La actriz de «Crímenes de familia» cuenta qué sintió al ver la película

Vive en 25 de Mayo, un pueblo de Misiones, y brilla en la película de Sebastián Schindel con Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá y Sofía Gala, un éxito de Netflix a nivel mundial. Cría sola a sus dos hijos como empleada de limpieza y ya protagonizó dos películas. Su mirada sobre el lugar de las mujeres y el orgullo por haber llegado a un sitio inesperado.
En pocos días, Yanina Ávila se convirtió en una de las mujeres más buscadas de la Argentina. Un rostro desconocido se hizo familiar. Una estrella inesperada. ¿Cómo había que hacer para hablar con la actriz que hace la diferencia en Crímenes de Familia, al encarnar a Gladys? La película es una de las más vistas de Netflix desde su estreno, el 20 de agosto, y si algo se clava en la memoria es la mirada de esa mujer, empleada en la casa de una pareja porteña, acusada de homicidio calificado. La historia de Gladys trae a la memoria a Romina Tejerina. La actriz, Yanina Avila, de 29 años, vive en 25 de mayo, una ciudad de 50.000 habitantes en una región de Misiones que limita con Brasil. Crímenes de familia es su segunda película. En la primera, Una especie de familia, fue Marcela, una joven que ya tiene tres hijos y no quiere al próximo, al que quiere dar en adopción. Para hablar con Yanina hay que pedir la entrevista vía Netflix. Al mismo tiempo que se gestionaba esta nota, una publicación de un medio de Misiones consignaba que Yanina no había cobrado por su trabajo. Reproducida en redes sociales, levantó una lógica indignación. No tenía teléfono y circulaba un audio de una periodista misionera que decía “si compra un teléfono no tiene para comer”. A través del departamento de prensa de la plataforma, la entrevista se produce. La actriz aclara que “gracias a dios” ya cobró por la labor en la película de ella y su hijo. “Estoy muy agradecida y no hay nada más que explicar sobre eso”, cierra el tema. Sigue trabajando en el Centro Comunitario de su pueblo. “Con orgullo”, enfatiza. Orgullo es una palabra que repite una y otra vez a lo largo de la entrevista. Orgullosa de su vida, de su historia y de la posibilidad de ser actriz, así se muestra. Sin espacio para la compasión o el reclamo.

Yanina se expresa feliz, dice que ser actriz es como “tocar la mano con el cielo” y la inversión es precisa: la posibilidad se acercó a ella hace tres años, cuando Diego Lerman buscaba una actriz en su pueblo. Una amiga, Macarena, la animó a probar. Hizo el casting, se convirtió en Marcela, viajó a La Rioja y Catamarca, ganó el Premio Sur como Actriz Revelación por esa película. La segunda vez, Sebastián Schindel –el mismo director de El Patrón: radiografía de un crimen El hijo—la contactó directamente. Y allí fue Yanina a CABA, en avión, con su hijo Santiago, de cuatro años, que lo vivió como “un juego”. Conoció a Cecilia Roth –la tenía “de la tele”– y a todo el elenco, se siente la fascinación en su voz. Quiere seguir actuando y promete que si alguna vez puede cumplir su sueño de triunfar en la gran capital, “nunca me olvidaré de dónde crecí, de dónde me levanté”.

Recién el viernes pasado Yanina vio la película junto a su familia. Santiago gritó “tía” apenas vio a Cecilia Roth. “Es el personaje Santiago y personaje en casa también, porque se llama Santiago y lo tenemos ahí”, se ríe con la voz la protagonista de una película en varios sentidos. “Para mí es todo nuevo, pero sabiendo que hay un orgullo”, dice apenas comienza la conversación, que en algunos momentos se corta por falta de señal.

–¿Qué te paso cuando viste la película?

–Me emocioné mucho. Me emocioné mucho al verme ahí, sabiendo que volvía a las pantallas de nuevo, a través de personas muy queridas. Y saber que hice un buen papel, aparte sabiendo que tengo el cariño y estoy ahí con mi hijo. Estoy participando con él en un juego, como es jugar a la película para él, porque fue así el rodaje de él, y sabiendo que tengo profesionales muy buenos ahí, es un orgullo para mí, me faltan palabras para agradecer esto.

Yanina confiesa que “nunca” pensó que podría actuar en dos películas “con personas que tienen ese talento para hacer esto”. En un par de veces repite “como estoy diciendo en otras las notas”, y se le escucha el deleite. Incluso, agradece el interés. “Nunca pensé que llegaría tan lejos”.

La película está entre las 10 más vistas de la plataforma desde su estreno, en la Argentina, el 20 de agosto. También estuvo entre las diez más vistas en Brasil, Colombia, México y España.

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Acá se impone un spoiler alert. La historia está centrada en la transformación de Alicia, una mujer de clase media alta porteña, que tiene a Gladys como «empleada cama adentro» en su casa. De pocas palabras, con la mirada baja, la joven vive en Posadas 1550 con su hijo de 3 años, que le dice “tía” a la empleadora de la mamá. Escucha, como al pasar, una sentencia de la dueña de casa: “¿No estarás embarazada? Acá no hay lugar para nadie más”. La escena inicial, que se va develando mientras avanza la historia, es el pivote para una narración que subraya lo patriarcal y clasista de la justicia. El personaje que encarna Yanina es encarcelado, sometido a juicio. Y decide callar. Las pocas veces que habla, todo se ordena de otra manera.

En la película se pone en evidencia la trama que puede tejerse entre mujeres, el espacio para el entendimiento. En las pocas palabras que pronuncia el personaje a lo largo de la historia, aparecen violencias como capas. Hay un personaje que abre la puerta a la palabra, el que encarna Paola Barrientos en el rol de una psicóloga especialista en infanticidios. Sofia Gala Castiglione brilla como Marcela, ex pareja y denunciante de las violencias del hijo de Alicia. “Esa negra”, le dice el personaje de Cecilia Roth hasta bien entrada la historia, mientras sostiene la trama de la negación.

Las mujeres de la película pasan de la rivalidad y la desconfianza a la comprensión y la acción común. Si el cambio de Alicia es profundo, también se puede decir que es casi una declaración de aspiraciones de la película. Como si esperara –o indujera– que les espectadores siguieran el mismo camino desde la condena a la mano tendida.

“Me pongo en el lugar de Gladys también, porque nunca me pasó esto en la vida real, pero es fuerte, sabiendo que está ahí, no tiene esa fuerza, esa ayuda, para decir entiéndanme lo que estoy pasando, lo que estoy viviendo”, dice Yanina sobre su personaje y enfatiza: “Necesita dialogar, contar, y descargarse, no, y como no ve que nadie le da una ayuda, se pone muy intenso eso”.

Hay violaciones, hay abogados que cobran fortunas, hay expedientes vulnerados, hay decisiones para zafar de la justicia. Hay varones violentos de una u otra manera, imposiciones y engaños. Hay una pregunta intensa sobre la maternidad. ¿Qué está dispuesta a hacer una madre por su hijo? Esa pregunta estructura el vínculo de Roth con el personaje de su hijo Daniel, encarnado por Benjamín Amadeo, el eje de la trama, pero también con Ignacio, el marido, que interpreta Miguel Angel Solá, en la piel de un patriarca proveedor poco dispuesto a preguntarse por la paternidad.

Con el personaje de Yanina Ávila, la pregunta sobre la maternidad es más evidente y dolorosa. Cómo se aloja a un hijo, el deseo, la decisión. Algo didáctico se juega en el proceso judicial, aunque no parecen muy dispuestos a escuchar Sus Señorías. Hay una escena en la que se para en el juicio oral y público y dice lo suyo. Un momento bisagra y desgarrador, que no se develará por respeto a quienes no hayan visto todavía la película.

–¿Cómo fue hacer esa escena? 

–Es fuerte, es muy fuerte porque te ponés en el lugar de Gladys, te ponés en el personaje y tenés que sacarlo de adentro, es muy fuerte ese papel.

–¿Te parece que a tu personaje le dio más realidad que fueras vos?

–Creo que sí. Y estoy muy orgullosa por mi pueblo y por la provincia ¿no? Y por el papel que hice. Es un personaje… Si te ponés en el lugar de Gladys, te eriza la piel, con eso te digo todo, es muy fuerte.

–¿Crees que tu actuación puede servir para que se entienda a mujeres que pasan por lo mismo que Gladys?

–Para mí que hizo apoyo a muchas personas que están pasando la misma situación que ella. Para que salgan a entender y a buscar, y a ayudar a esas personas, a estas mujeres. Que hay una salida, que siempre hay una salida.

Para Yanina, haber sido Gladys también tiene un sentido colectivo. Siente que la decisión de hablar en determinado momento, después de callar es “una confianza de decirle a ella… Tampoco tenemos que callarnos. El papel de Gladys también es una función para mujeres que a veces tienen problemas, y no hay que taparse la boca ni los oídos sino que salir a pedir auxilio y ayuda porque hay. Y entre más nos unamos, mejor será el futuro”

Maternidades y tesoros

La maternidad no deseada no fue su experiencia, eso lo deja claro más de una vez. Sus dos personajes –Marcela y Gladys—sí se enfrentan a la llegada de hijos que, por distintas razones, no pueden o quieren maternar en ese momento. “Nunca me pasó eso a mí, pero me puse en el lugar de estas mujeres, que a veces están ahí, que pasa, que tienen esta lucha, este sufrimiento que a veces no se desahoga, que tienen adentro, y bueno, uno nunca sabe qué pasa adentro de cada hogar, de cada pared, como las mujeres, la defensa de las mujeres”, responde sobre cómo vivió esas experiencias.

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“Hay que tener más mirada, más proyectos, muchas cosas más para las mujeres, no olvidarnos de nosotras mismas, valorarnos la una a la otra”, aprecia Yanina. Desde su experiencia en el Centro Comunitario considera: “Y algo tan emocionante es saber que hay personas que con tan poca edad, sueñan seguir jugando, seguir divirtiéndose en la niñez y de golpe viene algo tan grande, ser mamá, ahí ves como dice el protagonista de la película Una especie de familia, Marcela no quería recibir a su hijo, pero al final dialogándose y uniéndose la mujer, y hablando, llegan a una conclusión, a un diálogo. A eso es a lo que voy, a defender a las mujeres, no hay que tener miedo a enfrentar al machismo de los hombres, ser unidas”.

Gladys sigue trabajando en el Centro Comunitario de 25 de mayo. Su experiencia con la maternidad es muy distinta a la de sus personajes y lo deja claro más de una vez.

–¿Cómo es tu día a día?

–Soy mamá de dos hijos hermosos, uno tiene 9 años, Kevin, el otro tiene 4, Santiago que protagonizó la película conmigo, y bueno, mi día a día es levantarme sabiendo que tengo que luchar por ellos. Estoy muy emocionada porque me voy con orgullo a trabajar, vengo y les dedico mi día a día a ellos, porque son mis manos, mis pies y mi día a día. Por ellos vivo, por ellos respiro y son mis dos tesoros.

–Fuiste criada por tu mamá, sos a la vez mamá soltera, ¿por qué crees que muchos varones no se hacen cargo de la paternidad?

–Suele pasar, veo muchos casos también acá en el pueblo, trabajo en un Centro Comunitario donde suelen trabajar médicos, especialistas, pediatras. Veo muchas niñas con bebés chiquitos en sus brazos, en su corta edad, ¿no? A lo que voy es a lo que se pierde, a veces va por la niñez, adentro de la casa, por cómo se crían. Va todo el fruto adentro, si vos crías a un niño con amor, sabiendo explicarle lo que es bien y lo que es mal, dialogar a él, sabiéndole enseñar, va a ser una buena persona, el día de mañana, un buen compañero, valorar a su esposa, pero si le creas distinto, es como… ya lleva esa brutalidad en sí mismo. Entonces, no siente el amor a su mujer, sino que en vez de sentir amor, tiene ese odio, esa brutalidad de no valorar a la mujer ni al hijo, porque su hijo… Qué sería más lindo y especial que amar a su hijo, y tenerlo en los brazos, y mirarlo cada día y darle un abrazo y un mimo ¿no?

Yanina Ávila comenzó a trabajar de chica. También cuando refiere a su madre, que las crío sola a ella y su hermana, elije el camino del orgullo. Si hubiera sido varón ¿sería la misma historia? No lo duda. “Sería lo mismo, trabajaría para ayudarla a mi mamá y tener ese apoyo, porque un ejemplo de mi mamá también, que nos crió a nosotras sufriendo, trabajando y sin el respaldo de un hombre”, dice con admiración sobre su madre, que todavía vive con ella y sus hijos. “También fue una madre soltera así que nos crió a nosotras, y bueno, y ahí fui, enseñándome lo que es el bien, valorar y agradecer en todo respeto, y bueno, así me crió mi mamá, y con orgullo empecé de chica, 13, 14 años a trabajar, y no me quejo porque aprendí muchas cosas bien y ahora lo que sé hacer es por aprender y el sudor de mi mamá, por enseñarme bien las cosas”.

A esa historia enlaza haber dicho que Diego (Lerman) y Sebastián (Schindler) fueron “como padres” para ella. “Son como padres porque sentí el abrazo de ellos y me identifiqué como una niña que necesita el abrazo de un padre”, responde.

–¿Alguna vez te imaginaste que podías ser una actriz famosa?

–Nunca, como suelo decir. Nunca tuve experiencia de trabajar así en nada, solo en estudios, en la escuela, pero después, una puerta que se me abrió ahí y sabiendo que eso también iba a fluir muchísimo. Es muy emocionante saber que estuve ahí delante de la cámara, con un guión, sabiendo que un director muy grande como Diego Lerman, y la coach María Laura Berch. Es como tocar la mano con el cielo.

–¿Y pensaste que ibas a trabajar en una segunda película?

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–No, nunca se me cruzó en la cabeza de llegar a conocer a Sebastián y que tenía otro proyecto nuevo en mi camino. Pero surgió y ahí le conocí a él y estoy más que agradecida y orgullosa de que me haya confiado el papel, confiado en mí. Estoy muy orgullosa de cómo llegué. Brindamos todo lo que tuvimos que brindar.

–¿Te imaginas recibiendo un nuevo premio por este trabajo, como ya te ocurrió con el Premio Sur por Una Especie de Familia?

–Ojalá que me toque la suerte. Lo haría con gusto, con mucho orgullo también, con todo el elenco, principalmente con todos ellos, en primer lugar el trofeo es para el equipo y después para mí.

Yanina vive en un pueblo de tierra colorada y casas bajas. Sus sueños, esos que las pantallas alimentan pero pocas veces se hacen realidad, están más cerca para ella. Vivir en Buenos Aires, la idea de triunfo hollywoodense a escala nacional. Si sus sueños podrán hacerse realidad es todavía una incógnita. Ella pone lo mejor de ella: su actuación, su talento, su capacidad de encarnar otras vivencias. Mientras tanto, sigue viviendo allá, a 1099 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

–¿Cómo es 25 de mayo?

–Mi pueblo es un poco grande, no es muy grande. No es por lo grande sino la familia que hay adentro. Nos saludamos todos, tenemos un cariño muy grande, nos conocemos. Es un pueblo lindo, muy divertido, que sentís el calor de decir acá me siento cómoda, sabiendo que tengo gente muy especial, compañeros muy especiales, el intendente, el apoyo de él (Mario Linderman), y bueno, sabiendo que me crié acá, y tengo mi raíz acá y acá me quedaré, en este pueblo, sabiendo que tengo mi familia. Sí tengo proyectos, pero nunca me olvidaré de dónde crecí, de dónde me levanté.

–¿Está revolucionado 25 de mayo con tu fama?

–Se movió mucho. Y bueno… hay personas que nunca pensé que llegarían a mi casa y hoy llegan a compartir un mate, ahí ya ves, y felicitarme por lo que hice, que me ven en Netflix, una pantalla tan grande y tan famosa y que yo llegué ahí.

Justamente, conocer a Cecilia Roth, Miguel Angel Solá y todo el elenco fue parte de la experiencia de Yanina. “La conocía por la tele. Una emoción, cuando la vi a ella y a todos los compañeros con los que trabajé en el elenco. Es como caerme de espalda de tanta emoción, cuando vi. Son personas muy importantes”, rememora Yanina aquel momento. “Fue una relación de igual a igual, no había diferencias si estaba con ellos que eran famosos, y yo recién empiezo, era como madre e hija, y me daba mucho apoyo. ‘Mucho talento’, me decía, y me hablaba mucho, confiaba en mí. Sentí mucho apoyo de todos también, y mucho cariño recibí de ella, era como tener a mi mamá ahí”, sigue el relato. Se siguen comunicando con su compañera. “Es un orgullo para mí tenerla a ella”, dice sobre la actriz a la que su hijo Santiago le dice “tía”. “La reconoció al toque”, en la película, cuenta Yanina.

¿Cómo fue para Santiago la experiencia de protagonizar una película con su mamá, y después volver a su vida? “Para él fue un sueño, viajar en un avión, conocer un avión, sentarse, bajar, y después estar en un lugar tan grande como Buenos Aires y encontrarse con personas tan cariñosas como María y Vicky, que son las niñeras de él, allá, las que le enseñaban. Muy lindo, porque fue a conocerse con Cecilia Roth y se armó un cariño y él jugó a la película con la tía Cecilia”.

–¿Soñás con ir a vivir a Buenos Aires?

–Sí, proyecto… Ojalá que un día siga en pie y que mi futuro sea allá. Eso es lo que más quiero, crecer en esto y seguir adelante, formarme en algo que me gusta. Ojalá que vengan proyectos nuevos, si hay oportunidad para hacer otras, con gusto lo haría. Si hay otras cuanto antes, sería buenísimo, genial para mí.

–Se publicó que no te habían pagado la participación en la película. ¿Fue así?

–No, no, gracias a dios cobré. Pagaron junto con mi hijo, me pagaron su parte, la mía. Estoy muy agradecida. Está todo bien, y más que bien, no hay nada más para explicar en este tema.

–Tampoco tenés teléfono…

–Yo tenía un celular, pero por cosas de mi trabajo, se me rompió, se resbaló, quedé sin celular, pero no fue tantas cosas como dijeron.

–¿Qué otros papeles te gustaría hacer?

–Mi sueño es seguir esta carrera, mi sueño es seguir conociendo muchos proyectos nuevos, mucha gente, muchos directores. Ese es mi sueño, seguir haciendo esta carrera, lo importante es que llegue a los brazos de personas que tengan confianza en mí, y lo haría, no elijo el papel, lo importante es estar ahí y brindarme a lo que sé, a lo que tengo el don.

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