiones por las que «El último Falcon» fue elegida ganadora entre una selección de cinco títulos.

Publicada por la editorial Baltasara luego de resultar victoriosa en una convocatoria de textos inéditos lanzada por el sello rosarino, la novela debut de Pisano (1981, Buenos Aires) compartió la instancia final con «Las malas», de Camila Sosa Villada; «¡Felicidades!», de Juan José Becerra; «La masacre de Kruguer», de Luciano Lamberti, y «Quemar el cielo», de Mariana Dimópulos.

«Estoy muy contento de compartir la lista con autores que he leído y que admiro, incluso disfruto tanto de sus textos que los enseño en la facultad. Mis estudiantes son testigos de eso. Es realmente muy valioso y lo resignifica muchísimo al premio. Y el jurado también, Eugenia, Chitarroni, Sarlo, tres personas que he leído, que me marcaron como lector. Es una gran alegría y estoy empezando a caer de a poco», agradeció Pisano.

Y contó: «Es la primera novela que publico, pero son muchos años que vengo escribiendo y también dedicándome a la literatura de otras maneras, en la docencia, en Conicet, en talleres literarios de amigos que organizábamos en la madrugada; en talleres con maestros y maestras: Paula Jiménez España, Pablo Ramos, Inés Garland, Leandro Ávalos Blacha, cuatro personas con las cuales los últimos 17 años vine haciendo talleres».

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La novela

En «El último Falcón sobre la tierra» el autor se sumerge en un paisaje suburbano y semi rural donde una mujer está a cargo del cuidado de una niña con dificultades para hablar y de un anciano postrado, una trama intrafamiliar que se proyecta sobre un escenario postapocalíptico que ha sido arrasado por una inundación descomunal y ha seccionado la región entre una zona lujosa y otra marginal.

La escritora Eugenia Almeida definió a «El último Falcon sobre la tierra» como «una novela política en el sentido de poner en escena modos posibles de actuar en el mundo y evidenciar que también en los gestos más íntimos hay construcción de un mundo. Hay una potencia singular en escribir un texto que puede leerse como denuncia de nuestros males sin hacer explícita esa denuncia, sólo poniendo ante los ojos los infiernos que estamos incubando».

«Con un lenguaje escueto, casi seco, Pisano logra mostrar lo que el lenguaje esquiva. Esa economía de recursos se convierte en uno de los méritos de la novela. Una mujer, un viejo, una niña, un hombre que nunca baja de su caballo, una bitácora de la desolación y la resistencia. Nueve días en un territorio arrasado, un ambiente y una monotonía que se presenta y se astilla en cada quiebre. Una novela que termina dejándonos a solas con las posibilidades que insinúa», agregó.

Consultado por el recorrido para la escritura de la novela, Pisano contó que la trama empezó a partir de una escena: un señor mayor en un geriátrico. «Después la novela terminó yendo para otro lado, escuché otras voces para la historia. Estuve tres meses en Montevideo solo haciendo trabajo de archivo y mis días eran ir al archivo y volver a la casa alquilada a tratar de escribir. En ese contexto de aislamiento fue surgiendo la novela, por escenas en primer lugar», repasó.

La novela de Pisano se impuso entre 200 postuladas por autores y editoriales, de las cuales diez integraron una lista larga de títulos que se dio a conocer en julio y sobre la cual el ecléctico jurado que integraron Chitarroni, Sarlo y Almeida seleccionaron cinco

Y así empezaron aparecer otros elementos, como el turismo carretera, algo que vinculó a su niñez porque de chico quería ser corredor de turismo carretera, de hecho es técnico en automotores. «Hay toda una historia con eso de la infancia que me volvió muy fuerte en ese momento», sostuvo.

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Lo mismo con la música. El escritor incluso contó que la novela la escribió escuchando la banda de heavy metal argentino, Los antiguos, por lo que «esa melodía está un poco funcionando en la cadencia y el tono de la novela», y consideró sobre esa confluencia «de pequeños objetos de pasión que me ayudaban a escribir».

«Y al mismo tiempo quería contar una historia distópica, la idea de escribir ese contexto -agregó-. El punto fue cómo pensar ese contexto y la idea fue situarme en un espacio identificable con Argentina. En mi cabeza tenía un paisaje del conurbano, alejado de capital, un ámbito rural. Y ahí entra otra de las cosas con las que trabajo: la gauchesca. La mezcla de todas esas cosas empezó a ingresar a la novela».

Sobre la marca de esa tradición, también se refirió Almeida: «Pisano es doctor en Letras, especializado en la gauchesca, quizá ‘El último Falcon sobre la tierra’ pueda hacer lazos con esa herencia trayendo la marca de nuestro siglo o, como dice la narradora de la novela, ´el presente desdichado de las cosas´».

Luego de esa escritura fragmentaria, el autor tuvo un momento de reescritura «para hilar» esas escenas y en ese proceso, cuando la novela ya estaba avanzada, tuvo como «lector privilegiado» a uno de sus maestros, Leandro Ávalos Blacha. «Para mí la literatura es una actividad intersubjetiva, una actividad relacional, colectiva y un interlocutor me parecía fundamental», argumentó.

La novela de Pisano se impuso entre 200 postuladas por autores y editoriales, de las cuales diez integraron una lista larga de títulos que se dio a conocer en julio y sobre la cual el ecléctico jurado que integraron Chitarroni, Sarlo y Almeida seleccionaron cinco. «El proceso de elección fue muy difícil porque el jurado busca un consenso, un territorio compartido y partíamos de miradas muy distantes entre sí», señaló Almeida.

«Pisano escribe con precisión, y una proximidad que nunca cae en el sentimentalismo. Sus ancianos, sus niñas huérfanas, sus pobres no están allí para enternecernos sino para sorprendernos por su resistencia»

Beatriz Sarlo

Sobre la novela ganadora, Sarlo destacó que «Pisano escribe con precisión, y una proximidad que nunca cae en el sentimentalismo. Sus ancianos, sus niñas huérfanas, sus pobres no están allí para enternecernos sino para sorprendernos por su resistencia y su capacidad para inventar nuevos usos de objetos y técnicas que, en la ciudad, ya son obsoletos. Para ellos, en cambio, son el presente y la única forma del futuro».

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Mientras que Chitarroni sostuvo que «la narración llana es serenamente compleja, por eso aquello que se cuenta de ninguna manera resulta basto o plano. No hay palabras que puedan ser usadas en su contra. La historia se cuenta y nada sobra. Se expande, se agranda. El lenguaje justo, adecuado, y este libro excesivo y sobrio, exuberante e insuficiente, son los mejores testigos de la ficción que parece faltar y, sin embargo y sin lugar a dudas, prevalece e incluye la verdad puesta en juego».

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